sábado, 28 de marzo de 2015

Mi ciudad

Sabido es que cada ciudad tiene tanto su pequeño infierno como su pequeño cielo. En el caso de Soria su infierno es consecuencia de su poquedad, que hace que crezcan, más que en otras partes, la envidia y las malas lenguas, acaso por el abundante componente funcionarial; e incluso la arrogante jactancia de los miembros de la clase política provinciana. Su cielo radica en todo lo contrario, en el trato personal directo, amable y tan gratificante que se practica. Esta Soria, en la que vivo tranquilo, no es mi ciudad de infancia, puesto que mi niñez la viví en el cercano pueblo de Almajano (“un pueblo con alma”), donde nací. Y allí están muchos de mis recuerdos más bellos y de allí son algunos de mis mejores amigos. Sin embargo, por llevar ya tanto tiempo aquí, donde he enraizado formando familia, tengo a esta ciudad como mía. Percibo sus viejos olores y añoro algunos de sus rincones desaparecidos como mutilaciones en mis carnes. Observar su metamorfosis me produce un sabor agridulce. Las cosas deben ir cambiando con el tiempo sí, pero cuando uno echa un vistazo más de cerca presiente que esa renovación ha podido venir causada por la reciente euforia del ladrillo y del hormigón, sin tino ni control, como si hubieran puesto a esta mi ciudad en venta. Pero, a pesar de todos los pesares: de su destrozado casco histórico, de su tacañería en jardines, que constatan con su naturaleza artificial la pasión humana por lo inútil y lo estético (como tratando de recuperar el perdido Edén), yo he de decir bien alto que amo a esta ciudad que puedo recorrer aún a paso de peatón. Que tengo una extraña fijación por ella.
Digo esto en un momento en que se quieren cambiar los modos de administrar los intereses de los votantes. Para que no se alargue más la mano que la manga. En el escenario político de la ciudad de Soria irrumpirán lenguaraces que nos ofertarán sus medicinas milagro: bajadas de tasas e impuestos, asentamiento de nuevas empresas, etc. Fácil de decir pero difícil de cumplir. Es necesario, pues,  un pacto entre  territorio y ciudadanos, sin que estos pierdan la condición de tales; puesto que lo que no salga de cada uno de nosotros no suele conducir a casi nada. Vale.
José María Martínez Laseca
(26 de marzo de 2015)


sábado, 21 de marzo de 2015

El empeño

Mucho ha sido el empeño y la tecnología empleada en la localización de los restos mortales de don Miguel de Cervantes Saavedra (Alcalá de Henares, 1547- Madrid, 1616). La investigación, acometida en el suelo de la cripta de la actual iglesia de las Trinitarias de Madrid, da en concluir que hay evidencias históricas y arqueológicas (pero no prueba de ADN) de que algunos de los fragmentos encontrados posiblemente le pertenezcan. Apenas unos huesecillos (hay quien dice que no dan ni para un relicario) del total de los 206 que conforman nuestro esqueleto. Y, encima, revueltos con otros, que se atribuyen a su esposa doña Catalina Salazar y Palacios. Ya escribía el hispanista Bartolomé Bennassar que la religiosidad española encontraba en el culto a la muerte una de sus razones de ser.
Más valdría, frente a tanta movida mortuoria, empeñarnos en potenciar el conocimiento de nuestro universal novelista, mediante la lectura de su obra y sobre todo del Quijote, el libro que todo el mundo debería leer antes de morir. Detectaríamos la vigencia de su espíritu en expresiones como esta de Alonso Quijano al decir: “Cambiar el mundo, amigo Sancho, que no es locura ni utopía, sino justicia”. Digo tal pues se advierte que estamos inmersos en la sociedad del cansancio. De ahí que se pretenda renovar la democracia con una ciudadanía mucho más activa y mucho más vigilante, dado el hartazgo para con los partidos tradicionales: turnantes y tunantes. Ellos han patrimonializado las instituciones de modo partidista y han generado confusión entre lo público y lo privado.
Ahora la gente inquieta se subleva, ya no quiere ser un mero usuario y consumidor, sino mostrar también su capacidad de producir. De hacer cosas que antes otros hacían por ellos, mediante prácticas cooperativas. Para eso es necesario frenar la corrupción. Diferenciar entre ideología política y negocio. Cambiar esa elite de personas que nunca han pintado nada en la vida real por otras que si tengan esa legitimidad en su propia trayectoria. La gente exige algo que los partidos no les dan y por eso ya no tolera su tutela. Es necesario algún tipo de discurso capaz de abrir esta esperanza. Después, poner todo el empeño en lograrlo. Porque en justicia procede.
José María Martínez Laseca
(19 de marzo de 2015)

martes, 17 de marzo de 2015

Reapertura

Ha vuelto a abrir el bar “El Cielo”. Estuvo cerrado apenas unos días, por reformas ineludibles, pero a nosotros, los justos, se nos hicieron eternos. No sabíamos a donde acudir. Sonámbulos, vagábamos por las calles de Soria, de local en local, sin rumbo fijo. ¡Bienvenidos al infierno! nos saludaban cuando nos adentrábamos por otros territorios, en cálidos garitos de ambiente ensordecedor. Ya nos lo había advertido el locuaz Obispo de Alcalá de Henares: “los que van a clubes nocturnos os aseguro que encuentran el infierno”. Porque lo de refugiarnos en el Limbo, imposible, al estar reservado en exclusiva a los infantes. Pero, por fin, ha abierto “El Cielo” en todo su esplendor. Y no es que tenga guardarropa, pista de baile, piano de cola, ni puerta trasera, como en el Savoy donde el periodista José Luis Alvite escribía sus crónicas. Aquí no hay que bajar escaleras, puesto que el bar “El Cielo” se encuentra a pie de calle. Alguna estrechez de espacio, es cierto, como afectado por el austericidio de la crisis. Ahora los fieles regresamos a la querencia, para recuperar nuestra rutina tabernaria y celestial. Por fin bajo techo. Náufragos, o meros perdedores, pegados a la barra, sedientos de sueños imposibles. A cubierto, eso sí, de la oxidante intemperie de lo  global. Aunque, parafraseando al portugués Miguel Torga: “Lo global es lo local sin paredes”.
-¿Os habréis enterado del increíble viaje del Alcalde de Soria, con su séquito, a la Argentina para asistir al festival de cine Pantalla Pinamar de Buenos Aires? Dicen que su objetivo es “establecer un puente cultural, (…), entre ambas ciudades, para fortalecer el vínculo que ya existe desde mediados del Siglo XIX a partir de los primeros flujos migratorios y la transculturación que conllevan” -les dije yo a mis dos contertulios.
-¡Como a nivel internacional haya tenido la misma repercusión que en la prensa de aquí, supone todo un éxito de política exterior que, sin duda, aplaudirá la oposición del PP, pues lejos de ser un viaje de placer particular responde al más claro interés general  ciudadano! -apuntó “El Chismoso”.
-Ya sabemos de exigencias, que los mismos que ahora lo jalean, acabarán denostándolo. Me gustaría saber cuánto ha costado el antojo a las arcas municipales -sentenció “El Espabilao”.  
José María Martínez Laseca
(12 de marzo de 2015)

Del amigo Antonio

Bien alto puedo decir que Antonio Pérez Solano era amigo mío. Nos conocimos al compartir la bancada socialista del Congreso de los Diputados, cuando yo llegué en 1993, junto con el constituyente Demetrio Madrid, representando a la provincia de Soria. Antonio, diputado por Valladolid, era veterano en las Cortes. Congeniamos pronto, ya que soplaba el viento de las aficiones comunes a favor. Ambos éramos de letras. Él, en su condición de abogado, gustaba de la lectura y yo también, en tanto que profesor de lengua y literatura. De ahí que muchas de nuestras transacciones fueran literarias. Entre nuestros paseos favoritos estaba el de acudir de mañana a la Cuesta de Moyano. Sobre todo al puesto de libros de lance de  Alfonso Ruidavets, de donde tornábamos con las bolsas repletas. Por vacaciones a los dos nos gustaba viajar al extranjero. "El que lee mucho y anda mucho, ve mucho y sabe mucho", escribió Cervantes. Y muestro tercer placer era el de saborear un vaso de buen vino en grata compañía conversacional. Si nuestras vidas están hechas de destellos, yo me quedo con estos compartidos. Junto al afán de luchar por una mayor justicia social, porque todo recobra su sentido con los otros y por los otros.
Aunque partiera de Madrid antes que yo, nuestra amistad superó la distancia. Él fue al Consejo Consultivo, yo a mi Instituto. Correos electrónicos, llamadas telefónicas, intercambio de libros, encuentros ocasionales en Valladolid o en Soria. Le dediqué mi soneto “Bella Lisboa”, ilustrado con foto de Pessoa. Pero vino la enfermedad a ensañarse y , ya jubilado, el triste desenlace, del que me enteré por la prensa. Es muy fugaz la dicha de vivir y hemos de disfrutarla. Haber sido amigo de Antonio me da fuerzas para seguir haciéndolo. Sabed que para siempre Antonio Pérez Solano quedará en mi memoria.
Porque obró con nobleza, merece  que se le recuerde.
José María Martínez Laseca
(12 de marzo de 2015)

domingo, 8 de marzo de 2015

Giner de los Ríos

Es el krausismo –junto al erasmismo que le precedió– ese movimiento filosófico y cultural que hizo participar a nuestro país en el pensamiento y en la esperanza comunes de la humanidad civilizada. Lástima que el franquismo se empeñara en aniquilarlo. Su promotor en España había sido Julián Sanz del Río (1814-1869), nacido en el pueblecito de Torrearévalo, asentado en plena sierra soriana. Y tal vez por ello, en acertada frase, Giner de los Ríos dijo de él que le “debían su verticalidad la mitad, por lo menos, de los españoles que andan hoy en dos pies”. Precisamente, Francisco Giner de los Ríos (Ronda, 1839-Madrid, 1915) se cuenta entre sus discípulos predilectos, dentro de la denominada segunda ornada, junto a Nicolás Salmerón, y Gumersindo Azcárate. Ellos tres se unieron al gran maestro soriano y a Fernando de Castro en el interés por formar a la juventud española fuera de “los estrechos y enmohecidos moldes de la escolástica” e impulsar así una profunda moralización de la sociedad española a partir de la renovación pedagógica y científica. De una buena educación.
Giner, en su condición de Catedrático de Filosofía del Derecho, será de este modo el divulgador y cabeza señera del Krausismo. Fundador de la Institución Libre ee Enseñanza (1876) e impulsor asimismo de proyectos complementarios tan relevantes como el Museo Pedagógico Nacional (1882-1941), la Junta para la Ampliación de Estudios (1907-1938), la Residencia de Estudiantes (1910-1939), las Misiones Pedagógicas (1931-1937) o las Colonias Escolares. En su planteamiento de la universidad ideal, Francisco Giner propuso que, como tal institución, fuera “no sólo una corporación de estudiantes y sabios, sino una potencia ética de la vida”.
Este año 2015 se celebra el centenario de su muerte. “Es muy difícil acostumbrase a carecer del calor de aquella llama viva”, escribió José Castillejo con motivo de su entierro, el 20 de febrero de 1915. Debemos recordarlo, en tanto que referente moral. Se le conoce por el “Sócrates español” y conviene que releamos los “Elogios” que le dedicó el poeta Antonio Machado, alumno suyo, agradecido por la educación de él recibida siendo niño. “¡Sed buenos y no más!”, decía que era su lema.   
José María Martínez Laseca
(5 de marzo de 2015)


martes, 3 de marzo de 2015

¿Otro museo?

Pienso que siempre hay que tener retos por delante, nuevos desafíos. Ver claro hacia donde se pretende ir para que los vientos nos resulten favorables, ya que estos nunca lo serán para aquellos que no saben dónde van. Han pasado varios días desde que hablé  por teléfono con Antonio Ruiz, respondiendo a su llamada. Antonio es un hombre longevo, pues sobrepasa las nueve décadas de edad, y, pese a ello o mejor dicho, gracias a ello, consecuencia de la experiencia acumulada en sus muchos años vividos, me asombró con la lucidez demostrada en la exposición de sus ideas.
Cierto es que me habló de asuntos diversos durante el tiempo que estuvimos charlando. Entre otros, aprovechó para corregirme, con acierto, el error que cometí en mi serie de artículos sobre el fallido homenaje a Machado en 1975, ya que mencioné a Teodoro del Olmo cuando era Mariano. También de aquellos tiempos en que junto a otros, entre ellos Pedro Marrón, refundó el PSOE de Soria, que luego abandonaría para reflexionar. Ahora se define no como anarquista, sino como libertario, o sea el que está siempre en contra de la opresión y a favor de la libertad de creación. Me sacó a relucir al escultor Pablo Serrano y sus cabezas de Machado (a laque llamaban “el huevo”), de J. A. Gaya Nuño (la más lograda) y la de Aranguren (una caricatura)…
Pero, si en algo hizo especial hincapié fue en trasladarme el proyecto de creación en Soria de un Museo de Arte Contemporáneo, que bien pudiera ubicarse en el viejo edificio del Banco de España. En él estaría representada la obra de los muchos artistas sorianos actuales que gozan de reconocido prestigio. Y, aunque me añadió razones, escritos y hasta un manifiesto, que me reemitió en un sobre, a mi me sobraban, pues yo era, ya de antes, firme partidario de esa idea en relación con el legado de Gaya Nuño. Con el Museo Numantino no es suficiente. Antonio Ruiz es una buena punta de lanza al respecto. Por su larga trayectoria de inconformismo y sensibilidad, goza de sobraba reputación para muchos, ya que su apuesta, en mi opinión, no anda desencaminada. Solo falta llevarla entre todos a buen puerto.. El emprendimiento es la clave para el despertar de esta tierra. Arte y cultura hacen que nos sintamos mejor. Que no hay progreso sin cultura.
José María Martínez Laseca
(26 de febrero de 2015)