sábado, 30 de noviembre de 2019

Del libro"Soria pura"

Hay días en que la poesía le sale a uno al paso donde menos se lo espera. Me ocurrió el pasado lunes 25-N, a mediodía. Yo paseaba por la céntrica calle El Collado de la ciudad de Soria, frente a la Plaza de San Esteban, donde convoca la Asociación de Mujeres “Antígona”. Dolor y lucha. Máxime en esa fecha: Día Internacional contra la violencia de género. Morado del maltrato [y clamor popular en las calles]. Vivas y libres. Contra una lacra social que registra 1.028 mujeres asesinadas por sus parejas o exparejas desde 2003; 52 de ellas en lo que va de año. Por allí me encontraba yo, cuando se me acercó el paisano José Antonio Fernández García y me pidió que le acompañara, porque quería regalarme un libro de poesía. Dicho y hecho. Se trataba del poemario “Soria pura” de Ángela Figuera Aymerich [1902-1984], 8, Colección “Mensajes”. Madrid, 1949. Este año además cumple 70 años, añadió mi donante al despedirse.
        Pura alegría. Leí con avidez los poemas impresos en sus páginas -amarilleadas por el tiempo transcurrido- bellamente ilustradas con dibujos de su hermano, el pintor Rafael Figuera. Mi inmediata impresión fue que se trataba de una hermosa carta de amor dirigida al poeta Antonio Machado, el mejor cantor de los Campos de Soria: “Me fui con tu libro allí, / y luego no hacía falta: / todos tus versos, Antonio, / el Duero me los cantaba.// Siempre los canta”. La poesía hecha palabra re-creando al autor de “Campos de Castilla”. Diáfana en su mensaje. Palpitando emociones de sus vivencias sorianas durante el verano. Tamizadas en la soledad interior de su corazón. Son 48 poemas repartidos en 6 apartados. De comunión con la naturaleza, vertida en cuatro elementos: tierra, agua, aire, árbol. En ellos se logra apresar no sólo la belleza, sino el alma misma del paisaje. Emotivo y cordial. De amor, dolor, recuerdos: vida. Perdurable en unas pocas palabras verdaderas. Con esta obra la poeta bilbaína consiguió el Premio Verbo.
        Al libro “Soria pura” le siguió el difundido poema “Exhortación impertinente a mis hermanas poetisas”. Donde avanza una poesía de la preocupación y del grito. Desde unos presupuestos estéticos e ideológicos comprometidos radicalmente con el mundo que la rodea y con la propia existencia. Gozosa, sí; pero, a la vez, sin ignorar el dolor, ni el odio, ni la muerte. Ángela Figuera reivindica en su poesía el digno papel social y cultural de la mujer. 
José María Martínez Laseca
(28 de noviembre de 2019)

martes, 26 de noviembre de 2019

Pactar entre rivales

Después de que Blancanieves haya venido a visitarnos, cubriendo con su manto, de pureza inmaculada, toda la policromía del paisaje gastado por rutinario, convirtiéndolo en una suerte de postal navideña anticipada. Ya sé que más al Norte de Soria –donde ahora apenas nieva–, por El Bierzo y Laciana de León, por ejemplo, o en Asturias, la abundante nieve acumulada generó inconvenientes: circulatorios, turísticos, de aislamiento, con falta de luz e Internet, de intenso frío, etc. No obstante, como una profecía, nos trae algo bueno: pues amamantará los manantiales, que ya estaban resecos, igual que los pantanos y los ríos. También algunos niños de esta España vaciada disfrutaron al verla, tal vez por vez primera. Cual mi nieto Gonzalo, de dos años y medio, mirando caer los grandes copos blancos detrás de los cristales del balcón de mi casa. Yo advertía en las pupilas brillantes de sus ojos sorpresa y alegría, al par que una sonrisa de inocente felicidad alumbrando su cara. Memoria de la nieve, que siempre nos devuelve a la infancia perdida con su halo de magia. Igual que la poesía.
        Contrasta lo antedicho con la prosa chirriante de la actualidad política en esta España nuestra de cada día. Cual charco de ranas. Donde unos pretenden destacar sobre el resto con insultos. Croando y no creando. Como sí a su sí no hubiera no. Cuando la razón está mejor repartida que la riqueza, ya que todo el mundo cree que tiene de sobra. Bien sabemos que una vez conocidos los resultados de las Elecciones Generales del 10-N, –donde 19 formaciones políticas han obtenido representación en el Congreso de los Diputados– el desafío está en conformar un Gobierno entre diferentes, bajo el principio de lealtad. El pacto inicial entre Pedro Sánchez y Pablo Iglesias ha sentado las bases para seguir sumando, en aras a garantizar una legislatura estable y que posibilite aprobar los Presupuestos Generales del Estado. Un nuevo bloqueo solo favorecerá a la ultraderecha. Se hacen las paces entre enemigos y se pacta entre rivales. Hacer política significa edificar, construir el camino común. 
        Recobremos la armonía. La de la música, la poesía y la convivencia. Y cito aquí al poeta Joan Margarit, nuestro Premio Cervantes 2019, que dice en “Dignidad”: La lengua en la que escribo. / También es una lengua bien trabada / para pensar, pactar. Para soñar. / Y las viejas canciones / se salvarán.
José María Martínez Laseca
(21 de noviembre de 2019)

miércoles, 13 de noviembre de 2019

Mientras dure la guerra


Leí, en este periódico, que la última película de Alejandro Amenábar Mientras dure la guerra estaba batiendo records este año en nuestros Cines Lara del Centro Comercial de Camaretas. Que ya había alcanzado las 3.805 personas que la habían visto, desde que se estrenara el pasado 27 de septiembre. Y que, tras las siete semanas transcurridas, todavía, continuaba en cartelera. Por eso, y por haberla visto yo también, me ha parecido oportuno comentarla, tratando de desvelar algunas de sus claves. Comenzaré primero por su sugestivo título que, al decir del propio director, significa dos cosas. Por un lado, forma parte del documento firmado por el bando nacional al inicio de nuestra guerra incivil y que fue decisivo para la toma del poder por Franco. Y de otro, supone una incitación al público receptor para que reflexione sobre si acaso no somos nosotros mismos los que parecemos continuar, sin entendernos, en guerra constante.
En segundo lugar, está la escena capital, que toma como eje narrativo la mitificada contraposición del día de la Raza, aquel 12 de octubre de 1936, en el paraninfo de la Universidad de Salamanca, entre su rector Miguel de Unamuno (con su “vencer no es convencer”) y el general Millán Astray (con su “¡viva la muerte!” y “¡muera la inteligencia!”). Entre el raciocinio y la fuerza bruta. Cierto es, como advierte el mismo Amenábar, que no existe registro sonoro del incidente; pero, el trabajo investigador de Colette y Jean Claude Rabaté (Miguel de Unamuno (1864-1936). Convencer hasta la muerte, Galaxia Gutenberg. Barcelona, 2019), confirma (“con un documento de primera mano”) la realidad, que ahora algunos quieren cuestionar, del enfrentamiento verbal entre dos hombres (…) dispares (p. 529). Aquello, además, tuvo por consecuencias la expulsión como socio del Casino de Unamuno y su destitución como rector de dicha Universidad. Lo que supuso su muerte civil y política, mientras que la corporal tan solo tardaría dos meses y medio en llegarle.  
La película, por último, actúa como catarsis para el espectador de hoy en día, ya que conecta con nuestra actualidad política, en la que las posiciones extremas ganan peso y resurgen movimientos fascistas. Son dos las tramas que discurren en paralelo: la toma del poder por parte del hombre de armas, Franco, y la toma de conciencia por parte del hombre de letras, Unamuno, en defensa de la razón y de la paz.
José María Martínez Laseca
(14 de noviembre de 2019)

miércoles, 6 de noviembre de 2019

Sí, yo iré a votar


Este domingo, 10-N, se celebran nuevas Elecciones Generales, tras el fiasco de las anteriores del 28-A, que condujeron al bloqueo en la conformación del nuevo Ejecutivo para España. ¿A quién culpar de su repetición? Es innegable que la oferta inicial de un Gobierno de coalición, hecha por el PSOE a UP, fue rechazada por estos últimos al considerarla insuficiente. Y ningún otro partido movió ficha para evitarlo. Fuesen y no hubo nada. Ahora, las encuestas publicadas en días precedentes dicen que las va a ganar el PSOE. Con ascensos del PP y de Vox, mantenimiento de UP y hundimiento de Cs,  en cuanto a la tendencia en escaños se refiere. A expensas de la abstención, votos en blanco y nulos. Están las encuestas y luego la realidad. Aunque todo parece indicar que el desbloqueo resultará complicado, dado que siempre que pasa igual, ocurre lo mismo.  
Hay quien remite al debate político televisado el lunes 5, entre los 5 candidatos-hombres para inclinar el voto final de los indecisos. Yo lo seguí enterito. Fue un debate, sin debate;  aburrido, de tres horas. ¿Izquierdas frente a derechas? ¿Vuelven las dos Españas? Un todos contra Sánchez, que se mostró centrado y propositivo; con un Casado agresivo hacia Cs e ignorando a Vox; un Rivera efectista, increpando al PP; un Iglesias lenguaraz, regañando al PSOE su desapego y un Abascal bravucón, peligroso en su discurso reaccio,nario. “Solo los ricos pueden permitirse el lujo de no tener patria”, dijo, citando al falangista Onésimo Redondo. Algo que contrasta con lo escrito por A. Machado en carta a  David Vigodsky: “En España lo mejor es el pueblo. Siempre ha sido lo mismo. En los trances duros, los señoritos invocan la patria y la venden; el pueblo no la nombra siquiera, pero la compra con su sangre y la salva.”  Ver y oír; pero nunca callar. Leer, escuchar y preguntar más y más. Tener más datos para despejar dudas. Desde el pensamiento crítico, para tomar con criterio las propias decisiones.
A mí me sobran los motivos para ir a votar el 10-N. Frente a los que dicen estar ya cansados y los predicadores que mienten con descaro para desmovilizar a la gente. Porque votar, al par que un derecho es también un deber. Algo sagrado. Que marca la raya entre democracia y dictadura. Es mi responsabilidad en la apuesta de calidad de vida y de futuro. Y no lo dejaré en manos de otro nadie. ¡En mi voto mando yo!
José María Martínez Laseca
(7 de noviembre de 2019)