lunes, 28 de septiembre de 2015

Desigualdades sociales

Si hay en España, como leí, 350.000 establecimientos de hostelería, y somos 46,4 millones de españoles, tocamos a un bar por cada 132 habitantes. En el ranking de provincias, Soria ocupaba el puesto 17, estando por encima de la media. Ello dice mucho de nuestra idiosincrasia. Los bares son lugares de asilo para cuantos buscan refugio a su soledad o la intemperie. Espacios de encuentro, cálidos, donde ahogar las penas. Así ocurre con mi querido bar “El Cielo”, al que, por ubicarse en un entorno céntrico, acuden, entre la rica fauna de la comedia humana (trabajadores, parados, jubilados, estudiantes, paisanos y forasteros…) mis queridos amigos “El Chismoso” y “El Espabilao”. Con ellos trabo conversación amena y disfruto de la libertad de pensamiento, del gozoso intercambio de palabras para denunciar, desde la reflexión crítica, realidades infames. La caña de cerveza o el chato de vino contribuyen a romper ese silencio impuesto por los poderosos para mantenernos dóciles y que a su sí no digamos no.  
Se notaba el inicio del curso académico. Llegaba el tiempo de vendimia. Ya el otoño tintaba el paisaje con su paleta de colores ocres y amarillos. Se anunciaban las fiestas del patrón San Saturio. Estábamos los tres en “El Cielo”, pegados a la barra. “El Chismoso”, que ojeaba el “Diario de Soria”, nos leyó este dramático titular: “Uno de cada cuatro sorianos está en riesgo de pobreza” y continuó: “Entre los meses de enero y junio, el Banco de Alimentos de Soria ha repartido 136.000 kilos de comida a las 37 entidades benéficas con las que opera, de tal forma que estos alimentos han llegado a unos 3.600 beneficiarios”. “Las desigualdades sociales se han incrementado mucho en nuestro país, mientras que la riqueza se concentra en muy pocas manos. Han caído los sueldos y abundan los pobres con empleo, que no ingresan lo suficiente para poder cubrir necesidades tan básicas como la vivienda o mantener los ritmos de consumo. Están endeudados y tienen hipotecadas sus vidas”, añadió “El Espabilao”. “El problema radica –concluí yo– en que invertir en la especulación financiera es más rentable que hacerlo en la actividad productiva cuando esta propicia un reparto más justo de la riqueza. Al neoliberalismo le importa más el dinero que las personas. Por eso se le llama capitalismo canalla”.
José María Martínez Laseca
(24 de septiembre de 2015) 

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