viernes, 25 de marzo de 2016

EN EL CENTENARIO DE SU NACIMIENTO Los primeros años de quien dio en llamarse Concha de Marco (y 2)

 Una triste casualidad había hecho que ese mismo día en que dejó de existir tu querida mamá, la tan amada esposa de tu padre, coincidiera en su fecha con el día en que también fallecía en Peñafiel (Valladolid) su buen padre don Manuel Gutiérrez  Gutiérrez, tu abuelo. Al quedarse tu padre viudo, con dos hijas tan pequeñas, tú y tu hermanita, y viuda a la vez y sola su anciana madre, tu abuela, doña Juana Santamaría Arranz, se vino a vivir con vosotros a Soria para prestaros sus cuidados.
            A fe que las desdichas nunca vienen solas. Y así, el 27 de marzo de 1919, dentro de la tercera oleada “de invierno”, que abarcó de enero a abril de ese año, de la Gran Gripe, moría Carmencita, tu hermana chiquita. “El Avisador Numantino” de 29 de marzo, página 3, lo confirma: “El jueves subió al cielo la niña de ocho meses, Carmen Gutiérrez de Marco, hija del aspirante a Inspector de Policía D. Mariano, estimado amigo nuestro.
            Cuando aún no están cerradas las heridas que la muerte de su amantísima esposa proporcionó al Sr. Gutiérrez, esta nueva desgracia aumenta el dolor de nuestro amigo.
            Deseamos al Sr. Gutiérrez resignación cristiana para sobrellevar la nueva desgracia.”
            Quizás en un intento desesperado por despegaros de esos malos recuerdos, luto sobre luto, tu padre Mariano, tu abuela Juana y tú misma abandonasteis el domicilio familiar  para iros a aposentar en el número 43, 3º de la calle Canalejas, en cuya planta baja se encontraba la confitería del Avelino. Fue un poco antes de que el matrimonio Gaya-Nuño –junto a sus tres hijos: Benito, Juan Antonio y Amparo–, se viniera a vivir desde Tardelcuende a la ciudad de Soria, a la casa nº 15, 3ª planta de la Plaza de Herradores. Justo cuando vosotros ya os habíais mudado.
            Como se ha referido, con el tratado de paz firmado en Versalles, por las diferentes potencias europeas, se ponía fin oficialmente a la Primera Guerra Mundial, con los más firmes propósitos de que por nunca jamás tal derramamiento de sangre se volviera a repetir.  Se cerraba a su vez, también, el paréntesis de los intensos y fatídicos cinco años, que habíamos abierto a tu primera existencia.
            Empero, tras de todo lo narrado, quedaba todavía tiempo para la sorpresa. Y es que tu padre se volvía a casar. Ahora lo hacía con tu tía Ángela, que era dos años mayor que tu difunta madre, y de la que fue madrina en su casamiento. Ya se advierte en la página tres de “El Noticiero de Soria” de 13 de enero de 1920 que nos cuenta: “Anteayer domingo en los templos de San Juan y El Espino, se leyeron las primeras amonestaciones del matrimonio que en breve contraerán don Mariano Gutiérrez, Inspector de Vigilancia pública, y la bella y simpática señorita soriana, Ángela de Marco Soria.
            Muy cordial enhorabuena, deseando al futuro matrimonio muchas felicidades.
            Por luto familiar no se celebró el acto con invitaciones, habiendo sido particularmente obsequiados por la tarde varios amigos por el señor Gutiérrez, al que mucho agradecimos la atención.”
            Después de leerse las otras dos amonestaciones preceptivas en días festivos, se efectuó por fin la  boda el 2 de febrero. Al día siguiente, “El Noticiero de Soria”, en su página 3, informaba: “Esta madrugada en la iglesia de San Juan ha contraído matrimonio nuestro estimado amigo el Inspector de Vigilancia pública de esta capital don Mariano Gutiérrez con la bella y gentil señorita soriana Angelita de Marco, y por reciente luto de ambos la boda se ha celebrado en familia, habiendo marchado los recién casados a Zaragoza y otras poblaciones. Muchas felicidades les deseamos, con muy cordial enhorabuena.”
            Tras ello, iría transcurriendo el tiempo lento para la nueva pareja, dentro de su normal rutina cotidiana. Todavía, por encima inclusive de la Gran Guerra, permanecía fresca en la memoria la Gran Gripe padecida. Y a la hora del balance definitivo, del reconocimiento a los más esforzados en combatirla, se advierten una vez más las injusticias cometidas. Por eso, para mayor honra y honor de tu padre Mariano Gutiérrez, recojo literalmente esta crítica publicada en “La Idea” de 17 de julio de 1920, página 2:
¡OH EL HEROE!
García recompensado
            “Nos hemos enterado con verdadero asombro de que al señor García-Plaza, Gobernador que desgobernó en tiempos la provincia de Soria, le ha sido concedida la cruz de beneficencia.
            ¿Por qué se le ha otorgado esta distinción? ¡Asombraos lectores píos! Por su comportamiento durante la epidemia de gripe que el año pasado azotó y asoló nuestra provincia.
            No sabíamos que tales recompensas se dieran a la ineptitud, al miedo y al fracaso. Si algo hizo García en aquella epidemia, ese algo, fue estarse en el despacho del Gobierno pasándose la mano por la calva incipiente, o salir en automóvil hasta lo menos cincuenta kilómetros de los pueblos infectados.
            ¡Oh héroe!
            ¿Y la parodia del bastoncito? ¿Y… pero para qué continuar?
            Lo mejor del caso, es que según nuestras noticias, la cruz para García ha sido pedida por la Comisión provincial.
            ¡Vamos hombre!
            ¿No era más merecedor de esta recompensa el heroico –aquí sí que está bien aplicado el calificativo– funcionario D. Mariano Gutiérrez, que batalló sin tregua en diversos pueblos, ejerciendo funciones de practicante? ¿No estaría mejor otorgada esta distinción al Sr. Febrel, al practicante D. Isidoro Martínez o a cualquier otro de los muchos que se distinguieron combatiendo la epidemia?
            Pero ¡a García!
            ¡Qué cosas hay que ver en este pícaro mundo!”             
            Y llegado el 1 de marzo de 1921, cuando tú contabas casi cinco años, tu tía-madrastra dio a luz a su primera hija, a la que pusieron el nombre de su madre, Ángela, compartiendo, en consecuencia, contigo sus dos apellidos.
             No sabemos a ciencia cierta lo que ocurrió después. Acaso algún incidente en su  trabajo llevó a tu padre a pedir su traslado de Soria a la frontera francesa de Port Bou. De ahí que toda la familia –los cinco: el matrimonio, la abuela paterna y las dos niñas– un día del mes de octubre o noviembre de 1921 partiera hacia Figueras (Gerona), instalándoos en la planta baja de una casa de dos pisos de la calle Cervantes, nº 82.
            Abandonabas así, siendo todavía una niña, tu querida Soria, para continuar creciendo en edad, formación y vivencias personales por otros derroteros. Si en el teatro los cambios de escenario comportan  el desarrollo de un nuevo acto de la trama, algo similar sucedió con tu vida trasplantada, que dejaba atrás el paisaje tu primera infancia.            
            Pero esa es ya otra historia, decisiva para que tú, más tarde, adoptaras en tu condición de poeta, por nombre propio tuyo el  de Concha de Marco. Cual si así, al fluir de tu  sangre, incorporaras la vida interrumpida de tu joven madre fallecida a causa de la Gran Gripe, cuando tan solo contaba 25 años.
José María Martínez Laseca
(25 de marzo de 2016)                        

EN EL CENTENARIO DE SU NACIMIENTO Los primeros años de quien dio en llamarse Concha de Marco (1)

Durante toda la vida tú presumiste orgullosa, Concha,  de haber nacido en Soria. Por eso yo he querido husmear de cerca tus pasos, propasándome de cuanto tú, a Ignacio del Río y a mí, nos habías contado verbalmente. A fin de saber algo más de ti. Remontándome incluso más allá de tus progenitores. Y en la abundante y variopinta prensa local de Soria del primer tercio del siglo XX, donde hago mis pesquisas, queda constancia expresa de casi todo ello, como muy bien puede observar el curioso y atento lector en cuanto se sigue.  
            Cabe decir que todo principió cuando Mariano Gutiérrez Santamaría, dada su condición de funcionario del Estado, y, en concreto, como aspirante al cuerpo de vigilancia, y que hasta entonces prestaba sus servicios en Irún, se vio trasladado a la ciudad de Soria, a donde llegó a mediados de abril de 1913 para tomar posesión de su nuevo destino (Véase “El Porvenir Castellano”, 17 de abril de 1913, pág. 5). Él era buen mozo, apuesto de presencia, moreno de pelo y cetrino de tez y lucía un poblado bigote de autoridad sobre su boca. Pronto, a lo que se ve, entabló serias relaciones con la joven soriana Concepción de Marco Soria, hija de Elías de Marco Cascante y Concepción Soria de Pablo. Ambos lo consideraron un buen partido para su hija, y consintieron.
            En estas estaban los dos enamorados, cuando el 28 de junio de 1914 una noticia de enorme impacto alteraba el panorama internacional. Un joven nacionalista serbio asesinaba en Sarajevo al archiduque Francisco Fernando de Austria, con lo que el imperio austrohúngaro declaró la guerra a Serbia.  Se prendió, pues, la mecha que activó a las diferentes alianzas y se desencadenó el conflicto conocido como Primera Guerra Mundial. Su devastador efecto mortífero ascendería a nueve millones de combatientes muertos. Ante ella España se mantuvo neutral. Pero,  desde el mismo inicio de la Gran Guerra, el 28 de julio de 1914, hasta el 11 de noviembre de 1918 en que Alemania firmó el armisticio, prolongado después hasta el 28 de julio de 1919, cuando los países en guerra rubricaron el tratado de Versalles, en el cotidiano transcurrir de la vida de nuestros dos personajes iban a desencadenarse una serie de acontecimientos importantes. Buenos los menos y, por desgracia, trágicos los más.
            Fue, precisamente, el 8 de diciembre de 1914, coincidente con la batalla naval de las Islas Malvinas librada entre las escuadras alemana y británica, frente a las costas de Chile, con derrota de la primera; cuando se produjo la unión sacramental de la pareja. Lo recogería “El Noticiero de Soria” del día siguiente en su sección de “Noticias” de la página dos, pero ya en la víspera lo anunciaba “El Porvenir Castellano” del 7 del 12 de 1914, página tres, al decir: “Mañana a las ocho tendrá lugar en la iglesia de San Juan de Rabanera el matrimonial enlace de la distinguida señorita Concepción de Marco, con el joven aspirante de vigilancia y apreciado amigo nuestro D. Mariano Gutiérrez, que presta sus servicios en esta capital.
            Apadrinarán el acto D. Elías de Marco y la encantadora señorita Angelita de Marco, hermana de la novia.
            En el expreso de la tarde realizarán el viaje de novios los contrayentes, los cuales se proponen visitar varias capitales del Mediodía de España.
            Reciban por adelantado los nuevos esposos y respectivas familias nuestra cordial enhorabuena.”
            Al regreso de su feliz luna de miel, el matrimonio se cobijó en el piso que tu abuela materna Concepción Soria tenía alquilado a la familia Gaya Tovar en el portal número 15, 2ª planta, de la plaza de Herradores, la que luego se nombró de Ramón Benito Aceña. Era la misma casa en la que se habían alojado los hermanos Bécquer (Gustavo Adolfo y Valeriano), durante su estancia en Soria, allá por 1860.
            Apenas transcurrió un año y medio de placidez conyugal, cuando el amor dio su primer fruto. Tuvimos, en consecuencia, la grata noticia de tu nacimiento. Fue el día 23 de mayo de 1916 que, tres días después, “El Noticiero de Soria” recogía así: “Ha dado a luz con toda felicidad una niña la estimada soriana doña Concepción de Marco, esposa del Inspector de Orden público don Mariano Gutiérrez.
            Siguen bien madre e hija. Cordial enhorabuena.”
            A los pocos días de tu llegada a este mundo, te bautizaron cristianamente en la pila bautismal de la iglesia de San Juan de Rabanera y te pusieron de nombre María de la Concepción Juliana Gutiérrez de Marco.
            Todo continuó su curso y eras tú, su única hija, la alegría de la casa. Que hubiste de esperar sola hasta el verano de 1918 para tener la ruidosa compañía de una hermanita que recibió el nombre de Carmen.
            El cielo soriano era límpido y azul, y nada hacia presagiar unos nubarrones negros en el horizonte. Pero la guerra, la maldita guerra, no se conformó con causar sus mayores estragos en los frentes de lucha, ya que los ejércitos han sido, por añadidura, en muchos casos los grandes portadores y difusores de  enfermedades infecciosas. Y esto es lo que ocurrió con la terrible gripe de 1918, cuyo brote tuvo una extrema virulencia. Comúnmente es conocida como “gripe española”, toda vez que en nuestro país, no implicado en la guerra, recibió gran atención en la prensa, que informaba al detalle de su evolución, mientras en los demás países se silenciaba, puesto que se aplicaba la censura para evitar la alarma social.
            Sin embargo, la pandemia no entendía de bandos ni de fronteras y su mortífero efecto sobre la población civil resultó el más devastador de nuestra historia reciente. Muchas de sus víctimas fueron jóvenes y adultos saludables, con altísima mortalidad infantil, no dejando siquiera a salvo a animales como perros y gatos. En un solo año aniquiló entre 20 y 40 millones de personas. En España sucumbió el 1% de la población, de 200 a 300 mil personas. Y aquí en Soria la cifra rondó el millar de muertos.
            En su apartado “De la provincia” y  bajo el título de “Estado sanitario” la plana segunda de “El Noticiero de Soria” de 18 de octubre de 1918, señalaba que eran ya 151 los pueblos afectados por la enfermedad reinante, habiendo sido Cabrejas del Pinar el primero en padecerla y los de Langa y Deza los que mayor azote epidémico han sufrido. En esta misma información se advertía como: “al Inspector 2º de Vigilancia que fue a Deza, don Mariano Gutiérrez, le ha sustituido el agente don Juan Torre.
            Don Mariano Gutiérrez se ha portado heroicamente y anoche regresó de Deza, teniendo a su esposa la estimada soriana doña Concha de Marco gravísimamente enferma, y cuya mejora vivamente deseamos.”
            No obstante, pese a la formulación de tan buenos deseos, el desenlace no se hizo esperar, puesto que en la tercera plana de ese mismo medio, con idéntica fecha, se recogía la siguiente noticia necrológica: “Esta tarde ha fallecido la estimada señora soriana doña Concepción de Marco Soria, esposa del 2º inspector de Vigilancia Pública don Mariano Gutiérrez, habiendo sido muy sentida su muerte en toda la población. Descanse en paz la finada y reciba el afligido esposo, angelicales hijos y demás familiares nuestro sincero pésame.” De agosto a diciembre se había desarrollado la segunda oleada pandémica, calificada “de otoño”.
José María Martínez Laseca
(23 de marzo de 2016)

Lengua e identidad

Cada tres años se convoca el Congreso Internacional de la Lengua Española. Esta vez, la séptima,  ha sido en San Juan de Puerto Rico. Objetivo: celebrar, reflexionar y educar sobre el español y la cultura hispánica. Un especial protagonismo ha tenido el gigante de nuestras letras, Miguel de Cervantes Saavedra (1547-1616), en el IV Centenario de su muerte. Por ende “El Quijote”, que sigue fascinando 400 años después. Si, en su primera parte, se puede decir que la historia de Don Quijote y Sancho no era más que un pretexto para enhebrar relato tras relato; en la segunda se da otro planteamiento como es el teatral, precisamente porque son ya lectores del Quijote. Y todos lo construyen. Una de las gracias del Quijote radica en que convirtió el fracaso en libertad. Su voz trata del margen y de la dignidad de quienes están en el margen. Por eso, a mi me agrada sobremanera que al cuestionar el Duque el linaje de Dulcinea, don Quijote le espete que Dulcinea “es hija de sus obras”, y que  “en más se ha de estimar y tener un humilde virtuoso que un vicioso levantado”. Lección esta de aplicación a nuestros días, con tanta corrupción por las alturas. Es así la lectura del Quijote un gozo para los sentidos. Gloria y honor, pues, a Cervantes que nos regaló esa catedral de lo humano que es toda su producción literaria.    
Al cumplirse el I Centenario de su muerte, también cobró protagonismo Félix Rubén García Sarmiento (1867-1916), más conocido por Rubén Darío, el ruiseñor de Nicaragua. El gran poeta de “Azul” (1888), libro fundamental del modernismo. Sergio Ramírez dice que en su poesía se entrelazan dos mundos: mitología y música. En su viajar abrazó dos continentes: América y Europa. A España vino en 1892 con motivo del IV Centenario del descubrimiento de Ámérica y conoció a nuestros principales escritores. Ya como un ídolo, regresó en 1898, sintiendo de cerca las amarguras del Desastre. Desde 1900, como diplomático, vivió en París, ciudad del Arte, de la Belleza, de la Gloria, y, sobre todo, del Amor. A ella acudió en busca de Verlaine (poeta simbolista). De allí sus brillantes ropajes verbales. Al dotar al castellano de una nueva música, atrevida, briosa y resonante, con una nueva estructura verbal, hizo escuela.
Dicho lo cual, es todo un privilegio hablar la lengua de Cervantes y Rubén Darío.
José María Martínez Laseca
(24 de marzo de 2016)   


domingo, 20 de marzo de 2016

De turismo rural

En la mañana del pasado sábado, tan radiante, que parecía engañar con su luz al escarchado frío, tres amigos partimos en coche desde Soria y nos desplazamos hacia Almazán por la A-15, tomando después la carretera de Barahona, pasando cerca de Atienza, hacia la zona norte de Guadalajara. En su tramo final, el camino se torna endiablado con mareantes curvas. Por ello, llegamos tarde a la cita con quien se acercó desde la capital alcarreña. El punto de encuentro es Valverde de los Arroyos. Un pueblo que agrupa un puñado de casas, con pocos habitantes. Descuella la torre de su iglesia, como reclamo del amparo divino al haber sido la dedicación tradicional de sus gentes la agricultura y la ganadería, en una economía de autosuficiencia tan pendiente del favor de los cielos. Ahora, se ha adaptado al ritmo de estos tiempos, apostando por el turismo. Lo avalan sus establecimientos de negocio hostelero (casas rurales y restaurantes).
Y es que Valverde de los Arroyos es un lugar con encanto. De los pueblos más bonitos de la conocida arquitectura negra, caracterizados por las tonalidades oscuras de la roca predominante en toda la Sierra de Ayllón. Con lajas de pizarra  por tejas. En las estribaciones circundantes, enjalbegadas de nieve, destaca la mole del Ocejón. Una leyenda antigua dice que es el mediano de tres hermanos, junto al Moncayo, el mayor, y el Pico del Rey, el más pequeño, que fueron petrificados por su padre brujo, harto de sus envidias y codicias. Toda esta montaña, en la que el pino desaloja al roble, ejerce un hechizo especial sobre los urbanitas. Mis amigos trepan al monte contiguo que ofrece unas impresionantes vistas desde su cima. Yo deserto y me allego a “las chorreras de Despeñalagua”, una impresionante cascada de más de 100 m. de altura. Corre el agua abundante por regueros que nutren al Sorbe, afluente del Henares, en la parte oriental y al Jarama los del otro lado.
Acabo el primero y callejeo. El interesante museo etnográfico está cerrado. Junto a la fuente, un monolito homenajea a sus danzantes con botarga en la fiesta de la Octava del Corpus. Reencontrados los cuatro, vamos a comer “un dios nos guarde” asado, regado con buen vino. Y se estira la conversación. Bien de noche, con la luna creciente alta en el cielo, los tres amigos regresamos a Soria.
José María Martínez Laseca
(17 de marzo de 2016)
         

martes, 15 de marzo de 2016

Por boca de Fidel

Puntual, hasta mi casa, llega cada fin de año un sobre obeso que porta en su vientre varios christmas y un calendario para el año nuevo, con policromas ilustraciones. Nos lo envía la Asociación de pintores con la Boca y con el Pie, que encuentra en este procedimiento el modo de financiar su actividad creativa. Detrás hay un grupo de artistas con impedimentos en sus brazos. De ahí que en el atrevimiento de todos ellos se encuentren auténticas historias de coraje y de superación personal.
Mi amigo Fidel no es del colectivo, pero hay coincidencias, pues de niño, a los 11 años, a causa de un fatal accidente, perdió sus brazos. A partir de ello tuvo que recomponer su estado emocional para integrarse de pleno en la sociedad. Si lo consiguió, fue mediante constancia en sus estudios, aprendiendo un oficio del que poder vivir, como ha sido el de profesor de instituto, que ha ejercido durante 35 años. Ya jubilado, buscó alguna afición con que llenar su tiempo libre. Halló así en la pintura su refugio. Y recuerda con cierta nostalgia como su madre le decía, de pequeño, que hacía unos dibujos muy bonitos con sus manos.
Tal vez por eso, Fidel, consciente de que el arte es la expresión del sentimiento y de las emociones, cual si quisiera volver a agradar a su madre, a fin de recuperar aquel tiempo perdido, se puso a pintar. Es un autodidacta, que se enfrenta a solas con el lienzo en blanco, pues apenas ha recibido algunos buenos consejos de maestros como Juan Pumareta y Adolfo Gutiérrez. Cierto es que en estos comienzos Fidel reproduce cuadros de conocidos pintores, tanto figurativos como abstractos; pero tampoco lo es menos que lo hace dándole un toque tan personal a su paleta que nos lleva a olvidar los originales. Tiene pincelada y da profundidad, pues trabaja la obra. Hay luz y abundan los tonos vivos. Colores amarillos, violetas, verdes, rojos potentes…. Cual macedonia de frutas degustada además en sus aromas y sabores. Una treintena de cuadros integran esta exposición que nos presenta en la Galería del I.E.S. Antonio Machado. Del 10 al 18 de marzo. Aquí Fidel Llorente nos habla a todo color por su boca. Conviene contemplarla, porque –como dijera el poeta Luis Cernuda– toda obra humana con amor hecha bien se merece el respeto y la consideración de los demás.    
José María Martínez Laseca
(10 de marzo de 2016)    

domingo, 6 de marzo de 2016

El mecenas

Lo de “Nuestro señor Jesucristo nació en un pesebre / ¡donde memos te piensas salta la liebre!”, que invocaba “el Avelino”, proviene de la Biblia en verso, de José Mª Carulla (Igualada, 1839-Granada, 1912), quien puso en ripios 4 de los 62 textos del sagrado libro. Decir, pues, “La Biblia en verso” es aludir a algo farragoso, difícil de digerir. Aquí, entre nosotros, esa liebre saltarina es la idea de “Numancia 2017”, cuadratura del círculo en cuanto a la celebración de su 2150 aniversario, que se asemejaría a lo de tomar el rábano por las hojas. No obstante, aquí también yo estaría adentrándome en materia resbaladiza por sacra, al menos para los sorianos acérrimos que han venido haciendo de ello –dado lo de que cualquier escusa es buena– un tema recurrente desde mucho tiempo atrás hasta la fecha, sin reparar en ideologías y sin el menor escrúpulo, siempre y cuando sirviera a sus intereses. ¿Cabe acaso conjeturar algo respecto al glorioso aguante frente a la conquista de Roma y su heroico final? Gesta fue aquella que simboliza la lucha por la libertad y la defensa de un pueblo-David como el numantino por mantener sus formas de vida, sus costumbres e independencia frente al Goliat invasor. Y de ahí el  universal dicho de la “resistencia numantina”.  Así, Soria-Numancia o al revés, que tanto monta, han dado lugar al denominado “sorianismo” y “numantinismo”, como actitud que se adopta para enfrentarse a los problemas que afectan a los pobladores de la provincia a la hora de considerar su pasado para mejor acometer su futuro. Y es que el mito de Numancia, sobre todo a partir del siglo XIX ha jugado un importante papel en cuanto a crear una identidad propia. Pese al paso del tiempo, todavía continua ese comportamiento victimista de los sorianos por entender que los más de los males de su patria chica tienen menos que ver con su dejadez que con el olvido institucional de los sucesivos gobiernos.
Y como no hay evento que se precie sin vísperas, recuerdo que va para 100 años justos que murió Ramón Benito Aceña (Valdeavellano de Tera, 1830-Madrid, 1916), diputado y luego senador casi sin interrupción, que supo hacer de la dádiva virtud entre su electorado. Amor filantrópico a su tierra y mecenazgo que posibilitó el Monumento a Numancia y el Museo Numantino. A celebrar.
José María Martínez Laseca
(3 de marzo de 2016)