miércoles, 11 de marzo de 2020

Joan Manuel Serrat


¿Qué fue de los cantautores? (“progres universitarios / soñando en una canción”) se preguntaba en una de sus letrillas el extremeño Luis Pastor, quien todavía sigue en pie de lucha, sin renegar nunca de su origen social, metiéndose en los mundos en los que habitan el sufrimiento y la alegría de vencerlo (“haciendo de la poesía / nuestro pan de cada día”). Yo respondo a su pregunta diciendo, a propósito de esa prole de rebeldes que empuñaron por mejor arma una guitarra y alzaron su voz y su inspiración creativa para expresar su inconformismo con el momento histórico que les tocó vivir, que nunca me cupo la menor duda –será también una cuestión de edad– de que entre tales cantautores favoritos tiene en mi alma un altar Joan Manuel Serrat. No ya por sus giras conjuntas con Joaquín Sabina –otro de mis cantautores predilectos–, con “Dos pájaros de un tiro”, desde 2007,  ni aún por sus anteriores discos LP de musicalizaciones de los versos del poeta oriolano Miguel Hernández, en 1972 o el más emblemático dedicado a Antonio Machado poeta, de 1969; sino por ser él mismo un auténtico vate. Porque las letras de sus canciones han significado durante muchos años la crónica de las inquietudes y deseos de toda una generación. Asumiendo temas universales que le convierten en uno de los grandes trovadores del último milenio: la memoria, los tipos humanos, el paisaje, el amor, los lugares, la política y el compromiso, la vida, los viajes, la muerte…
            Pese a la voracidad del paso del tiempo, este cantante popular continúa vivito y coleando. El pasado 28 de febrero, fue investido doctor honoris causa por la Universidad de Zaragoza, en reconocimiento a toda su carrera en el mundo de las letras y la música. Con ello suma el duodécimo, concedido por Universidades españolas, argentinas y mejicanas. En el Paraninfo, pronunció un discurso tan valiente como crítico. Declarando su amor al oficio de cantar y escribir, cuestión de esfuerzo y de porfía por amasar palabras, más que de musas. Diciendo que estamos en un tiempo de confusión y angustia, donde se ha perdido la confianza en el sistema, pues los jóvenes se sienten engañados y los mayores, traicionados, por lo que es necesario recuperar los valores democráticos y morales frente a la vileza del mercado, en que todo tiene un precio. Allí apostó Serrat por el conocimiento que aporta justicia e igualdad y agudiza el civismo de los ciudadanos.
José María Martínez Laseca
(5 de marzo de 2020)

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