domingo, 18 de diciembre de 2016

El tercer pato

He de reconocer que, en mis habituales paseos por las márgenes del Duero, nunca se me ha cruzado un gato negro, eso que haberlos, haylos. Y gatos, más de uno. Ariscos y huidizos, con manchas blancas y negras alguno. De tono pardusco claro otro, al que recuerdo por su docilidad panza arriba sobre el asfalto, juguetón, mientras yo lo acariciaba. Perros, sí, muchos, con diferentes caras, tirando de sus amos perezosos, y que, a veces, por ir sueltos, me infundían cierto miedo. También habrán podido observar mis lectores la abundancia de ardillas. Escurridizas, livianas y saltarinas desafiando la ley de la gravedad, e incluso irguiéndose verticales sobre sus patas traseras y utilizando las delanteras como manos para mordisquear algún fruto.
            La fauna de nuestro río es variopinta. Uno sabe de la existencia por su cauce fluvial de un surtido de peces (barbos, truchas, bogas, escachos y bermejuelas), que junto con el cangrejo señal son presa codiciada de pacientes pescadores que andan por sus orillas con cañas y reteles. También los hay anfibios (como el sapo común, el sapillo moteado, el sapo partero, el sapo corredor y la rana común) que están aquí en su hábitat. Sin que tampoco falten los reptiles (culebras de agua, lagartos y lagartijas y hasta la víbora hocicuda), Más de una vez han topado mis pies, con alguna cría de víbora que al calor del verano ha salido al camino rebozada de tierra. Y no quiero olvidarme de las aves del soto (urracas, picabarrenos, rabilargos, arrendajos o pico reales) que cuando se aposentan en las ramas de los álamos los tornan cantores.     
                Sin duda alguna, frente a lo antedicho, lo que más ha recabado mi atención al pasear junto al río ha sido la presencia de tres hermosos patos, inmaculadamente blancos que, antes que salvajes, acaso pertenecientes a la finca de San Polo. Navegan a su albedrío por todo el río. Trepan aguas arriba hacia El Pereginal, descienden hasta San Saturio y se aposentan relajados junto al Soto Playa. Patos son, pues nadan como patos, graznan como patos y andan como patos a paso lento. Desconozco si eran familia: padres e hijo, buenos amigos o vecinos de granja. En verdad, componían una muy bella estampa que a mí, personalmente, me agradaba. Por eso los tengo fotografiados varias veces. Pero, últimamente, tan solo he visto a dos de ellos. Y de aquí mi pregunta: ¿qué fue del tercer pato?
José María Martínez Laseca
(15 de diciembre de 2016) 

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