martes, 15 de enero de 2019

Aquel gran tenor de Berlanga de Duero

Tenor es la voz masculina elevada sobre la del barítono, equivalente a la de soprano de las mujeres y niños. “Ecos y noticias” de El Avisador Numantino, (3-8-1907, p. 3), recogía: “Ha regresado de Buenos Aires a Berlanga de Duero, su pueblo natal, nuestro estimado amigo D. Vicente Abad, que hace bastantes años alcanzó popularidad como tenor de zarzuela seria en la notable compañía del señor Berges.” Esto nos dio la pista para indagar sobre el personaje. Su nombre abre el Diccionario biográfico de Soria (1998) de José Antonio Pérez-Rioja, donde se lee que Vicente Abad Antón, se reveló como un buen cantante en la Soria de finales del siglo XIX, al interpretar la cavatina de la obra lírica “Ciencia y trabajo” compuesta por el pianista del Casino Numancia Damián Balsa. 
       Mariano Granados, en su artículo de Recuerdo de Soria, (2-10-1892, p. 12) titulado “Corcheas y semifusas”, se refiere a él diciendo que posee una privilegiada garganta, con corazón de artista y un gran talento. En su opinión: Abad vale mucho y promete mucho más. Bernet, en La Vanguardia (27-5-1892, p. 5) alude a sus dos actuaciones en Zaragoza, junto al barítono Napoleón Verger, la soprano de 11 años Milagros Gorgé y la mezzo-soprano Caridad Díaz. Y habla de su voz: extensa y bonita que emite con facilidad. Por su parte Diario de Soria, (11-12-1897, p. 4) tomaba un recorte de El Correo Español de Buenos Aires que anunciaba la función extraordinaria de su despedida del público bonaerense en el teatro del Odeón, con la participación de la primera tiple Araceli d´Aponte. Abad donó la recaudación para paliar el terrible incendio de Abejar (Soria). 
       Es, no obstante, su amigo José María Palacio quien mejor plasma, en El Avisador Numantino (10-10-1907, p. 2), “Figuras de la tierra. Por la patria chica”, toda su trayectoria artística. Desde su pueblo a Sigüenza. Sus actuaciones en distintas ciudades de España y por otros países del mundo, estableciéndose en Buenos Aires. Su repertorio operístico y sus propias composiciones. Como la jota “¡Viva Numancia!”, que interpretó la banda La Numantina aquel 1907 en que Vicente volvió para las fiestas de la Virgen del Rosario a su pueblo. Myriam Núñez Jiménez lo registra en su tesis doctoral “La vida musical en la ciudad de Soria a través de la prensa 1900-1910” (2014), p. 531-533. Pero Vicente Abad sigue siendo para mí caso abierto.
José María Martínez Laseca
(10 de enero de 2019)

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