lunes, 22 de julio de 2013

A propósito de “El Santero de San Saturio” y su reedición (1)

Te diré, en primer lugar, amigo lector, que siento una gran alegría con motivo de la reedición de este libro de Juan Antonio Gaya Nuño (Tardelcuende 29-1-1913; Madrid, 6-7-1976) titulado “El Santero de San Saturio”, por parte del Ayuntamiento de Soria, y al que se le adjunta mi cuaderno que lo contextualiza: “Sobre el Santero de San Saturio y sus circunstancias”. Recuerdo, en este mismo sentido de afecto que, en mi condición de profesor de literatura, yo lo venía utilizando cada curso en el Instituto Antonio Machado de Soria como lectura obligatoria para mis alumnos de 4º de la ESO. No obstante, como consecuencia, de verse agotada su última edición, no me quedó otro remedio que el de suspender tal actividad.
Si mis cálculos no me fallan (aunque hay quien menciona una edición fallida a añadir de 2006), se trataría en este caso de la séptima edición de “El Santero de San Saturio”. La primera la acometió la editorial Castalia de Valencia en 1953. Prosistas Contemporáneos. Colección de escritores españoles de hoy. Dirigida por Antonio Rodríguez Moñino y Brey (el tío rojo de Rajoy). Figurando como colaboradores de los primeros números: Camilo José Cela, Antonio Díaz-Cañabate, Ignacio Aldecoa, Jorge Campos y Juan Antonio Gaya Nuño. “Prosistas Contemporáneos aspira a poner en manos del lector las páginas más selectas de diez escritores españoles de nuestros días”, se advertía a los lectores.
Su segunda edición, primera “especialmente autorizada por el autor”, dentro de la Colección Austral perteneciente a la editorial Espasa Calpe, S. A., es de Madrid, 1965. La segunda de Austral es de 18 de marzo de 1986. La tercera (de 1995) y la cuarta (de 1999), respectivamente, corresponden a esta misma editorial, figurando en ambas su Copyright o derechos de autor ya trasvasados a los Herederos de Juan Antonio Gaya Nuño.
Lo más llamativo de esta séptima edición facsímil, recientemente presentada, es que, al parecer, sus derechos de autor se han visto transferidos a las Hijas de San Camilo, monjas que gestionan una residencia privada para personas asistidas en la provincia de Salamanca y a donde todos los indicios conducen que fue a parar Ángela Gutiérrez de Marco, hermana de Concha de Marco y su heredera universal, al final de sus días, ya que se encontraba imposibilitada.

CONTANDO LOS CUARENTA

Cuarenta años cumplidos tenía su autor, Juan Antonio Gaya Nuño, cuando salió a la luz del sol este segundo volumen de Prosistas contemporáneos de la Editorial Castalia. Aconteció, concretamente, el 5 de marzo de 1953, en Valencia. Ocho días después de la muerte de su primogénito hermano Benito, catedrático de griego en el único Instituto de la ciudad de Soria.
Gaya había cobrado merecida fama hasta entonces como historiador y crítico de arte. (Autor de “El románico en la provincia de Soria” y gestor de las Galerías Layetanas de Barcelona). Con más de 20 libros publicados. Entre ellos “Zurbarán”, “Eugenio Lucas”, “Picasso”, “Dalí”, “Cossío”, “La pintura española del medio siglo”, “Historia del Arte Español”, etc., tal y como se indicaba en su solapa. “He dado a la luz no sé cuantos [libros] dedicados a estética, crítica e historia del Arte, procurando en los tales calidad y claridad, estilo y buena prosa, pero inútilmente. Estos libros no cuentan como producción de un escritor” declaró a Antonio Núñez en la revista “Ínsula” de 1969. Tal iniciativa respondía a su imperiosa necesidad biológica de dejar algo original, que fuera valorado como obra literaria. En este orden de cosas se considera al “Santero” como su obra inaugural, incorporándose así al panorama literario español de la postguerra como autor de ficciones.
“En el año 50, en 15 días escribió [Juan Antonio] el Santero, le llamaba la nostalgia. “Creo –recordaba Concha de Marco- que fue ese año cuando por primera vez volvió a Soria a pasar unos días de verano”. Sin embargo, en 1976, tras su muerte, en la revista “Celtiberia”, bajo el epígrafe de “Unos recuerdos” se anotaba: “Durante el verano de 1952, Concha y Juan Antonio pasaron una temporada de descanso en su Soria. Juan Antonio leyó el original a un pequeño grupo de amigos. No pudimos escuchar su lectura. Pero sí los comentarios de gozoso entusiasmo”.
Esta obra literaria supone, pues, para su autor una especie de catarsis, tras quince años de ausencia de la ciudad de sus amores. “Recién acabado el libro –declaraba Gaya- volví por primera vez a Soria después de la guerra. Si hubiese vuelto antes, quizá el libro no me hubiese resultado necesario.”

EL RASTRO EMOCIONAL

La secuencia emocional que evidencia el proceso seguido en la germinación de su escritura es la siguiente:
A.-¡Soriano que triunfa! El 21 de enero de 1947, con motivo de la publicación por el “Instituto Diego Velázquez” del CSIC, del nuevo libro de Juan Antonio Gaya Nuño sobre “El románico de la provincia de Soria” (que fue su tesis doctoral de 1934) congregó en Madrid a un grupo de sorianos, buenos amigos suyos, para festejar al autor. Entre la veintena de ellos se encontraban algunos tan conocidos como Blas Taracena, José Tudela, Gerardo Diego y Epifanio Ridruejo.
El poeta local Virgilio Soria leyó allí su tan elogioso como emotivo poema “Estampa de Soria” lo que, sin duda, supuso para Juan Antonio toda una descarga eléctrica de sensaciones y emociones.
B.-En 1949, encontrándose el matrimonio Juan Antonio-Concha en Barcelona, escribe Gaya un largo y sorpresivo poema, rimado en pareados, titulado “La Saturiada, o sea de San Saturio el Patrón, la vida en verso ramplón”, que firma bajo el acrónimo de Antonino Auñón y Aguja, Pbro. [Presbítero]. En concreto, lo fecha en Sauquillo de Boñices, 27 de agosto de 1949. Para mí lo tengo –por juzgar a las gentes de Soria y por la tremenda carga de ironía con que lo hace- por el más claro antecedente de “El Santero de San Saturio”.
C.-Se añade a lo anteriormente dicho una carta dirigida a la familia residente en la casa de Marqués de Vadillo de Soria, fechada en Barcelona, a 1 de octubre de 1949. En realidad, se trata, otra vez, de versos rimados, acometiendo noticias de sus quehaceres profesionales y lamentándose de no poder asistir a las Fiestas del patrón San Saturio. Concha lo tilda, en su posdata, de romance de ciego. Al cierre, se puede leer: LA SATURIADA o sea SAN SATURIO EL PATRÓN.
D.- Por si lo dicho hasta aquí fuera poco, aún faltaría anotar un acontecimiento que vendrá a actuar como resorte o espoleta. Me refiero a la noticia de la muerte de Antonino Mateo Tejedor (1876), nacido en Almajano, al igual que su madre Gregoria (1885-1978), y que durante muchos años había ejercido el cargo de santero de San Saturio. La reproducción de su necrológica “De CAMPO 19 de junio de 1951, figura al inicio del libro como ANTECEDENTE y funciona dentro de la narración como una especie de collage en la pintura.
Dicho lo cual, todo parece estar muy favorablemente dispuesto para que corra ligera y cristalina la tinta de “El Santero de San Saturio”.
José María Martínez Laseca
18 de julio de 2013)

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