jueves, 14 de mayo de 2020

La danza de la curación


La exposición del afamado fotógrafo sociodocumental y fotorreportero brasileño Sebastião Salgado, patrocinada por Caixa-Forum, se inauguró en la capital de Soria el martes  del 25 de febrero pasado. Bajo el sugestivo título de “Génesis” (origen, principio), recogía en su montaje al aire libre, en la céntrica plaza Mariano Granados, un total de 38 fotografías que nos acercaban a una hermosa naturaleza salvaje. Todo un trabajo épico y fascinante, resultado directo de los 32 viajes que realizó Salgado a diferentes lugares que persisten todavía vírgenes en nuestro planeta. Por eso adquiere, también, connotaciones bíblicas. Su clausura estaba prevista para el pasado 21 de marzo, pero la declaración del estado de alarma, a causa del tan imprevisto coronavirus, implantado el 15 de marzo, y que sigue aún vigente, prohibiendo el libre movimiento a los ciudadanos en todo el territorio nacional, ha propiciado que la muestra permaneciera allí instalada. Y ha podido seguir siendo contemplada por los ojos de los curiosos espectadores.  
De hecho, yo he vuelto a verla de nuevo, en la mañana temprana de este mismo jueves en que la han desmontado. Con el alivio al desconfinamiento, en el que hemos permanecido de anacoretas en nuestras casas durante casi dos largos meses. De igual modo al que ya anticipara nuestro patrón San Saturio en su cueva. Y me ha llamado la atención especialmente una de las fotografías que recoge a una tribu de los sanes reunida en círculo, dentro de un claro del bosque, junto a su cabaña semiesférica construida con ramajes. En la leyenda que la acompañaba podía leerse: “La danza de la curación o el trance es el rito místico más importante de los sanes. Mientras las mujeres cantan y dan palmas al unísono, los hombres bailan en círculos a su alrededor. El delirio del trance, según creen algunos sanes, señala la entrada en el mundo de los espíritus. Botswana, 2008”.
 Y la he asociado de inmediato con la denominada desescalada hacia esa tierra prometida o nueva normalidad en que viviremos nuestras vidas. Un proceso o danza de reconstrucción de nuestros hábitos cotidianos para incorporarnos al mundo exterior de las relaciones laborales, culturales, sociales, etc. Bien sabemos que está  programada en cuatro fases sucesivas (0, 1, 2 y 3) para poner a España en marcha protegiendo la salud de los españoles y evitando posibles regresiones que pudieran volver a poner en jaque a nuestro sistema sanitario.
Solo que aquí el ritmo o compás marcado para el conjunto del país se ha roto desde el mismo momento en que algunas de sus 17 Comunidades Autónomas han emprendido la carrera a su aire para apuntarse el tanto de ser las primeras en llegar a la meta. No es este el caso de la nuestra de Castilla y León, ya que su Consejera de Sanidad, en lugar de hacerlo por provincias, lo está aplicando por zonas básicas de salud, quedando con ello hasta la fecha excluidas de pasar a la fase 1 las nueve capitales de provincia. ¿Exceso de prudencia? La patronal se desespera, alegando que nuestras empresas están en desventaja, puesto que nos quedamos atrás frente a los competidores circundantes. Mientras que los trabajadores exigen las debidas garantías de protección.
            El infeccioso y letal coronavirus sigue campando a sus anchas, sin fármaco ni vacuna que lo detenga por ahora. No obstante, abundan por todas partes esos falsos profetas llenos de certezas, a pesar de no tener los conocimientos pertinentes. Y es que quienes parten de ideas preconcebidas van buscando siempre la información que les interesa.
Esperemos, pues, que, a pesar de los covidiotas que nunca escasean, el ritual de la desescalada nos conduzca a la nueva realidad, cruda y dura sin duda, pero evitando desandar lo hasta aquí andado. Como si se tratase de la misma danza de la curación de los sanes.
José María Martínez Laseca
(13 de mayo de 2020)

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