jueves, 17 de septiembre de 2015

Del pavo real

Un elemento identitario de nuestra histórica ciudad es el arte románico, con rica icnografía. Así, en un capitel del crucero de la iglesia  de San Juan de Rabanera se ve un pavo real, el que se cuenta entre los animales más admirados debido al impresionante abanico policromado que forma la cola de los machos. Para nuestros antepasados medievales simbolizaba la soberbia. Acaso, por su asociación con la realeza, cúspide del poder terrenal, dada la jactancia demostrada en la exhibición de los excesos de sus conductas.
Venga este frontispicio al caso que nos ocupa, y que no es otro que el referido al edificio neoclásico del Banco de España, sito en la céntrica plaza de San Esteban. Uno ha perdido ya la cuenta del tiempo transcurrido desde que principió su rehabilitación. La expresión popular “dura más que las obras del Pilar” cobra aquí pleno sentido. De Zapatero a Rajoy. Porque su ejecución asemeja al cuento de la media pipa que nunca se acaba. Sé que faltaron razones, sé que sobraron motivos para justificar su parálisis.  Entre otros, la importante modificación de todo el proyecto por un error en el cálculo de estructuras. Cierto es que nunca se tuvo claro  a qué se iba a  destinar. Con ambición de futuro se barajaron: Subsede del Museo del Prado, Museo de Arte Contemporáneo Soriano, Sede de la Dieta Mediterránea, etc., sobre todo Centro Nacional de Fotografía. Siempre bajo el denominador común del uso cultural.
Por eso sorprenden ahora las declaraciones de la Subdelegada del Gobierno buscándole utilidad administrativa para acoger allí las dependencias de la Subdelegación, mientras que la comisaría de la policía nacional pasaría a Alfonso VIII. Y al proyecto cultural decidido se le abriría un hueco en la recuperación hostelera del viejo edificio del Colegio Universitario. Las reacciones del Alcalde de Soria y del Presidente de la Diputación han sido rápidas y de cabreo. El proceso electoral es inminente, y se reaviva el ascua entre la ceniza de modorra imperante, para dañar al adversario político con el “y tú más”. Pero aquí, todos los “Poncios” han sido representantes del Ejecutivo en la provincia y no al revés. Pavos reales, incapaces de ceder y negociar nada, creyéndose en posesión de la patente de todo. De ahí que, frente a esa soberbia y prepotencia demostradas, se requiera otra forma de ejercer el poder.  
josé María Martínez Laseca
(17 de septiembre de 2015)  

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