domingo, 12 de febrero de 2012

El arcano del arca

Día 6. El calendario cíclico mojona la Epifanía o iluminación cristiana. Se trata de la adoración de los Magos de Oriente -embajadores de los tres continentes del mundo entonces conocido-, que llevan al niño Jesús sus presentes de oro (al ser rey), incienso (por Dios) y mirra (como mortal). “Por los Reyes lo conoce el buey, y por San Sebastián el gañán”, vislumbrando el crecer de la luz al cerrarse el solsticio de invierno de días cortos y largas noches. Que, antes ya, “por Santa Lucía -reza otro refrán- mengua la noche y crece el día”. Enfría la mañana y el aliento de personas y bestias se muda en escarcha. El dios Jano, que nombra el principiar de Enero, muestra su doble faz. Vieja, mirando al pasado año 2011 y jovial hacia el brotar de 2012. En estas Navidades apenas cuatro copos de nieve. Las sierras del Alba y Tabanera franquean el norteño horizonte. En el cercano acebal de Garagüeta brillan rojas sus bayas. Lo demás es naturaleza muerta. Estas fueron tierras de invasión musulmana, reconquistadas y cristianizadas en su repoblación. Cual siamesas surgen -delatadas en su toponimia- Almarza que es Al-Mazra o tierras de labor y San Andrés, varonil, primer apóstol. Entre ellas disputas en defensa de lo propio, pero también concordias de comunal economía, que aliviaban la dura supervivencia.
Los vecinos se agrupan en sus plazas, tras la misa, dispuestos a partir hacia Canto Gordo que es el punto de convergencia. Se palpa el entusiasmo ante el atávico ceremonial. “El arca que en los años impares va (a hombros) a Almarza, regresará en los pares a San Andrés”. Dentro del cajón de doble cerradura, los documentos que acreditan pactos y pleitos sobre la dehesa común de La Mata. Lo abren las dos llaves que traen sus alcaldes para así rubricar el intercambio. Se cruzan palabras amigas de logros y deseos. Es un acto sencillo, entrañable, de identidad y distinción, al par que cultural, pues recupera la propia memoria colectiva. La ritualización periódica de acuerdos que crean fines, actitudes y valores morales; muchas veces reflejados en fueros y viejas ordenanzas municipales. Hoy, debiera servir de pauta, a fin de encarar los retos de un futuro compartido de progreso y bienestar.
Mientras las aguas del río Tera rían por el ancho Valle, el ciclo de la vida rotará en sus usos y costumbres.
José María Martínez Laseca
(3 de enero de 2012)

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