jueves, 26 de diciembre de 2019

Gaya Nuño


Érase un nombre a la fachada de un edificio pegado: Gaya Nuño. Apellidos que compartieron tres hermanos: Benito, el primogénito; Juan Antonio y Amparo. Aquí me refiero al segundo, que nació en Tardelcuende (Soria) el 29 de enero de 1913 y falleció en Madrid, el 6 de julio de 1976. “Tempus breve est”. Pese a su corta vida alcanzó notoriedad nacional e internacional. Con tesón, por ser de los vencidos represaliados, al perder la guerra civil (1936-1939) en la que combatió de principio a fin en defensa de la República. Yendo contracorriente, frente a una inmensa mayoría de intelectuales acomodaticios. Cual “lobo solitario”, como lo definió Camón Aznar. Por supuesto que muchos paisanos  no saben de quien hablo. Fue historiador y crítico de arte. Escritor ante todo. Con un libro de esencias: “El Santero de San Saturio", breviario de lectura obligada para que todo soriano se conozca mejor y haga autocrítica en pos de remediar los muchos males de la patria chica. Lo que fuimos antes da buena cuenta de lo que somos hoy. Quien lo lea demandará más textos suyos.
            A lo largo de sus 63 años vividos, Juan Antonio, que se casó mientras la guerra con Concha (Gutiérrez) de Marco, fue acumulando, en su piso-ermita de la calle Ibiza, nº 23, 7º A, muchos amigos libros y los cuadros que le regalaron artistas de la vanguardia española, a los que él dio a conocer con la autoridad de su pluma. Cuando murió Juan Antonio, la ocupación de su viuda se centró en dejar ese tesoro en buenas manos. Por la fidelidad del matrimonio con su tierra de nación, pensó en el pueblo soriano. Y llamó a Caja Soria (Obra social) para cedérselo todo a cambio de que esta creara la Biblioteca-Museo Juan Antonio Gaya Nuño. La Caja se le antojaba más fiable que el Ayuntamiento de Soria o la Diputación Provincial. Así lo acordó y Concha de Marco se moría en paz el 19 de octubre de 1989. Más, todo lo que parecía sólido, véase las Cajas, se fue al traste. Y el Centro Cultural Gaya Nuño de la céntrica plaza de San Esteban de Soria, entró en purgatorio.
Cual río Guadiana emergía y desaparecía. Fusiones y confusiones con Caja Salamanca, España-Duero y Unicaja lo han desvirtuado de sus fines. Recién, el acuerdo entre Fundos y el Ayuntamiento de Soria quiere resucitarlo. Empero, algunas noches –según cuentan– se ha visto merodear al fantasma, inquieto y descontento, de Concha de Marco por el mentado edificio.    
José María Martínez Laseca
(17 de diciembre de 2019)

1 comentario :

  1. Gracias por el libro La patria de otros, me he enterado de muchas cosas. No hay nada como leer para conocer la vida y las ilusiones de gente que luchó por dejar una pequeña huella.

    ResponderEliminar