Mi querida villa de San Leonardo -en cuyo instituto ejercí de profesor y de cuyas gentes guardo muy gratos recuerdos, contando allí con algún buen amigo- celebra, durante estos días, sus conocidas fiestas de invierno, nombradas de Las Candelas y San Blas. Ello, pese a que el derrumbe del emporio fabril de Puertas Norma se haya metido como una voraz carcoma por entre las mentes de la mayoría de las familias. Y es que igual que el sol en una gota de agua, la tristeza se refleja en las miradas. Nadie sabe exactamente lo que pasa y eso es lo peor que puede pasar. Pese a todo, habrá que comenzar a hacer algo, a actuar con renovadas energías por doblegar el futuro incierto, para abrir así nuevos boquetes de esperanza y porvenir.
La tradicional rivalidad entre pueblos vecinos ha generado con frecuencia irónicas letrillas. Son de este cariz: “Navaleno, pueblo bueno, pueblo sano, pero no tiene danzantes y subieron los comediantes por escalera de mano”. Y obtiene por réplica: “San Leonardo de grandes ideales, se deja caer el campanillo por falta de materiales”. Y tales dimes y diretes nos dan pie para centrarnos en lo que acontece de extraordinario en el lugar con motivo de la celebración de la purificación de la Virgen y del Santo Obispo protector de gargantas. Procesiones, danzantes y comediantes, serán, pues, protagonistas esenciales.
La cosa viene de atrás, como se advierte en el librito “Historia de la iglesia de San Leonardo” de Teodoro de Miguel de Miguel. En él se recogen las ordenanzas de dicha fiesta fechadas a 14 de enero de 1703. “Primeramente ordenamos que todos los años desde hoy en adelante, para siempre jamás, el día de la Purificación de Nuestra Señora, dos de febrero, sea celebrado con sermón, danza, comedia y soldadesca. ITEN.-Ordenamos que el día siguiente que se celebra San Blas, se asista a la procesión con dicha soldadesca y danza, y dicha la misa en la ermita si el tiempo ayudare y estuviere favorable, se vuelva con el mismo orden a la iglesia.” Otras cosas se dictan a continuación -como el reparto de papeles en la comedia-, que no tienen el menor desperdicio. Por cierto, causa extrañeza que su Virgen de Candelas parezca transmutada de la Virgen del Rosario, al portar en sus manos esa sarta de cuentas. En fin, mejor será vayan a verlo y disfrutarlo a San Leonardo.
José María Martínez Laseca
(2 de febrero de 2012)
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