viernes, 28 de diciembre de 2018

Ante la incertidumbre

Volviendo la vista atrás en el tiempo, recordaremos como allá por los años noventa reinaba el optimismo entre nosotros. Había caído el Muro de Berlín, estaba finiquitándose el régimen del Apartheid en Sudáfrica, y hasta se había derrumbado el sistema comunista de la antigua URSS. Era un momento en el que parecía que la democracia se imponía alrededor de un mundo sin fronteras. Corrían los primeros años de la globalización, cuando Internet iba dando sus pasos iniciales y creíamos que su puesta en marcha nos ofrecía un enorme potencial de libertad. También eran años de sostenido crecimiento económico, de certezas y de confianza en el futuro.
       Ahora, sin embargo, veinticinco años después de todo aquello, este mundo en el que vivimos se ha convertido en un territorio hostil, cargado de incertidumbres, en el que estamos soportando la cara oscura de la globalización y de Internet, con muchas más fronteras, sin que cese la segregación y donde la democracia se ve claramente amenazada. Es evidente que en las últimas décadas hemos vivido una profunda crisis de las grandes estructuras sociales tradicionales como las de la familia, el trabajo y la religión. Que gran parte del poder requerido para actuar con eficacia del que disponía el Estado moderno se ve desplazado al políticamente incontrolable espacio global. Tal y como avanzó hace once años el sociólogo Zygmunt Bauman, en su obra “Tiempos líquidos” (2007), en este espacio global se devalúa la democracia y pierden calidad la sanidad, la educación y los derechos sociales. 
       Llama la atención, en plena era de Internet y las redes sociales, que, indudablemente, tienen muchos aspectos positivos, que el ser humano se sienta más sólo y tenga miedo al futuro. Esa preocupación con los muchos interrogantes que se abren hace que la gente necesite espacios compartidos para la reflexión y un mejor discernimiento. Estamos viendo como las redes sociales han contribuido a desgranar el espacio compartido y a crear grupúsculos de personas que se retroalimentan entre ellas y que lo que hacen realmente es confirmar opiniones en lugar de abrir sus mentes a opiniones contrarias. Pues como dijo Albert Camus: La fuerza de la democracia está en la duda. De aquí la imperiosa necesidad de potenciar la educación y la cultura, dado que ambas comparten el objetivo común de formar ciudadanos mucho más libres y críticos. 
José María Martínez Laseca
(27 de diciembre de 2018)

jueves, 20 de diciembre de 2018

La lotería

Llega el 22-D. Una fecha especial en el calendario, ya a punto de cumplirse otro año más. Porque se realiza el tradicional sorteo extraordinario de la lotería de Navidad. Sin duda, el más popular de cuantos se celebran en España. Su origen se remonta al 18 de diciembre de 1812 cuando se hizo en Cádiz por primera vez, en plena guerra por la invasión francesa de las tropas de Napoleón. Después pasaría a Madrid y, desde 2012, su escenario es el Teatro Real. Entraña todo un ritual prenavideño, que se anticipa a los villancicos, a las comilonas familiares y a los actos religiosos del niño-dios hecho hombre en un establo de Belén, junto a una mula y un buey. Claro que le ha precedido el encendido de miles de lucecitas que alumbran y dan calor al corazón de la ciudad. Así como el decorado de los escaparates de las tiendas, porque también este tiempo de excepción es propicio para hacer regalos y un mayor consumo. Para la explosión de la alegría y los deseos de paz y de felicidad. El anuncio de la Lotería de este año, con el título “22, otra vez”, se plasma en un corto protagonizado por un hombre al que siempre le toca el Gordo y que, harto de ello, se percata de que el objetivo de la lotería de Navidad es compartirla. Sin duda, porque compartir es uno de los mejores valores que tiene el ser humano, ya que nos hace pensar en los demás, a la vez que equilibra nuestro propio ego.
       Es evidente que estas fiestas navideñas no serían lo mismo sin su lotería, ya que quien más y quien menos juega algún décimo o participación y aspira a llevarse un pellizco de los 2.380 millones que pone en este sorteo Loterías y Apuestas del Estado. El 70 % de lo recaudado, porque Hacienda siempre gana. Año tras año, nuestra provincia de Soria sobrepasa la media nacional de gasto por persona. Acaso porque compran aquí gentes de fuera al llevar la suerte implícita en su nombre. Como ocurre con Sort (Lérida) y La Bruja de Oro. Aunque es la administración de doña Manolita, en la Puerta del Sol de Madrid, donde se forma la cola más larga. En fin, juego de azar. Con dos bombos que giran (uno con las bolas de los números y el otro con la de los premios), acompasando el canto monótono de los niños de San Ildefonso. En una mañana mágica, para soñar. Porque al día siguiente, la cruda realidad pondrá a cada uno en su lugar. Con más descalabrados que favorecidos. 
José María Martínez Laseca
(20 de diciembre de 2018)

viernes, 14 de diciembre de 2018

Sin mujeres

Tenía miga el titular del reportaje: “TVE deja un pueblo sin mujeres”. Intrigado, apenas lo leí me precipité a devorar su letra pequeña para enterarme bien de qué iba aquello. Supe que se trataba de la grabación de un “reality” o formato televisivo que quiere mostrarnos esos sucesos reales que le pasan a la gente común en un determinado marco. Aquí partía de pagar una semana de vacaciones en un hotel con “spa” (balneario) a 50 vecinas del pueblo El Real de San Vicente, en la provincia de Toledo, para ver cómo se las apañaban sus parejas masculinas sin ellas, cargando con las tareas domésticas.
       Cierto es que no suponía algo original, puesto que esta suerte de “experimento social a gran escala” ya lo había llevado a efecto la BBC3 inglesa el año 2005, en Hardisty (Canadá). Sí sorprendió la aprobación de la directora de RTVE Rosa María Mateo que unos días antes había declarado que en la cadena pública no habría “realitis”. No obstante, yo me interesé por las reacciones de los implicados. Así, Jorge Luís, el alcalde del lugar, valoró positivamente el programa por la publicidad gratuita que suponía para su pueblo atrayendo turistas, máxime al estar este tocado por la despoblación y el progresivo envejecimiento de sus vecinos. Por desgracia para él su esposa fue la primera en apuntarse en cuanto la productora Big Bang Media abrió la selección y cuyo cupo de voluntarias se cubrió inmediatamente. Los hombres, en tanto que directamente afectados, reaccionaron de forma desigual. Unos pensaban que la semana se les hará muy larga, ya que no son capaces ni de encender la vitrocerámica, mientras que otros lo tomaban por un tiempo de liberación y sin reproches por sus horas en el bar o frente al televisor viendo el fútbol. 
       Me llamó la atención que el Instituto de la Mujer de Castilla La Mancha no censurara la decisión televisiva, dado que perpetúa la imagen tópica del ama de casa. Que, por contra, la aprovechara para poner en valor la aportación que hace a toda la familia y a la sociedad en general. Además su directora Araceli Martínez, la relacionó con la huelga feminista de los años 70 en Finlandia, que inspiró nuestra huelga feminista del pasado 8 de marzo. Pronto lo veremos, ya que será en enero de 2019 cuando se emita el programa por TVE. Va de mujeres. De esas personas que trabajan el doble para demostrar que valen lo mismo que los hombres. 
José María Martínez Laseca
(13 de diciembre de 2018)

domingo, 9 de diciembre de 2018

Nueva Numancia

Antes muerta, debió de pensar para sí al tomar tan irreparable decisión. Leí, días atrás, en la primera página de mi diario a diario, aquel titular de incuestionable impacto emocional: “Una mujer de 65 años se suicida en Madrid cuando iba a ser desahuciada”. Y, de inmediato, afloró a mi mente la imagen de los últimos habitantes de la mítica ciudad celtíbera de Numancia, entregándose voluntariamente a la muerte, tras resistir hasta el final al despiadado asedio al que la sometieron las legiones de la todopoderosa Roma. Esa mujer se llamaba Alicia, estaba divorciada y tenía un hijo. Ya llevaba seis años residiendo sola en ese estudio, sito en el quinto piso de un bloque de apartamentos de la calle Ramiro II en el barrio de Chamberí. El cronista de sucesos pormenorizaba el desarrollo de tan trágico acontecimiento. Decía que la víctima se encontraba en su casa sobre las once de la mañana. En el mismo momento en que los funcionarios del juzgado, que iban acompañados por agentes de la Policía Municipal, llamaron al timbre para ejecutar la sentencia judicial, consecuencia directa de la denuncia efectuada por el propietario del inmueble, dado que llevaba varios meses sin pagar la renta mensual del alquiler. Pero, Alicia, sabiendo a lo que venían, no les abrió la puerta. Y optó por precipitarse desde una ventana al vacío, estrellando su cuerpo contra el techo de una furgoneta aparcada en la calle, y acabando en la acera, frente a una peluquería. Quién la encontró tendida sobre el suelo, creyó, en un primer momento, que se había desmayado. Nada pudieron hacer por ella los técnicos de emergencias del Samur, que fueron alertados.
       Poco después se supo que, en el pasado mes de mayo, Alicia había acudido a las oficinas de los servicios sociales de su barrio para solicitar información, si bien fuentes del Ayuntamiento no supieron precisar de qué tipo. Al parecer se le comunicó que, previo a cualquier trámite, debía estar empadronada en el distrito. Lo cierto es que ella ya nunca regresó. Y la carcoma de la soledad fue socavando su cabeza. Cuento este caso el mismo día en que nuestra vigente Constitución de 1978 cumple 40 años. Y recuerdo su art. 1º que reza: “España se constituye como un Estado social y democrático de derecho,...” ¿Protegiéndonos a todos por igual?
José María Martínez Laseca
(6 de diciembre de 2018)