domingo, 26 de enero de 2014

¿Reindustrialización?

La resina -«... materia aceitosa o humor craso y pegajoso que sudan u destilan los árboles», según el Diccionario de Autoridades del siglo XVIII- exhala un aroma fuerte y penetrante, gratísima, que se advierte cuando los pinos son mecidos por la brisa. En la antigüedad se utilizaba la madera resinosa para alumbrar con teas y como pez en diferentes usos. Plinio nos habla de los «Pinus, pinaster, picea, abies, laríx, taeda» que producían en Europa la resina y la pez. En Soria contamos con montes resineros en la comarca del Izana (Quintana Redonda, Tardelcuende, Matamala, Almazán, Bayubas…) y también en Pinares (Talveila, Vadillo, Casarejos, San Leonardo…).
Las faenas con la madera viva requerían mucha mano de obra, fijando el paisanaje al paisaje. Resinero era un trabajo duro en el monte, a destajo, que se podía prolongar hasta 16 horas diarias. Primero se desroñaba la corteza del pino. Luego se le hacia un corte vertical, estrecho y alargado Y en la parte inferior se colocaba una grapa para que sangrara la miera y cayera en el pote de barro colocado en su base. Este proceso de resinación, de recoger la resina y calentarla, se practicó con escasas variaciones durante largo tiempo, hasta que se vio reemplazado por otro más complicado, que exigía instalaciones especiales, en las que el alambique era fundamental. Gracias a tales innovaciones se pudieron obtener productos de gran valor para la industria química, como la colofonia, la trementina y el aguarrás (la pez no es sino una colofonia de mala calidad). Surgieron, pues, las instalaciones fabriles adecuadas llamadas resineras. Entre otras, las de García Segovia y Ayuso en San Leonardo, Martínez de Tejada en Matamala, Unión Resinera Española en Cabrejas y Beltrán y Jiménez en Tardelcuende.
Pero, tras un periodo de esplendor, llegó su decadencia, a causa de los disolventes obtenidos del petróleo y la generalización de los plásticos, unidos a la fuerte competencia en el el sector. Con lo que las resineras se vieron obligadas a cerrar. Nacieron así museos como el de Matamala de Almazán, recordando el viejo oficio perdido de resinero. Ahora, con la crisis, vuelven a resurgir los aprovechamientos de la resina. Es posible que la segoviana Resinas Naturales instale una de sus factorías en nuestra provincia, generando aquí empleo y riqueza. No lo estropeen discusiones sobre si son galgos o podencos.
José María Martínez Laseca
(23 de enero de 2014)

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