jueves, 30 de noviembre de 2017

Llamar la atención

UNO. Llaman mi atención las obras que se están realizando en la Delegación de Economía y Hacienda en Soria, sita en la Calle Caballeros, 19, a espaldas del controvertido y quieto parado Banco de España. Urgía construir las rampas que facilitaran el acceso de los contribuyentes a la Agencia Tributaria del Estado, máxime cuando se reitera el falso soniquete de que “hacienda somos todos”. Hasta ahora, su respingada escalinata de piedra lo complicaba para algunos y más para discapacitados. Imposible en silla de ruedas. Han tardado lo suyo en decidirse. Que acaso asignaron la partida presupuestaria al efecto, por sentir cierta vergüenza, ya que la normativa para la promoción de la accesibilidad y la supresión de barreras arquitectónicas viene de tiempo atrás. A modo de palacete historicista, su edificio se eleva tres pisos, con balcones, y añade una torre esquinada. Está unido al palacio vecino, con menos altura, de la Diputación Provincial de Soria, por un arco que abre paso a la calle Morales del Espino. Por lo que no tengo claro si las obras se efectúan o no en comandita por las dos Administraciones: central y local. El caso es que las mismas inciden sobre el frente de la fachada del Palacio provincial en su lado derecho. No sé cómo acabará la cosa, pues se dice que “las obras de palacio van despacio”. Empero, me preocupa que al concluirse queden añadidos elementos de impacto visual sobre alguno de los pedestales de granito donde se asientan los bronces de las ocho estatuas que conforman una llamativa galería de personajes ilustres de nuestra historia. A mí me gusta la armonía de esta suerte de plaza, donde se integra la iglesia románica de San Juan de Rabanera, con su precioso ábside y otros ornamentos que la hacen ser tan bonita por dentro como por fuera.
Y DOS. Le llamé la atención, días atrás, a un crío que, en la Plaza Mayor, se entretenía estrellando a posta su balón contra las lonas de las fotografías de Álvaro Ybarra Zavala que, bajo el reclamo de “Macondo, memorias del conflicto colombiano”, se exponían al aire libre. No tendría unos “padres helicóptero”, porque no estaban muy pendientes de su hijo; más bien serían de “yo no muevo el culo”, si es que andaban por allí. Se necesita más urbanidad en nuestra ciudad. Y la mejor educación en valores debiera empezar en cada casa.

jueves, 23 de noviembre de 2017

Violeta Parra

Estoy convencido de que vosotros os habéis emocionado, igual que yo, al escuchar cantar por boca de su autora esta letra: “Volver a los diecisiete después de vivir un siglo / es como descifrar signos sin ser sabio competente / volver a ser de repente tan frágil como un segundo /…”. Aunque el tiempo de los cantautores parezca estar ya caducado, por pertenecer a aquella época pretérita de rebeldía y juventud que se nos fue para nunca más volver. Hablo de una de las cantautoras más destacadas del ámbito hispanoamericano: Violeta del Carmen Parra Sandoval. Nacida el día 4 de octubre de 1917 en la provincia de Ñuble, al sur de Chile. Hija de una modista y de un bohemio profesor de música, muy frágil desde niña, creció en el seno de una familia numerosa donde se cultivaba el amor por las bellas artes y en especial por el canto y la música. No es de extrañar, pues, que primara en casi todos ellos la dedicación a la música folclórica (Hilda, Violeta, Lalo, Roberto y Lautaro), pero también a la poesía (Nicanor) e incluso al circo (Oscar). Pasó su niñez en el campo. A los 9 años aprendió a tocar la guitarra y a los 12 compuso sus primeras canciones. En 1927 murió su padre y Violeta viajó a Santiago de Chile con su hermano Nicanor, pero abandonó la escuela porque ya tenía clara su vocación de cantante desde su compromiso político de izquierdas. Este año, con motivo del centenario de su nacimiento, le han tributado homenajes populares y publicado biografías. ¿Acaso tiene que pasar un siglo para acceder definitivamente al panteón de los inmortales? Empero, su personalidad sigue siendo enigmática. Su hermano Nicanor, flamante Premio Cervantes 2011, en el poema “Defensa de Violeta Parra”, le dice: “Bailarina del agua transparente / Árbol lleno de pájaros cantores / Violeta Parra. // Has recorrido toda la comarca / Desenterrando cántaros de greda / Y liberando pájaros cautivos / Entre las ramas. // Preocupada siempre de los otros / Cuando no del sobrino / ............... de la tía / Cuándo vas a acordarte de ti misma / Viola piadosa”. Se suicidó en 1967. Pese a ello, nos dejó una de las canciones más hermosas del mundo: “Gracias a la vida que me ha dado tanto / Me ha dado el sonido y el abecedario / Con él las palabras que pienso y declaro / Madre amigo hermano y luz alumbrando // …”. Inolvidable.
José María Martínez Laseca
(23 de noviembre de 2017)

jueves, 16 de noviembre de 2017

La sequía


Grave problema: la pertinaz sequía. No recuerdan los más viejos del lugar otra igual. Aquí, en Castilla y León, pese a estar situada en el norte peninsular, se advierte más acusada todavía que en otras partes de España. Hace mucho que no llueve. Apenas han caído cuatro gotas que no son suficientes. Por lo que los efectos contraproducentes se están haciendo notar. En cuanto a la agricultura se refiere, ha mermado la cosecha de cereales y del girasol, también, en la vendimia, la de la uva; la recogida de las frutas de temporada, e incluso de la patata. Los pastos se ven grises y baldíos, sin una brizna de hierba, con el consiguiente perjuicio para los ganaderos que deberán comprar este año más forraje y pienso para alimentar a sus animales. Y los daños producidos no los van a paliar suficientemente ni los agroseguros ni las promesas ministeriales de exenciones fiscales. Sin lluvia, las actividades cinegética y micológica, que son otras fuentes de riqueza y de atracción turística, se han resentido. Hasta las hojas de los árboles han precipitado su caída. Tanto secarral aumenta el riesgo de incendios en nuestros montes. Ni sembrar se puede.
No parece algo coyuntural, y muchos analistas lo asocian al cambio climático. A pesar del primo listo de Rajoy. O de Aznar, que advirtió: "Lo que Dios ha creado, el hombre no debería cambiarlo con estructuras faraónicas. En el problema del agua hay que respetar una España húmeda y otra seca..." Más previsor, el socialista Indalecio Prieto, Ministro de Obras Públicas con el presidente Manuel Azaña en la Segunda República, comenzó la política de trasvases y embalses, que desde 1939 continuó Franco (Paco “El Rana”). Muchos de esos embalses ahora son el termómetro que mide las reservas de agua para el abastecimiento a poblaciones. Como el nuestro de La Muedra o de la Cuerda del Pozo, ya al 21,7 %. Lo que cuestiona su potabilidad por la abundancia de algas. Se imponen algunas restricciones. El agua es ese bien tan preciado que nos da vida. Y se implora a los cielos la lluvia necesaria. Hubo rogativas históricas a la Virgen del Mirón. Viene a cuento este chiste. Una delegación de campesinos se presentó ante el Obispo de la diócesis para volver a procesionarla. A lo que el Obispo les respondió: si queréis sacarla la sacáis, pero para llover no está.
José María Martínez Laseca
(16 de noviembre de 2017)

domingo, 12 de noviembre de 2017

De lo importante

Nada extraño resultará, estando el particular patio de esta España nuestra como está, que yo haya reparado en el libro “Noticia de Cataluña”, de Jaime Vicens Vives, al ser la obra de referencia para entender la construcción de su identidad. Y donde se subraya que las ilusiones son indestructibles, ya que todo se justifica en función de una ilusión. Aquí se nos han presentado las bravuconadas nacionalistas con tanta alegría que ahora sorprende, a quienes no saben distinguir entre la realidad y la propaganda, la contundente reacción por parte del Estado de derecho. Continuará el monotema, cual el rayo que no cesa, de cara a las próximas Elecciones Autonómicas del 21-D. Y lo que te rondaré morena, puesto que esto es como el cuento de la media pipa que nunca se acaba. Conviene, pues, que no dejemos que el árbol de lo que acontece en ese levantisco rincón de España nos prive de ver el bosque de la realidad cotidiana de nuestras vidas. Que el espectáculo nos impida reflexionar sobre lo importante. Todos los otros problemas que padece el conjunto del país. Como son el paro y la precariedad laboral, los bajos salarios, el deterioro de la atención sanitaria, educativa, de las pensiones y de la dependencia, junto a las desigualdades y la corrupción. Porque la llamada “nueva política”, parece estar basada en un pragmatismo absoluto que esconde la inescrupulosidad del engaño y la ambición sin límites. Una política más caracterizada por el márquetin y las estrategias empresariales que por la defensa de principios y valores. Como refiere Claudia Piñeiro en su libro “Las maldiciones”.
Por una maldición se tiene el pagar impuestos, aunque si no existieran los impuestos y la libertad de prensa nos convertiríamos en depredadores y en esclavos. No obstante, debiera acometerse una recaudación fiscal más justa, en aras a hacer sostenible nuestro frágil Estado de Bienestar. Pagar más los que más tienen. Que no recaiga el mayor peso de la carga fiscal sobre las familias (hasta el 80 %), cuando, como denuncia Oxfam, la contribución de las grandes empresas ha descendido a la mitad (y solo aportan un 12%) debido a la existencia de paraísos tributarios, el fraude y la rebaja de impuestos de sociedades. Recaudar sí, para atender las necesidades básicas de la población y no para despilfarros ni prebendas.
José María Martínez Laseca
(9 de noviembre de 2017)

domingo, 5 de noviembre de 2017

Ezequiel Solana

Tradicionalmente, la actividad productiva de las gentes asentadas en nuestra provincia de Soria ha estado vinculada a la agricultura, la ganadería y la selvicultura. Tareas duras, sin duda. De ahí que muchos padres encontraran en la educación de sus hijos la mejor de las inversiones para que estos escaparan de su destino agrario y aspiraran así a un futuro mejor. Ello justifica la gran cantidad de maestros que se formaron aquí. En la Escuela Normal, único centro universitario de Soria durante mucho tiempo. Por eso cuando estos llegaban a cualquier pueblo de España los lugareños exclamaban al verlos: ¡que viene el soriano! 
Figura paradigmática al respecto resulta la del pedagogo y periodista Ezequiel Solana Ramírez, de cuya muerte (Madrid, 5 de septiembre de 1932), se cumplen ahora 85 años. Había nacido el 10 de abril de 1863 en Villarijo (Soria), pueblo de apenas 130 habitantes. Tras terminar la escuela, becado por la Diputación, obtuvo el título de maestro superior con 16 años. Por oposición, regentó las Escuelas Graduadas de Gotor, Calatayud y Zaragoza, donde rigió la revista “El Magisterio Aragonés” y en cuya Universidad inició los estudios de Filosofía y Letras. Los concluyó en Madrid, a donde se trasladó para administrar su Escuela nº 1. También en varias ocasiones fue pensionado por el Estado para realizar estudios en escuelas de Francia, Suiza y Bélgica. Desde 1885, fue copropietario, con Victoriano Ascarza, de la revista “El Magisterio Español” que dirigió hasta su muerte. Una revista profesional dedicada a la pedagogía y la enseñanza, difundida por toda España y que resultaba familiar a todos los maestros que preparaban a sus alumnos en la adquisición de principios y valores que les permitieran interesarse y transformar su entorno. A la vez que a todos aquellos que, sin ser docentes, sentían como propios los intereses de la educación pública. 
Así mismo, con idéntico fin, escribió numerosas obras escolares, como “Lecturas de oro” (1900) o “Cervantes educador” (1914), etc.; y aun otras poéticas, cual “Alboradas” (1893). Este soriano, modesto y sabio, consagró toda su vida a la escuela, el niño y el maestro. La historia de la educación en España y América elogia su biografía. Y su nombre figura en sendas calles de Soria y de Madrid, como reconocimiento a su valioso legado.
José María Martínez Laseca
(2 de noviembre de 2017)

Ir a Madrid

Me gusta, de vez en cuando, desplazarme a Madrid. Para así disfrutar de su oferta cultural, que trato de exprimir al máximo. Con su triángulo de oro museístico: El Prado, El Reina Sofía y El Thyssen, u otras interesantes exposiciones de Mapfre, Caixaforum, Biblioteca Nacional, Museo Arqueológico, etc., donde elegir. Incluidas las lúdicas, como La Luna de Octubre, cual era el caso. Sin menoscabo, tampoco, de visitar La Cuesta de Moyano o El Rastro, tan concurridos por curiosos viandantes. Y me gusta, a pesar de los pesares que produce el recorrido de los 226 Km. que median desde la ciudad de Soria. Si en tren, porque es toda una aventura incierta, más propia del siglo XIX, cuando la implantación del ferrocarril, que del XXI en el que estamos. Si en autobús, porque en la autovía A-15 (Soria-Medinaceli) continúan las obras de reparación del firme por el tramo de Sauquillo del Campo a Radona, lo que provoca desvíos y revueltas por las cuantiosas rotondas, que acaban mareándome. Y es lástima, que estando tan cerca el viaje suponga las casi tres horas de duración. 
Empero, para mí, vale la pena. En esta ocasión porque disfruté especialmente de una función de teatro representada en el céntrico latido de la gran ciudad. Prácticamente en el mimo lugar en el que durante nuestro conocido Siglo de Oro se ubicaban los celebrados corrales de comedias. Aquí serían los de La Cruz y El Príncipe, que ahora ocupa el Teatro Español. A ellos concurría el pueblo entusiasmado, junto a reyes, nobles y prelados, para conocer en vivo y en directo las propuestas de sus geniales creadores: Lope de Vega, Tirso de Molina y Pedro Calderón de la Barca. Es, curiosamente, en la calle del Príncipe donde se encuentra el Teatro de La Comedia, inaugurado en 1875 (recuperado del incendio de 1915), y que, tras larguísima rehabilitación, se reabrió en la temporada 2015-2016, como sede de la Compañía Nacional de Teatro Clásico. Bella bombonera en blanco y oro. Desde su patio de butacas presencio la puesta en escena de “La dama duende” de Calderón de la Barca. Una comedia de capa y espada, de enredo e intriga, que gira en torno al amor y al honor. Un relato con humor, tildado de feminista, protagonizado por una mujer viuda a la que se tiene encerrada para guardar las apariencias. Siempre esa encrucijada entre el ser y el parecer. 
José María Martínez Laseca
(26 de octubre de 2017)