sábado, 27 de junio de 2015

Repoblar

A nadie se le oculta que la provincia de Soria tiene en la despoblación su más acuciante problemática. Desde 1950 se han superado las 60.000 pérdidas demográficas, como consecuencia de la sangrante emigración hacia otros lugares. Además, ha caído la fecundidad Así que tan solo alcanzamos los 93.291 sorianos. Y se mueren muchos más de los que nacen, por lo que el saldo vegetativo es negativo. De otra parte, el envejecimiento de sus moradores es cada vez más acusado. En consonancia con lo antedicho, la debilidad de su sistema de asentamientos -hasta 513 núcleos de población- es manifiesta. Apenas 13 municipios superan los mil habitantes y la capital, que concentra más del 40 % del total, sigue succionando gente del medio rural.  
La institución que debe velar especialmente por su porvenir es la Diputación Provincial,  que, ahora, inicia una nueva era, ya que su gobernación cambia de signo político, al pasar de las manos del PP a las del PSOE, con la abstención de C´s, que ha exigido, entre otras cosas, un Plan Estratégico de Desarrollo Provincial. Reflexiono sobre el siguiente texto: “Artes. El retraso en que se encuentran en un país, que por la multiplicidad de sus brazos está llamado hacia este objeto, será uno de los puntos en que más se fije la atención de la Empresa. Cuando por su esterilidad, temperatura y otras causas, un suelo no es capaz de sostener con sus productos agrícolas a sus habitantes, la ley de economía natural dicta que las artes, el comercio y las demás clases de industria deben ser los objetos preferentes a que se dedique. La empresa presentará sus pensamientos, señalará los recursos que ofrece la provincia a favor de las artes, el modo de fomentar las existentes y de introducir y plantear otras de necesidad y utilidad para el país”. Fue escrito en Soria un 28 de mayo de 1841. Han pasado casi 175 años desde entonces. Y siguen las buenas intenciones formuladas en diferentes Planes de Desarrollo Provincial que nunca llegaron al buen puerto de hacerse realidad. No es patria el suelo que se pisa, sino aquel que se labra y se cultiva. Si gobernar es repoblar; aquí, hasta la fecha –acaso por los malos gobiernos- se ha producido el efecto contrario.
José María Martínez Laseca
(25 de junio de 2015) 

sábado, 20 de junio de 2015

La ciudad es de todos

La peatonalización de la ciudad de Soria salta a la vista de cualquiera que sobrevuele a cierta altura su casco urbano y disponga, en consecuencia, de buena perspectiva para su  contemplación. Dicha peatonalización se desarrolla principalmente en torno al latido de su propio corazón, ya que arranca desde la Plaza Mayor (con su Ayuntamiento, Centro cultural de la Audiencia, iglesia de La Mayor, bares y demás casas); para prolongarse por El Collado arriba, integrando algunas de sus plazas (como la de San Esteban-El Olivo y Herradores) hasta alcanzar el parque de la Dehesa de San Andrés. Recién, como es bien sabido, su superficie de partida se ha visto incrementada al incorporarse la plaza Mariano Granados y el paseo del Espolón, como resultado de la ubicación de dos parking subterráneos. De hecho, la peatonalización en cuestión sirvió de inmejorable coartada para su construcción. También hemos de añadir a esta decidida operación peatonalizadora varias de las calles y callejas aledañas.
Esta mayor disponibilidad del espacio público urbano permite disfrutar apaciblemente del centro de la ciudad de una manera funcional. Invitándose a su población -que todavía mantiene una visión tradicional de la zona céntrica como espacio de comercio y de servicios-, a recorrerlo de modo más cómodo y seguro. Ello constata el reconocimiento del peatón sobre su ciudad y el sentido de pertenencia que estimula el caminar por el centro sobre una infraestructura adecuada que le facilite con confianza la movilidad.
Dispuesta, pues, la infraestructura urbana, haría falta una mayor urbanidad. Como pauta de comportamiento y convivencia, que demuestra buena educación y respeto a los demás. Pero, por desgracia, eso no ocurre así. La paz del tranquilo peatón se ve de hecho turbada por la alocada circulación (a más de 30 km/h) de vehículos de motor. Como ocurre, entre otras, por las calles Real y Zapatería en muchos momentos; e incluso por el Collado mismo al punto de la mañana. En horas de paseo también irrumpen molestos ciclistas exhibiendo sus acrobacias. Y la abusiva ocupación de espacios por parte de algunos bares dificulta el derecho de paso. ¿Acaso no se percata nadie? ¿Es que no hay ley a pie de calle?
José María Martínez Laseca
(18 de junio de 2015)   

viernes, 12 de junio de 2015

Palabras para el tránsito a la jubilación

ompañeras y compañeros: buenos días y saludos cordiales.
Todos conocéis el mito de la Esfinge, que preguntaba a los viajeros: ¿cuál es el animal que por la mañana tiene cuatro pies, dos al mediodía y tres en la tarde? Fue Edipo quien resolvió el enigma respondiéndole que era el hombre, puesto que en su infancia gatea sobre sus manos y sus pies; después, ya crecido, anda sobre sus dos pies y, llegada la senectud, se ayuda de un bastón.
Me pidieron, al ser profesor de literatura (cuyo cometido es tocar a los otros y hacerles cavilar), que os dirigiera una alocución con tan fausto motivo cual el que, hoy, aquí nos convoca: una despedida, un hasta siempre. Como si yo, nadador contracorriente, fuera experto en el difícil arte de hablar bien.
Para nada atendieron mis objeciones, así que cargué con la encomienda y me di a pensar por tener algo sensato que deciros, pese a ser la primera vez que me encuentro, como es obvio, en uno de estos ritos de paso al otro lado.  
El tema a tratar estaba claro, por lo que, obediente, me puse a hacer los deberes para vestir con palabras y emociones mis pensamientos. Y opté por llamar a las cosas por su nombre. Sin esos eufemismos, que prostituyen el lenguaje, tales como “crecimiento negativo”, “reformas estructurales”, “movilización exterior”, etc., que parió la crisis económica, con la fea intención de ocultar la cruda realidad en que nos encontramos. Trabajando más con menos salario.
Iré, en consecuencia, al grano. A lo de la jubilación (voluntaria en casos como el mío  y tal vez forzada en otros). Es un tópico, o lugar común, entre los clásicos de nuestra lírica, este del paso del tiempo, dado que el tiempo no se detiene: “tempus fugit”. Porque nuestras vidas, en atinada expresión manriqueña, “son los ríos que van a dar a la mar”. Somos, por consiguiente, entes efímeros, mero tiempo acotado, seres hacia la muerte, como advirtió el filósofo existencialista alemán Martin Heidegger, pues se nos niega la luz en un día cualquiera.
Hemos llegado hasta aquí por ley de vida, a uno de esos momentos críticos, en que bien podríamos escribir nuestras memorias de viejos profesores enamorados de su función educativa, puesto que se nos aduce que tenemos ahora más caudal de recuerdos que de proyectos. Más pasado que futuro.
Indudablemente que, desde esta atalaya de la edad, disponemos de tan buena perspectiva que uno puede contemplar, a través del espejo retrovisor, los meandros del largo camino recorrido en la práctica de la enseñanza. Una noble tarea elegida por vocación. Que parte de la premisa de que todo niño que nace es un dios hecho hombre. A sabiendas de que la educación pública es un derecho primordial. El único ascensor eficaz, ya que corrige las desigualdades sociales  que causa el entorno.
Entendemos, por ello, que si damos a cada alumno la oportunidad de aprender (conocimientos, habilidades y valores) le estamos dando las herramientas para realizarse individualmente, para desarrollar su propio criterio y pensamiento y ser él mismo. Para que así pueda contribuir a hacer posible un mundo mejor.
No ha sido fácil la tarea acometida, con harta burocracia, teniendo que pelear como quijotes comprometidos con una buena causa, enfrentándonos al trajín de la sopa de letras generada por las sucesivas reformas educativas. Desde la Ley General de Educación de 1970, pasando por la LOECE (1978), LODE (1985), LOGSE (1990), LOPEG (1995), LOCE (2002), LOE (2006), hasta llegar a la actual LOMCE (2013), en paralelo con los sucesivos cambios de signo político en el Gobierno de la Nación. Sin pacto educativo.
Empero, con esa larga hoja de servicios prestados, yo os veo como a heroicos generales forjados en mil batallas, que llevan prendidas en su uniforme las medallas acreditativas de su probado valor. Bien que aquí en son de paz.
Sé que algunos, nostálgicos, recordaréis a los muchos compañeros y amigos que dejáis atrás. Necesitamos recordar para saber quienes somos. También repasaréis la evolución de la enseñanza, desde el tradicional uso de la tiza y la pizarra a las endemoniadas pizarras digitales con la revolucionaria aplicación de las TIC en el aula. Y mientras que unas personificaréis vuestro ideal del magisterio (conocimientos, estética y ética) en profesoras tan entusiastas como la de “Mentes peligrosas”, otros lo centraréis en profesores socráticos cual el de “El club de los poetas muertos”. Todavía habrá quien, rememorando la diversidad de alumnos (“torpes y listos”, “dóciles y ariscos”) que tuvo a su cuidado, tras tantos cursos monótonos y prolijos,  recitará emocionado, en voz baja, aquellos versos de Gerardo Diego alusivos a algún verdadero discípulo que inmortalizará su nombre y apellidos al recordarlo con gratitud y afecto. Así como nos dice Arriano que Alejandro Magno, hablando agradecido de su maestro Aristóteles, llegó a decir: “Si a mi padre le debo la vida, a mi maestro le debo el triunfo”.  
En el mundo globalizado y de Internet en que vivimos, regido por las despiadadas leyes del mercado, que todo lo convierte en mercancía, pues todo se compra y se vende; en el que tanto lo individual como lo colectivo se miden por el bolsillo; en el que se valora más al personaje que a la persona y en el que todo vale, menos los auténticos valores (respeto, tolerancia, esfuerzo, solidaridad…) que apenas sí valen, pues es sabido que “todo necio confunde valor y precio”; yo vengo a reivindicar para todos nosotros, aquí y ahora, como entendía Juan Antonio Gaya Nuño, que el verdadero éxito estriba en la satisfacción interior. Aunque nos estemos quedando solos los pocos que así pensamos. Porque debemos sentirnos orgullosos de los logros conseguidos en tan arduo empeño como el de enseñar a ayudar a pensar a niños y adolescentes. Frente a la dura competencia de la televisión y demás pantallas. Lo ilustra bellamente el monumento situado en la Plaza del Maestro, en Zamora, donde, sobre un pedestal, se alzan las figuras de un alumno y su educador que le indica un lugar en el horizonte.
Pero no debo desviarme del tema. A decir verdad, esto de la jubilación produce una extraña sensación agridulce. Un tanto amarga, puesto que viene determinada por la acumulación de años. Y, sin embargo, etimológicamente la palabra  Jubilación procede del latín "jubilare", que significa “gritar de alegría”. “Me encuentro jubiloso”, han contestado a mi pregunta algunos compañeros que ya han cruzado la raya, con cierto regocijo de celebración en su rostro.
Siendo cual es el español una lengua loable (lo hable quien lo hable): ¿cómo podríamos nombrar a todas estas personas que, como nosotros, se jubilan de la profesión educativa? Yo, a la manera de Luis Piedrahita, empeñado en etiquetar fenómenos que no tienen una palabra que los designe, propongo llamarlos: “viejóvenes”. Un vocablo que quiero interpretar en sentido positivo, aplicado a personas mayores, sí, pero jóvenes de espíritu, contrastándolos con las juventudes viejas que criticara Antonio Machado.
Se abre, por tanto, para todos nosotros, un tiempo nuevo, de más libertad, ya que dejamos de estar bajo la dictadura de un horario estricto. Pero, este no debería ser tiempo de aburrimiento ni de pereza. Por el contrario, ha de servir para recrearnos con aquello que soñamos y que más nos gusta: leer los libros pendientes, viajar a ciertos lugares exóticos, o, simplemente, pasear tranquilos, solos o en buena compañía, por las márgenes del río Duero, disfrutando de la naturaleza, como hacen todos los jubilados que nos han precedido. Incluso para cultivar un huerto con nuestras propias manos. Os digo que lo más conveniente es permanecer activos. Aportando algo a lo ya hecho. Algo que fortalezca a los demás. Saboreando siempre, en el cotidiano vivir, toda la belleza que entrañan las cosas sencillas. El gozoso placer de la existencia.
No estaría de más que, al abrir la ventana de cada amanecer, pusiéramos como banda sonora la preciosa canción de Joan Manuel Serrat “Hoy puede ser un gran día”. Tarareando, en voz alta, su letra: “Pelea por lo que quieres / y no desesperes / si algo no anda bien. / Hoy puede ser un gran día / y mañana también”.
No hemos de resignarnos, ni dejarnos vencer por el desaliento, puesto que no hemos de abandonar las ansias de continuar haciendo de nuestras vidas algo extraordinario, pues somos seres llenos de pasión. Ahora, más que nunca, debemos aprovechar cada instante, ya que, como sentencia, rotundo, Andreu Buenafuente: la esperanza es lo último que se vende. No olvidemos nunca que hoy (anótese aquí la fecha de jubilación) puede ser un gran día. Que tenemos una excelente oportunidad para convertir nuestro otoño en primavera.
¡Salud y buena suerte para los próximos años de nuestras nuevas vidas! Compañeras y compañeros: ¡Ojalá que nos vaya bonito!
José María Martínez Laseca
(12 de junio de 2015) 

Ritual de cortejo

Sala de juntas por escenario. Con una larga mesa en el centro y sentados unos frente a otros. Algunos folios sueltos por encima del tablero, como para tomar notas... Presté especial atención a las fotos que publicó la prensa de sendas reuniones mantenidas el pasado viernes, en sesiones de mañana y tarde, por el emergente partido de Ciudadanos (C´s) con las dos formaciones ya clásicas del bipartidismo soriano PSOE y PP, respondiendo su prelación al mayor respaldo electoral obtenido el 24-M. Sentía cierta curiosidad por saber quienes conformaban las diferentes delegaciones de encuentro. Y me resultaron caras conocidas las de la mayoría de los que salían retratados. Me pareció una especie de ritual de cortejo y de ahí que me extrañara el hecho de que no fueran los pretendientes quienes acudieran a la sede de los pretendidos, sino al revés. Repasé los rostros de Jesús Ciria, José Luis Palomar, Jesús de Lózar, José Antonio de Miguel y una mujer a la que no identifiqué. Pensé que, sin duda, entre ellos se encontraban los dos diputados provinciales de C´s (uno por el partido judicial de Almazán y otro por el de Soria) a los que correspondería con su voto, disciplinadamente, inclinar el fiel de la balanza para elegir al Presidente de la Diputación.
No vi sobre ninguna de las mesas el mapa de la provincia, que es lo que está en juego. Acaso porque no salió a relucir el “para qué” se otorgaría el respaldo de gobierno a uno u otro aspirante. En verdad que, por las poses, lo asocié a un tribunal de selección; así que deberían de haber aportado “la programación para el desarrollo de la provincia de Soria”. Aunque dudo que la tengan más allá de meras generalidades. PSOE y PP firmaron el obligado documento de “compromiso por la regeneración”. Los primeros: por el cambio; los segundos: por seguir. Y Jesús de Lózar, con los suyos, “miró al soslayo, fuese y no hubo nada”.
No sabemos si la Diputación de Soria entrará en el mismo paquete de negociación que la Presidencia de la Junta de Castilla y León entre C´s y Juan Vicente Herrera. Si no es así, PSOE y PP seguirán su cortejo. Arcos de Jalón y Almazán entran también en juego. Y habrá que mover ficha. El sábado 13 de junio se constituirán los nuevos Ayuntamientos, por lo que habrá que descubrir las cartas sobre la mesa. 
José María Martínez Laseca
(11 de junio de 2015)

lunes, 8 de junio de 2015

Suspense

El impacto de los comicios del 24-M es manifiesto en la conformación de las instituciones. En la mayoría de los lugares quedó claro el reparto de poder: unos gobierno y otros oposición. No obstante, restan todavía muchos sitios de la geografía regional donde la situación no ha quedado resuelta, por no poseer ninguna de las fuerzas políticas concurrentes una mayoría suficiente para gobernar. En nuestra Autonomía no está despejado el panorama al quedarse el PP a un solo procurador de lograr la mayoría absoluta en las cortes de Castilla y León. Tampoco en 8 de los 9 Ayuntamientos de las capitales de provincia, exceptuado el de Soria con mayoría absoluta del PSOE. Esto obliga a dialogar a PP y PSOE  con las fuerzas emergentes, en aras a alcanzar algún tipo de  acuerdo  que garantice la necesaria estabilidad y dar una respuesta a las apremiantes necesidades de la gente.
Entramos pues en una nueva cultura política, que contrasta muy mucho con la hasta ahora practicada desde la prepotencia y la soberbia de la mayoría absoluta. El máximo dirigente del PP regional y presidente de la Junta en funciones, Juan Vicente Herrera, ha asumido directamente la responsabilidad de las negociaciones. La abstención de la UPL le bastaría para conseguir la investidura, aunque su único procurador reclama a cambio inversiones compensatorias para la provincia de León. No obstante, en la mayoría de los casos es Ciudadanos (C´s) quien tiene la sartén por el mango. Desde su delegación negociadora se han mostrado muy místicos al luchar contra la corrupción y propugnar la regeneración democrática. En la línea de Santa Teresa, de quien conmemoramos el V centenario de su nacimiento.
Tal se desprende de sus declaraciones, con rotundo menosprecio de los bienes materiales (cambio de sillas) y dando prioridad a los espirituales. Primero aplicarían la vía purgativa, mediante la penitencia; después la vía iluminativa, concentrándose en meditar y, por último, la vía unitiva a través del pacto, hasta llegar a confundirse con uno de ellos: PSOE o PP. Esa es la decisión esperada que nos tiene en vilo, porque está en juego nuestra Diputación Provincial. Al par que el desempate en Almazán y Arcos de Jalón, con sus estrellas invitadas: José Antonio de Miguel (C´s) y Jesús Ángel Peregrina (PP).
José María Martínez Laseca
(4 de junio de 2015)