lunes, 29 de agosto de 2016

Juan Antonio Gaya Tovar

1919. De Tardelcuende, llegan a Soria Juan Antonio Gaya Tovar y Gregoria Nuño Ortega con sus hijos Benito, Juan Antonio y Amparo. Gaya es hombre bondadoso y austero, entregado al trabajo y a la familia. Su prestigio le llevó a presidir el Colegio de Médicos. También ejercía como profesor de Gimnasia y secretario del Instituto. Pero tiene en la política su pasión. Pedía progreso en paz. En 1922 había sido concejal y, con la II República, vicepresidente de la Diputación. Pertenecía al PRRS y era la mano derecha del diputado Benito Artigas Arpón. El golpe militar del 18 de julio lo complicó todo. Los requetés llegaban a Soria el 21 por la tarde. El gobernador Alvajar y el diputado Artigas huyeron a Madrid y Muga, teniente coronel de la guardia civil, controlaba la plaza. El 22 de julio de 1936, el doctor Gaya es reclamado para atender a un herido, y al ser delatado se le trasladó detenido al Cuartel de Santa Clara. En su ausencia, los requetés irrumpen en su domicilio, donde está su esposa con el hijo inválido, y arrojan algunos muebles a la calle.
            La instrucción de Mola (Madrid, 25-5-1936) decía: “Se tendrá en cuenta que la acción ha de ser en extremo violenta, para reducir lo antes posible al enemigo, que es fuerte y bien organizado. Desde luego serán encarcelados todos los directivos de los partidos políticos, sociedades o sindicatos no afectos al Movimiento, aplicándoles castigos ejemplares a estos individuos, para estrangular los movimientos de rebeldía o huelgas”. Su criada, la Bienvenida, le llevaba puntual la comida, pero aquel día el guardia ya no se la recogió. Ocho presos fueron despertados a las 3 de la mañana del lunes 17 de agosto por los camisas azules. En el violento zarandeo al doctor se le cayeron las gafas. Al reclamarlas, quien fuera alumno suyo en el instituto le espetó: “Sepa, profesor, que a donde va no las necesita”. Gaya rebusca en su bolsillo el documento que le exonera de responsabilidades. De nada le sirve mostrarlo. A las 5 los suben a todos a la camioneta que, en apenas 10 minutos, los deja junto a las tapias del cementerio del Espino. Amanece. A las 6 de la mañana, los 8 hombres son fusilados por el pelotón de facciosos. Gaya tenía 60 años. Sus cuerpos son arrojados a una fosa común. Y en ella siguen. Sin exhumar para recibir digna sepultura. Se cumplen ahora 80 años de aquella guerra incivil.
José María Martínez Laseca
(25 de agosto de 2016)        

lunes, 22 de agosto de 2016

Dos libros

Dos libros han salido este verano sobre “los Gaya”, que así es como se conocía a la pareja formada por Juan Antonio Gaya Nuño y Concha de Marco en los círculos culturales de la época. Los títulos de sus portadas: “Concha de Marco. CELDA DE CASTIGO” y “Juan Antonio Gaya Nuño y Rafael Alberti, entre la firmeza y el vuelo”. Son libros pagados por dos instituciones: Ayuntamiento capitalino y Diputación Provincial de Soria. Ambos se presentaron en el marco de la Feria del Libro, Expoesía-2016, los días 9 y 10 de agosto, entre otros por el cacereño Hilario Jiménez Gómez. El primero de ellos oportunista en su coartada de la celebración del centenario del nacimiento de Concha de Marco, denota precipitación. Su mérito, tratarse de la edición facsímil de una copia a máquina de su poemario “Celda de Castigo”. Texto publicado en su totalidad, pero no tan inédito, al haber  noticia expresa de sus versos por lo menos desde 1995. Y chirría demasiado que dentro del “cuaderno gris” se haya incrustado “Concha de Marco, una soriana sin sombrero”, un exceso incomprensible autocalificado de crítico, pero con apenas estudio. Por cierto, Concha de Marco no pertenece a “Las sinsombrero”.
Del segundo libro figura como autor el mencionado Hilario Jiménez Gómez. Se trata de una magnífica edición, dada la calidad del papel, páginas en color sin límite, etc. Se pone de manifiesto el buen hacer de la imprenta provincial. En cuanto a su contenido y señas de identidad, este libro, según se dijo: “no es otra cosa que las investigaciones de Hilario Jiménez, que le llevaron a la Fundación Rafael Alberti, donde trabajando en uno de sus libros descubrió la riqueza de la correspondencia entre Rafael Alberti y el escritor y crítico soriano Juan Antonio Gaya Nuño, cuyo estudio y análisis ha dado lugar a este libro”. Para tal viaje no hacían falta estas alforjas. Dicha tesis ya fue expuesta, negro sobre blanco, en mi trabajo “Una vieja amistad entre Alberti y Gaya Nuño”, ver DIARIO DE SORIA, 21, 22, 26 y 27 de febrero de 2003, por lo que está, obviamente, plagiada. Mucha acumulación pues y poca investigación. Solo faltaba que no se aportara algo. Pero el libro resulta todo un pastiche al reproducir elementos varios y combinarlos de manera que el resultado parezca una creación original. Como si antes de él nada se hubiera hecho al respecto. Sin complejos y sin escrúpulos.
José María Martínez Laseca
(18 de agosto de 2016)      


Fiestas

Fiesta, según Casanova, es toda reunión en la que todos los que participan están de fiesta, se sienten de fiesta. Comparten un estado mental y no sólo un acto colectivo. Por su parte,  Antonio Ariño la define en relación dialéctica con la vida cotidiana, ya que rompe con el tiempo de trabajo y sumerge a los participantes en un ambiente que propicia e intensifica interacciones emotivas. Y cultiva la paradoja al mezclar en una síntesis, no exenta de tensión, el rito y el juego, la ceremonia y la diversión, el respeto a la tradición y la espontaneidad,  lo espiritual y lo corporal, lo íntimo y lo público. Las fiestas son, pues, integradoras de la sociedad, borran temporalmente las diferencias sociales, reproduciéndose en ellas los vínculos sustentatorios de la identidad grupal. Actos rituales, música, danza, comida, territorialidad; la fiesta es la máxima expresión conjunta de diversas expresiones del patrimonio cultural inmaterial. Los eventos festivos adquieren, por ello, una importancia fundamental  en la reproducción y re-creación del patrimonio cultural inmaterial de los diferentes pueblos, ya que la tradición se renueva dentro de los cauces del saber tradicional pero con apertura también a lo nuevo, sobre todo en consideración de los intercambios cada vez más frecuentes que los individuos realizan en sus actividades diarias o por la globalización.
Con la entrada de agosto, la provincia de Soria arde en fiestas, ya que durante este cálido y soleado mes muchos pueblos celebran sus fiestas patronales. Otros las han trasladado a estas fechas para contar con la presencia de quienes un día se fueron. No es de extrañar, siendo nuestra provincia de tradición agrícola, ganadera y forestal. Para el calendario agrícola se trata de un momento clave y el ciclo estacional marca la mitad del verano o estación del amor. En su epicentro, la conmemoración de La Virgen de Agosto y San Roque. Este muy celebrado otrora como defensor contra la peste. La primera constituye una de las fiestas marianas más notables, sobreponiéndose a ceremonias antiguas de carácter pagano. Justo es que, cuando la madre tierra ha ofrendado sus cosechas, el campesino le manifieste con el culto y el rito su agradecimiento.  Con la fiesta la comunidad se reafirma y las identidades encuentran sabia nueva. De aquí que vivamos esperando y organizando todo tipo de fiestas.
José María Martínez Laseca
(13 de agosto de 2016)

lunes, 8 de agosto de 2016

Ramón Benito Aceña

A las 5 de la madrugada del lunes 11 de diciembre de 1916 moría en Madrid, soltero, a sus 86 años, el Excmo. Sr. Don Ramón Benito Aceña (RBA), quien, según José María Palacio, “tuvo en los últimos años de su vida un estímulo obsesionante: el de glorificar (…) el nombre inmortal de Numancia. Y a fe que lo consiguió…”. Dos hechos lo confirman. El primero, la ejecución a sus expensas del severo monumento elevado en el solar del cerro de La Muela (Garray), donde estuvo situada la invicta ciudad celtíbera, muy semejante en su estructura, aunque más sencillo, al del Dos de Mayo en la plaza de la Lealtad de Madrid; y que fue inaugurado solemnemente por S.M. el Rey Don Alfonso XIII el 24 de agosto de 1905. Y el segundo, la construcción, también a sus expensas, en el paseo del Espolón de la ciudad de Soria, y en terrenos cedidos por su Ayuntamiento, de un edificio para Museo exclusivamente numantino, en el que reunir y exponer al público las colecciones de objetos artísticos e históricos encontrados en las excavaciones practicadas en Numancia. Sus planos los realizó el ilustre arquitecto Don Manuel Aníbal Álvarez. La superficie total ocupada por el edificio y los espacios destinados a jardines, es de 60 x 58 metros. Comenzó su andadura por Orden de 24 de enero de 1914, pero, aunque ya acabado se entregó al Estado el 17 de julio de 1916, hubo de esperar a ser inaugurado por S. M. el Rey Don Alfonso XIII hasta el 18 de septiembre de 1919, con Don Blas Taracena Aguirre como primer director, aunque ya muerto su mecenas.
Don RBA había nacido en Valdeavellano de Tera el 14 de octubre de 1830, en el seno de una familia de ganaderos y propietarios. Fue el primer alumno del Instituto Provincial que se graduó bachiller y gracias a su tío, el catedrático Pedro Benito Golmayo, se licenció en derecho en la Universidad Central. Militante del partido conservador fue Diputado por Soria, desde 1876 hasta 1899 en que, sustituido por Luis Marichalar, pasó al Senado, representando a la provincia casi ininterrumpidamente hasta su muerte. RBA es buen ejemplo de político de la Restauración. De “buen cacique”, conseguidor de las demandas de su distrito, como el tren Torralba-Soria, entre otros muchos. Se le nombró hijo adoptivo de Soria y la plaza de Herradores lleva su nombre.
José María Martínez Laseca
(6 de agosto de 2016) 

Sobre poesía

Ya está a la vuelta de la esquina la celebración veraniega de la Feria del Libro en la ciudad de Soria: EXPOESÍA, que el año pasado giró en torno a la naturaleza y que este se centra en la mujer, sin olvidar a los clásicos Cervantes y Shakespeare en el IV Centenario de sus muertes. Todavía, a estas alturas, sigue siendo difícil definir ese misterio que supone la poesía. “¿Qué es poesía?, dices, mientras clavas / en mi pupila tu pupila azul. / ¿Qué es poesía? ¿Y tú me lo preguntas? / Poesía… eres tú.”; respondió Bécquer. A lo que suele añadirse otra pregunta: ¿para qué sirve la poesía?, que dará lugar a un sin fin de respuestas. Así Jorge Luis Borges la respondía con esta pregunta: “¿para qué sirven los amaneceres?”  Y otros la justificarán diciendo que sirve para intensificar la conciencia, buscando más allá de las palabras. O que es la memoria de las emociones y de los sentimientos, al tiempo que nos dota de identidad frente al olvido.
Pese a que ambos interrogantes siguen abiertos, ahora es noticia que la poesía, tenida por la primavera de la literatura, se está poniendo de moda. Lo confirman los jóvenes que la demandan en las librerías, por encima de la narrativa y el ensayo. Con lo que el género lírico ha crecido en ventas. Y hasta florecen sus editoriales. Incluso, esos mismos jóvenes han pasado a la acción y escriben versos. De ahí los “Nuevos poetas” que tienen la claridad y lo cotidiano por objetivos, anteponiendo el mensaje a la forma. Todo ello favorece un mayor aprecio a los viejos poetas. Como Ángel González, que decía: “Si yo fuera Dios / y tuviese el secreto, / haría / un ser exacto a tí; / lo probaría / (a la manera de los panaderos / cuando prueban el pan, es decir: / con la boca.”  Y es de justicia la reivindicación de las poetas, tan marginadas históricamente, como si no tuvieran generación, cual advirtió Concha de Marco. Varias antologías poéticas reivindican ese canon distinto sin silencio ni olvidos, mostrando su sensibilidad y su relevancia poética. A propósito: “La poesía, señor hidalgo, a mi parecer, es como una doncella tierna y de poca edad, y en todo estremo hermosa, a quien tienen cuidado de enriquecer, pulir y adornar otras muchas doncellas, que son todas las otras ciencias…” le dice don Quijote al Caballero del Verde Gabán. Por ello, disfrutar debiera ser, también, cuidar lo bello.
José María Martínez Laseca
(4 de agosto de 2016)