jueves, 26 de diciembre de 2019

Cuento de Navidad


Las navidades comienzan con un cuento de redención. Para inaugurarlas, yo elijo “Canción de Navidad” (1843) del escritor inglés Charles Dickens (1812-1870). Lo protagoniza Ebenezer Scrooge, un viejo comerciante, egoísta y amargado, que detesta estos festejos. No obstante, transcurridos siete años, en la víspera del día de Navidad se le aparece el espíritu de su también avaro y codicioso socio Marley, muerto en ese mismo día, con el fin de informarle de la visita que le iban a hacer esa noche tres espíritus: el de las navidades pasadas, el de la navidad presente y el de las navidades futuras. Así pues, acompañado, sucesivamente, por cada uno de ellos, recorrerá distintos lugares, donde se encontrará con conocidos suyos del pasado, del presente y del futuro, que le mostrarán escenas de sus vidas cotidianas. Eso le llevará a reflexionar y volver a la realidad completamente trasformado.
            Dickens se inspiró para escribirlo en dos momentos históricos relevantes: la guerra civil inglesa (1642-1651) y la revolución industrial. En el primer caso, la toma del poder por Oliver Cromwell propició la supresión de ritos y festividades católicos entre los que se encontraba la Navidad. Lo apoyaron los puritanos protestantes, convencidos de  que si trabajan duro en vida y no disfrutaban de placeres por el mero placer, serían bienvenidos en el cielo. Y aunque tal decisión fue mal acogida por el pueblo, la fiesta no se recuperaría hasta 1660, con Carlos II en el trono. De otra parte, la revolución industrial, (en pleno auge en 1880), causó al proletariado unas deplorables condiciones de trabajo en las fábricas, dado que eran usadas por la clase dominante y poderosa de la industria como un telón de caridad para tapar las injusticias en que cimentaba su riqueza. Con muchos niños obreros. Dickens lo padeció en sus propias carnes y lo denunció como periodista. El masivo desplazamiento de la gente del campo a la ciudad hizo que se fueran perdiendo estas tradiciones.
            Contra el capitalismo feroz, “Canción de Navidad” nos trae un mensaje de amor y confraternidad universal. Estamos en un tiempo de excepción, el del Solsticio de invierno o Nacimiento del sol, equiparado por la iglesia con la Natividad de Jesucristo. Ahora los días crecen y las noches menguan. Es el triunfo de la luz sobre las tinieblas. Del bien frente al mal. La ilusión y  la magia de la imaginación lo cambian todo.
José María Martínez Laseca
(26 de diciembre de 2019)

Gaya Nuño


Érase un nombre a la fachada de un edificio pegado: Gaya Nuño. Apellidos que compartieron tres hermanos: Benito, el primogénito; Juan Antonio y Amparo. Aquí me refiero al segundo, que nació en Tardelcuende (Soria) el 29 de enero de 1913 y falleció en Madrid, el 6 de julio de 1976. “Tempus breve est”. Pese a su corta vida alcanzó notoriedad nacional e internacional. Con tesón, por ser de los vencidos represaliados, al perder la guerra civil (1936-1939) en la que combatió de principio a fin en defensa de la República. Yendo contracorriente, frente a una inmensa mayoría de intelectuales acomodaticios. Cual “lobo solitario”, como lo definió Camón Aznar. Por supuesto que muchos paisanos  no saben de quien hablo. Fue historiador y crítico de arte. Escritor ante todo. Con un libro de esencias: “El Santero de San Saturio", breviario de lectura obligada para que todo soriano se conozca mejor y haga autocrítica en pos de remediar los muchos males de la patria chica. Lo que fuimos antes da buena cuenta de lo que somos hoy. Quien lo lea demandará más textos suyos.
            A lo largo de sus 63 años vividos, Juan Antonio, que se casó mientras la guerra con Concha (Gutiérrez) de Marco, fue acumulando, en su piso-ermita de la calle Ibiza, nº 23, 7º A, muchos amigos libros y los cuadros que le regalaron artistas de la vanguardia española, a los que él dio a conocer con la autoridad de su pluma. Cuando murió Juan Antonio, la ocupación de su viuda se centró en dejar ese tesoro en buenas manos. Por la fidelidad del matrimonio con su tierra de nación, pensó en el pueblo soriano. Y llamó a Caja Soria (Obra social) para cedérselo todo a cambio de que esta creara la Biblioteca-Museo Juan Antonio Gaya Nuño. La Caja se le antojaba más fiable que el Ayuntamiento de Soria o la Diputación Provincial. Así lo acordó y Concha de Marco se moría en paz el 19 de octubre de 1989. Más, todo lo que parecía sólido, véase las Cajas, se fue al traste. Y el Centro Cultural Gaya Nuño de la céntrica plaza de San Esteban de Soria, entró en purgatorio.
Cual río Guadiana emergía y desaparecía. Fusiones y confusiones con Caja Salamanca, España-Duero y Unicaja lo han desvirtuado de sus fines. Recién, el acuerdo entre Fundos y el Ayuntamiento de Soria quiere resucitarlo. Empero, algunas noches –según cuentan– se ha visto merodear al fantasma, inquieto y descontento, de Concha de Marco por el mentado edificio.    
José María Martínez Laseca
(17 de diciembre de 2019)

martes, 17 de diciembre de 2019

Deslumbrados

Somos los humanos –y no las urracas– los que sentimos una atracción compulsiva por lo reluciente, por aquello que brilla. Lo corroboran nuestros comportamientos y actitudes habituales. Toda vez que vivimos en un mundo de apariencias, en el que prima lo superficial, con claro menoscabo de lo auténtico. Ya lo señaló el gran Lope de Vega: “Todo es vana arquitectura, / como dijo un sabio un día, / que a los sastres se debía / la mitad de la hermosura”. Hay, pues, ropajes que nos dejan boquiabiertos. Deslumbrados. Es decir, alucinados, encandilados, impresionados, fascinados, seducidos o hipnotizados, puesto que todos ellos son sinónimos. Aunque, también, aparece otro, que a mí me resulta más apropiado al efecto: engañados.
      Pongamos algunos escaparates recientes: Vigo y Madrid se retan a ver quien tiene las mejores luces de Navidad. (Y Soria imita a Vigo). Se planta el árbol de Navidad más caro del mundo, 11 millones de euros, en el vestíbulo del Kempisnski Hotel Bahía de Estepona (Málaga). O sea, a ver quien mea más lejos. El vivir es reemplazado por el representar y eso supone un empobrecimiento de lo humano. Cual demostró Mario Vargas Llosa en su ensayo “La civilización del espectáculo” (2012), donde criticaba la superficialidad y frivolidad de la cultura contemporánea.
      En estas, el espectáculo circense y lo nuevo van de la mano. Ya lo advertía Bécquer en sus “Cartas desde mi celda” cuando escribía que “las fiestas peculiares de cada población comienzan a encontrarse, ridículas o del mal gusto por los más ilustrados, y los antiguos usos caen en olvido, la tradición se rompe y todo lo que no es nuevo se menosprecia”. A ellos se suma el consumismo para completar el triángulo equilátero. Es evidente que estamos siendo colonizados por fiestas invasoras como Halloween y el Black Friday. Que incluso la misma Navidad se percibe infestada en su mensaje de amor y paz.
      La clave radica en desarrollar el pensamiento crítico. En “aprender a distinguir los valores falsos de los verdaderos y el mérito real de las personas bajo toda suerte de disfraces”, como dijo Antonio Machado a sus alumnos. Añadiendo que desconfiaran de “todo lo aparatoso y solemne, que suele estar vacío”. En definitiva, saber discernir. Porque, por pluma de López de Ayala: “Justas, juegos, clamores / alegran a los pueblos solo un día. / Remediar la pobreza y los dolores / del miserable sí que es alegría.”
José María Martínez Laseca
(12 de diciembre de 2019)

viernes, 6 de diciembre de 2019

Belén provincial

“Somos sentimientos y tenemos seres humanos” fue una expresión viral del Presidente del Gobierno en funciones Mariano Rajoy, durante una entrevista con Susana Griso, en “Espejo Público” de Antena 3 TV (febrero 2016). No era eso lo que quería decir, pero lo dijo. Y me sirve de coartada para esta columna. Ya se procedió –con cierta antelación– por el Ayuntamiento de Soria al encendido de la luminaria de Navidad en sus calles. E incluso podemos añadir que, también, a montar el belén en nuestra Diputación Provincial. 
       Ello trae causa de las últimas Elecciones Municipales celebradas el domingo 26 de mayo de 2019. El escrutinio de votos en la circunscripción de Soria derivó en que el PSOE obtuviera 12 diputados provinciales; el PP 9, la PPSO 3 y Cs 1 del total de 25 que integran el pleno de la Corporación. La suma del tripartito PP, PPSO y Cs consiguió la mayoría absoluta y, en consecuencia, el Gobierno de la misma, frente al PSOE, el partido más votado. Cabe aclarar que Cs se adhirió por orden de Madrid y que el PP y la PPSO obviaron sus muchas desconfianzas mediante un pacto de gobernabilidad ante notario, con 100.000 € de penalización para quien lo quebrara. Firmaron y se repartieron los cargos del poder entre ellos. Pero, como ocurre en los cuentos tradicionales del “erase una vez”, algo acontece que rompe la armonía reinante. El punto 6º del acuerdo rezaba: “desde el PP se llevarán a cabo las gestiones necesarias tendentes a revertir la situación acaecida en El Burgo de Osma”. Esta no era otra que un pacto antinatura PP (2) + PSOE (4) había arrebatado la alcaldía a la PPSO (5), la lista más votada. 
       Por lo que la PPSO exigió su cumplimiento o que se atuvieran a las consecuencias. Y comenzaron las rogativas hacia la villa episcopal para implorar a los concejales. El PP a los 2 suyos, Alcalde turnante por dos años incluido, al considerar “prioritaria la Diputación”. Y el PSOE, viendo la oportunidad, a sus 4. Pero, si ambas delegaciones fueron a por lana, volvieron trasquiladas. Ante la presión ejercida, los cabezas de lista del PP y del PSOE reaccionaron y se dieron de baja en sus respectivos partidos (?), manteniendo su alianza de Gobierno en el Ayuntamiento de El Burgo de Osma. Y se pasaron al Grupo de No Adscritos en la Diputación Provincial (?). “Somos seres humanos y tenemos sentimientos”, argumentaron corrigiendo así el lapsus linguae de Rajoy. (¿Continuará?). 
José María Martínez Laseca
(5 de diciembre de 2019)

sábado, 30 de noviembre de 2019

Del libro"Soria pura"

Hay días en que la poesía le sale a uno al paso donde menos se lo espera. Me ocurrió el pasado lunes 25-N, a mediodía. Yo paseaba por la céntrica calle El Collado de la ciudad de Soria, frente a la Plaza de San Esteban, donde convoca la Asociación de Mujeres “Antígona”. Dolor y lucha. Máxime en esa fecha: Día Internacional contra la violencia de género. Morado del maltrato [y clamor popular en las calles]. Vivas y libres. Contra una lacra social que registra 1.028 mujeres asesinadas por sus parejas o exparejas desde 2003; 52 de ellas en lo que va de año. Por allí me encontraba yo, cuando se me acercó el paisano José Antonio Fernández García y me pidió que le acompañara, porque quería regalarme un libro de poesía. Dicho y hecho. Se trataba del poemario “Soria pura” de Ángela Figuera Aymerich [1902-1984], 8, Colección “Mensajes”. Madrid, 1949. Este año además cumple 70 años, añadió mi donante al despedirse.
        Pura alegría. Leí con avidez los poemas impresos en sus páginas -amarilleadas por el tiempo transcurrido- bellamente ilustradas con dibujos de su hermano, el pintor Rafael Figuera. Mi inmediata impresión fue que se trataba de una hermosa carta de amor dirigida al poeta Antonio Machado, el mejor cantor de los Campos de Soria: “Me fui con tu libro allí, / y luego no hacía falta: / todos tus versos, Antonio, / el Duero me los cantaba.// Siempre los canta”. La poesía hecha palabra re-creando al autor de “Campos de Castilla”. Diáfana en su mensaje. Palpitando emociones de sus vivencias sorianas durante el verano. Tamizadas en la soledad interior de su corazón. Son 48 poemas repartidos en 6 apartados. De comunión con la naturaleza, vertida en cuatro elementos: tierra, agua, aire, árbol. En ellos se logra apresar no sólo la belleza, sino el alma misma del paisaje. Emotivo y cordial. De amor, dolor, recuerdos: vida. Perdurable en unas pocas palabras verdaderas. Con esta obra la poeta bilbaína consiguió el Premio Verbo.
        Al libro “Soria pura” le siguió el difundido poema “Exhortación impertinente a mis hermanas poetisas”. Donde avanza una poesía de la preocupación y del grito. Desde unos presupuestos estéticos e ideológicos comprometidos radicalmente con el mundo que la rodea y con la propia existencia. Gozosa, sí; pero, a la vez, sin ignorar el dolor, ni el odio, ni la muerte. Ángela Figuera reivindica en su poesía el digno papel social y cultural de la mujer. 
José María Martínez Laseca
(28 de noviembre de 2019)

martes, 26 de noviembre de 2019

Pactar entre rivales

Después de que Blancanieves haya venido a visitarnos, cubriendo con su manto, de pureza inmaculada, toda la policromía del paisaje gastado por rutinario, convirtiéndolo en una suerte de postal navideña anticipada. Ya sé que más al Norte de Soria –donde ahora apenas nieva–, por El Bierzo y Laciana de León, por ejemplo, o en Asturias, la abundante nieve acumulada generó inconvenientes: circulatorios, turísticos, de aislamiento, con falta de luz e Internet, de intenso frío, etc. No obstante, como una profecía, nos trae algo bueno: pues amamantará los manantiales, que ya estaban resecos, igual que los pantanos y los ríos. También algunos niños de esta España vaciada disfrutaron al verla, tal vez por vez primera. Cual mi nieto Gonzalo, de dos años y medio, mirando caer los grandes copos blancos detrás de los cristales del balcón de mi casa. Yo advertía en las pupilas brillantes de sus ojos sorpresa y alegría, al par que una sonrisa de inocente felicidad alumbrando su cara. Memoria de la nieve, que siempre nos devuelve a la infancia perdida con su halo de magia. Igual que la poesía.
        Contrasta lo antedicho con la prosa chirriante de la actualidad política en esta España nuestra de cada día. Cual charco de ranas. Donde unos pretenden destacar sobre el resto con insultos. Croando y no creando. Como sí a su sí no hubiera no. Cuando la razón está mejor repartida que la riqueza, ya que todo el mundo cree que tiene de sobra. Bien sabemos que una vez conocidos los resultados de las Elecciones Generales del 10-N, –donde 19 formaciones políticas han obtenido representación en el Congreso de los Diputados– el desafío está en conformar un Gobierno entre diferentes, bajo el principio de lealtad. El pacto inicial entre Pedro Sánchez y Pablo Iglesias ha sentado las bases para seguir sumando, en aras a garantizar una legislatura estable y que posibilite aprobar los Presupuestos Generales del Estado. Un nuevo bloqueo solo favorecerá a la ultraderecha. Se hacen las paces entre enemigos y se pacta entre rivales. Hacer política significa edificar, construir el camino común. 
        Recobremos la armonía. La de la música, la poesía y la convivencia. Y cito aquí al poeta Joan Margarit, nuestro Premio Cervantes 2019, que dice en “Dignidad”: La lengua en la que escribo. / También es una lengua bien trabada / para pensar, pactar. Para soñar. / Y las viejas canciones / se salvarán.
José María Martínez Laseca
(21 de noviembre de 2019)

miércoles, 13 de noviembre de 2019

Mientras dure la guerra


Leí, en este periódico, que la última película de Alejandro Amenábar Mientras dure la guerra estaba batiendo records este año en nuestros Cines Lara del Centro Comercial de Camaretas. Que ya había alcanzado las 3.805 personas que la habían visto, desde que se estrenara el pasado 27 de septiembre. Y que, tras las siete semanas transcurridas, todavía, continuaba en cartelera. Por eso, y por haberla visto yo también, me ha parecido oportuno comentarla, tratando de desvelar algunas de sus claves. Comenzaré primero por su sugestivo título que, al decir del propio director, significa dos cosas. Por un lado, forma parte del documento firmado por el bando nacional al inicio de nuestra guerra incivil y que fue decisivo para la toma del poder por Franco. Y de otro, supone una incitación al público receptor para que reflexione sobre si acaso no somos nosotros mismos los que parecemos continuar, sin entendernos, en guerra constante.
En segundo lugar, está la escena capital, que toma como eje narrativo la mitificada contraposición del día de la Raza, aquel 12 de octubre de 1936, en el paraninfo de la Universidad de Salamanca, entre su rector Miguel de Unamuno (con su “vencer no es convencer”) y el general Millán Astray (con su “¡viva la muerte!” y “¡muera la inteligencia!”). Entre el raciocinio y la fuerza bruta. Cierto es, como advierte el mismo Amenábar, que no existe registro sonoro del incidente; pero, el trabajo investigador de Colette y Jean Claude Rabaté (Miguel de Unamuno (1864-1936). Convencer hasta la muerte, Galaxia Gutenberg. Barcelona, 2019), confirma (“con un documento de primera mano”) la realidad, que ahora algunos quieren cuestionar, del enfrentamiento verbal entre dos hombres (…) dispares (p. 529). Aquello, además, tuvo por consecuencias la expulsión como socio del Casino de Unamuno y su destitución como rector de dicha Universidad. Lo que supuso su muerte civil y política, mientras que la corporal tan solo tardaría dos meses y medio en llegarle.  
La película, por último, actúa como catarsis para el espectador de hoy en día, ya que conecta con nuestra actualidad política, en la que las posiciones extremas ganan peso y resurgen movimientos fascistas. Son dos las tramas que discurren en paralelo: la toma del poder por parte del hombre de armas, Franco, y la toma de conciencia por parte del hombre de letras, Unamuno, en defensa de la razón y de la paz.
José María Martínez Laseca
(14 de noviembre de 2019)

miércoles, 6 de noviembre de 2019

Sí, yo iré a votar


Este domingo, 10-N, se celebran nuevas Elecciones Generales, tras el fiasco de las anteriores del 28-A, que condujeron al bloqueo en la conformación del nuevo Ejecutivo para España. ¿A quién culpar de su repetición? Es innegable que la oferta inicial de un Gobierno de coalición, hecha por el PSOE a UP, fue rechazada por estos últimos al considerarla insuficiente. Y ningún otro partido movió ficha para evitarlo. Fuesen y no hubo nada. Ahora, las encuestas publicadas en días precedentes dicen que las va a ganar el PSOE. Con ascensos del PP y de Vox, mantenimiento de UP y hundimiento de Cs,  en cuanto a la tendencia en escaños se refiere. A expensas de la abstención, votos en blanco y nulos. Están las encuestas y luego la realidad. Aunque todo parece indicar que el desbloqueo resultará complicado, dado que siempre que pasa igual, ocurre lo mismo.  
Hay quien remite al debate político televisado el lunes 5, entre los 5 candidatos-hombres para inclinar el voto final de los indecisos. Yo lo seguí enterito. Fue un debate, sin debate;  aburrido, de tres horas. ¿Izquierdas frente a derechas? ¿Vuelven las dos Españas? Un todos contra Sánchez, que se mostró centrado y propositivo; con un Casado agresivo hacia Cs e ignorando a Vox; un Rivera efectista, increpando al PP; un Iglesias lenguaraz, regañando al PSOE su desapego y un Abascal bravucón, peligroso en su discurso reaccio,nario. “Solo los ricos pueden permitirse el lujo de no tener patria”, dijo, citando al falangista Onésimo Redondo. Algo que contrasta con lo escrito por A. Machado en carta a  David Vigodsky: “En España lo mejor es el pueblo. Siempre ha sido lo mismo. En los trances duros, los señoritos invocan la patria y la venden; el pueblo no la nombra siquiera, pero la compra con su sangre y la salva.”  Ver y oír; pero nunca callar. Leer, escuchar y preguntar más y más. Tener más datos para despejar dudas. Desde el pensamiento crítico, para tomar con criterio las propias decisiones.
A mí me sobran los motivos para ir a votar el 10-N. Frente a los que dicen estar ya cansados y los predicadores que mienten con descaro para desmovilizar a la gente. Porque votar, al par que un derecho es también un deber. Algo sagrado. Que marca la raya entre democracia y dictadura. Es mi responsabilidad en la apuesta de calidad de vida y de futuro. Y no lo dejaré en manos de otro nadie. ¡En mi voto mando yo!
José María Martínez Laseca
(7 de noviembre de 2019)

miércoles, 30 de octubre de 2019

La exhumación de Franco


Sucedió el jueves 24-X-2019, la exhumación. 44 años después. Y durante toda la semana pasada el debate político penduló entre Franco y Cataluña (irresponsable la líder de ANC Elisenda Paluzie que disculpa los actos violentos diciendo que sirven para situar a Cataluña en los medios internacionales), eclipsando todo lo demás. Será por lo de “la luna de octubre que siete meses cubre”. Así, se silencia la precariedad en el trabajo y lo que han aumentado las desigualdades en nuestro país. Los ricos son más ricos y los pobres más pobres. Por la mala distribución de la riqueza, que ha roto los puentes de la solidaridad en educación, sanidad, pensiones y dependencia. Hasta el punto de que la educación ha dejado de funcionar como ascensor social.
Lástima que vivamos en un mundo tan extraño donde hay que estar cada día explicando lo evidente. Tiene algo de justicia poética que Pedro Sánchez haya sido el Presidente de Gobierno que ha desalojado a Franco del Valle de los Caídos. Muchos nunca pensaron que esto se iba a conseguir. Y sus imágenes quedarán para la posteridad. Con esa escenificación que hubo en la salida del dictador de la basílica, a hombros de su familia completamente sola, proyectando sus sombras en aquella explanada tan desolada; mientras en la parte superior de la escalinata los representantes del Gobierno que lo sacaba de allí verificaban el momento. Luego el helicóptero sobrevolando la alta cruz de Cuelgamuros y el posterior traslado hasta el cementerio de Mingorrubio, junto a su esposa. Un hecho importante y necesario: separar al verdugo de sus víctimas. Con críticas por dos lados. La más lógica, de la derecha y ultraderecha que todavía no han exhumado a Franco de sus cabezas y todo lo que significó su dictadura. La otra de la izquierda, acusando de electoralismo por la fecha, cuando hubo que esperar la autorización del Tribunal Supremo. 
Una película y un documental contextualizan cuanto digo: “Mientras dure la guerra”, de Alejandro Amenábar (“Franquito, Franquito, tan cuquito, siempre a lo tuyito”) y “La defensa por la libertad”, de Pilar Pérez Solano, sobre la memoria de la Transición española hacia la democracia. Perdón sí, pero no olvido. Justicia y reparación. El Valle de los Caídos debiera servir como Centro de Interpretación de lo que aquí pasó. Para que aquella barbarie y la privación de derechos y libertades no vuelvan a repetirse nunca más.
José María Martínez Laseca
(31 de octubre de 2019)

Saturio Ugarte del Río


Nombre propio de varón es Saturio. Por el santo patrón de la ciudad de Soria, aquel noble anacoreta visigodo que vivió en una cueva a los pies de la sierra de Peñalba, en la margen izquierda del Duero. Donde la curva de ballesta que vislumbró el poeta. Una adición de Sa(n)+Turio, que significa “Santo del río”. Sea como fuere, Saturio es un apelativo identitario de lo soriano. Casi en exclusiva, diría yo. Por ende, poco abundante, ya que no se lo ponen los padres a sus hijos en los tiempos que corren. Yo conozco a alguno que así se llama en mi pueblo de Alamajano y en el próximo de Narros, ya mayores. Empero, si ha habido uno que destacar entre ellos, ese es, para mí, Saturio Ugarte del Río.
            Lástima que tenga que hablar ahora de él en un tiempo pretérito. Porque me enteré –precisamente por la radio, de mañana– que había fallecido el pasado 18 de octubre en su ciudad de Soria, en la que residía. La vida siempre avanza con esa extraña mezcla de sabores agridulces, de alegrías y penas. Si, como bien se dice, la vida es ante todo comunicación, Saturio Ugarte del Río vivió una vida plena. Fue un referente provincial de los medios de comunicación y de la publicidad. A mi recuerdo acude en sus comienzos como director de Radio Juventud de Soria (y después la emisora de RNE, entre 1974 y 1992) cuando, a mis 19 años, vio como “un notable” me birló el premio literario Toro de plata-1974 y él me defendió. Gracias a él, más tarde –y con Chema Aparicio–, dio cauce a mi programa “La noche, la radio y la poesía”, con el que yo cerraba la emisión leyendo mis versos. Contó conmigo muchas veces, entrevistándome para RNE y TVE, de la que él era corresponsal. Que, también, publicó mis primeros artículos periodísticos y mis poemas contra la Soria Nuclear y sobre la despoblación en el “Amanecer” de Zaragoza. Lo vi por última vez, estando yo con Manuel Núñez Encabo, en el Casino Amistad-Numancia. Nos recordó la anécdota de su reportaje sobre aquel Homenaje a Machado en 1975 por profesores y alumnos de su Instituto, censurado por TVE, pero emitido en Méjico. No se me olvida.
            Aunque fuera muy otra su ideología, yo le quedo sumamente agradecido. Y le canto: “Ahora se te ha llevado el tiempo ciego, / Saturio, hacia otro sitio. / Te entreveo cansado y en silencio, / con el rostro oxidado, / cual si estuvieras ido. / Y te lloran conmigo / los álamos del río, / con su llanto amarillo.”
José María Martínez Laseca
(24 de octubre de 2019)

Gorriones y despoblación


A ese pajarillo, entre tierno y triste, como le cantaba Joan Manuel Serrat, se le conoce como el gorrión común. Los chicos de mi edad estábamos muy acostumbrados a verlo con frecuencia, dando saltitos al andar. Acercándose, con toda confianza, a las puertas de nuestras casas del pueblo, aun estando nosotros allí mismo. Como si fuera un vecino más. Y, en tanto que comensal gorrón, reclamaba su cuota: unas migas de pan o algún tipo de grano que llevarse a su buche, para lo cual se servía de su pico rechoncho. Que también capturaba insectos por su cuenta. Viste el gorrión un plumaje de tonos parduscos en el dorso, adornado con marcadas listas negras y grisáceas en el obispillo, el pecho y el vientre. Y cola corta. Cierto es que hay diferencias en su plumaje, puesto que el gorrión adulto macho es más vistoso y coloreado que la más discreta hembra. Puede criar hasta tres veces al año y vivir entre 12 y 13 años. Aunque aparenta tranquilidad, lo cierto es que se muestra agitado cuando se pone nervioso o se agrupa con otros colegas. Su canto no es el dulce trinar del jilguero y se limita a emitir un chipchip o un chirr-r-r-r repetitivo. Y, aún a pesar de que no simboliza la paz, cual la paloma; ni se le asocia en su gracia poética con las oscuras golondrinas, yo le tengo un cariño especial al amigo gorrión. Entre otras razones, por su lealtad. Porque siempre se ha mantenido fiel al territorio, sin emigrar a otra parte, aguantando los duros inviernos.
De un tiempo acá, vienen sonando las alarmas al comprobar que los gorriones están desapareciendo de nuestros pueblos y ciudades. Esto sucede, sin que se les tenga por enemigos, como ocurrió en la China de 1958, cuando su líder Mao Zedung decretó el plan modernizador “Un paso adelante”, y en el que bajo la denominada “Las cuatro plagas” buscó el exterminio de ratones, moscas, mosquitos y, sobre todo, de los gorriones, inculpados estos de comerse el arroz de los cultivos. Tamaño error causó la hambruna subsiguiente. Ahora, responde a razones como el uso de productos fitosanitarios contra los insectos y a la competencia de especies invasoras como la cotorra argentina. Los chinos tuvieron que comprar remesas a los EEUU para reponerlos. Son los sedentarios gorriones termómetro sensible de la contaminación y el ruido medioambiental. Una clara metáfora de nuestra Soria vaciada. Desde aquí yo los convoco a la resistencia.
José María Martínez Laseca
(17 de octubre de 2019)

Más y mejor política


A veces, los líderes políticos nos obsequian con la cita de Antonio Machado, en la que habla por boca de su apócrifo Juan de Mairena, para poner en valor esa noble actividad, hoy en día tan denostada por muchos en este país –tan joven todavía en su experiencia de convivencia democrática–, como si ya estuvieran de vuelta de todo, sin haber llegado aún a ningún sitio. Reza así: “La política, señores (…) es una actividad importantísima… Yo no os aconsejaré nunca el “apoliticismo”, sino, en último término, el desdeño de la política mala que hacen trepadores y cucañistas, sin otro propósito que el de obtener ganancia y colocar parientes. Vosotros debéis “hacer política”, aunque otra cosa os digan los que pretenden hacerla contra vosotros.”
La clave radica, pues, en saber pensar por nosotros mismos, con espíritu crítico. Para mejor discernir. Y así separar el grano de la paja. A los políticos honestos de los corruptos. A los buenos de los malos gobernantes. Sacándole jugo a la cita, reparamos en lo de “obtener ganancia” o de la política como modus vivendi. Se advierte, entre otros, en el ámbito local, cuando 23 de los 81 alcaldes (el 28,4%) de capitales de provincias y grandes ciudades de más de 100.000 habitantes se han subido descaradamente su sueldo, apenas han tomado posesión de su cargo. Máxime cuando el gran problema actual es la desigualdad. Cual si ya hubiera pasado el tiempo de las vacas flacas. Con un 13 %  de trabajadores pobres.
Se incide, también, en lo de “colocar parientes” o nepotismo. Algo que viene de atrás. El reciente caso de la alcaldesa socialista de Móstoles es solo la punta del iceberg que se extiende por muchos sitios. Además de a amiguetes y allegados, enchufados de funcionarios o como asesores o cargos de confianza, cuando no son necesarios.  En claro mangoneo, saltándose la igualdad en la oportunidad, no valorando el mérito y la capacidad de las personas para acceder al puesto. Esto, que aquí se vigila muy poco, tiene mucho que ver con la ética y la justicia social. A tal fin debería cobrar mayor relevancia una función democrática como es la del ejercicio de  la oposición. Frente a los excesos del poder. Exigiendo a quien gobierna la necesaria transparencia y las responsabilidades a que hubiere lugar. Pese a las alergias, todos somos seres políticos, porque vivimos en comunidad. Y si no tenemos aspiraciones y sueños, tendremos dueños.
José María Martínez Laseca
(10 de octubre de 2019)