domingo, 22 de febrero de 2015

Subir al Espino

Hoy, en el silencio de mi cuarto, releo tu poemario “Campos de Castilla” y siento dentro  de mi corazón todo el caudal de emoción contenido en tus versos. Los que tratan de Soria. Sobre todo, aquellos nueve que componen ese precioso friso intitulado “Campos de Soria”, donde tu mirada se dulcifica ante el desnudo paisaje de nuestra tierra parda. Con sus “colinas plateadas, grises alcores, cárdenas roquedas…”, que ha quedadado así en tus reposadas palabras ya trascendida, inmortalizada. A ellos añado otros trece más, los que conforman el denominado “Ciclo de Leonor”, cargados de tu dolorido sentir, pues rezuman esa extraña tristeza que es amor. Un ciclo que se inicia con el dedicado “A un olmo seco” (CXV), herido en su interior como tu esposa-niña, para la que también invocaste, en vano, el milagro de la primavera, y que prácticamente culmina con el de “A José María Palacio” (CXXVI) en el que pides a tu entrañable amigo que suba  “al alto Espino donde está su tierra”.
Justo hoy, víspera de aquel fatídico miércoles de ceniza de 1939, me he acordado de ti, agradeciéndote el inmenso regalo que nos hiciste de la imagen de la Soria más pura posible. Y comprendí enseguida que tú, tan poco dado a las bambollas y fanfarrias, preferías, si acaso, los homenajes sinceros y sencillos. Tal como lo entendieron en 1924 quienes subieron una corona de flores a la tumba de tu esposa, dando lectura a algunos versos de tus “Nuevas Canciones”. Subir al Espino. Seis, ocho veces, recordaba Ricardo Gullón en 1933, haberlo hecho con José Antonio Maravall, Ildefonso-Manuel Gil, Manuel de Vicente Tutor, Juan Antonio Gaya Nuño, Bernabé Herrero… Con idéntica liturgia: rememoración de Leonor y recitado de algún poema de Antonio.
Antonio Machado “murió aquel día en mala desvergüenza”, 22 de febrero de 1939, hace 76 años. En el cementerio de Collioure (Francia) descansan sus restos. Sin embargo, bien se puede decir que gracias a sus escritos y a su ejemplo pocos están tan vivos como él. Por eso, en la mañana de este domingo 22,  una comitiva de alumnos y profesores de tu primer Instituto, el que lleva tu nombre, subirá, una vez más, al alto cementerio del Espino, para depositar un ramo de flores en la tumba de Leonor y recitar unos versos del mejor cantor de Soria, dando así continuidad al rito. En mi opinión el homenaje más auténtico. Junto con el de aproximarse a su obra y disfrutarla. 
José María Martínez Laseca
(21 de febrero de 2015)     


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