Fin de julio. Viajamos a Croacia, en la península balcánica a orillas del mar Adriático. Incorporada a la UE desde 2013, si bien con moneda propia (1€ = 7 kunas), formó parte de la antigua Yugoslavia, junto con Bosnia-Herzegovina, Eslovenia, Macedonia, Montenegro y Serbia. Tras la muerte de Tito (1980) y la crisis económica, las tensiones y el ascenso de los nacionalistas al poder en Serbia ocasionaron (del 25-6-1991 al 5-6-2006) una sangrienta guerra que condujo a la disolución y a la formación de seis nuevas repúblicas soberanas. El 21-J aterrizamos en Zagreb, la capital, aún latente su éxito en el mundial de fútbol como subcampeona. Cuenta un millón de habitantes y tiene el encanto especial de haber sumado dos ciudades medievales. Transitamos por sus calles y vemos su catedral y el mercado Dolac. Admiramos sus edificios de sabor austrohúngaro, su Teatro Nacional y su iglesia Sveti Marko. Después vamos a Varazdín, antigua capital, entre 1756 y 1776, “donde duermen los ángeles”. En la mañana del 23-J y con abundante lluvia, recorremos el parque nacional de Plitvice, donde sus 16 lagos están comunicados por 32 cataratas y cascadas, verdecido por bosques de hayas, sobre todo. Por la tarde cambiamos a la soleada línea de costa. Entramos en Zadar, ciudad viva y palpitante. Vemos su puerto, su foro romano, la iglesia de San Donato y la catedral de Santa Anastasia, su puerta y las singulares instalaciones de sonido y luz Órgano del Mar y Saludo al Sol, de Nikola Basic. Con bella puesta de sol, según Hitchcock. El 24-J, visitamos Sibenik, junto a la desembocadura del río Krka, con su catedral de San Jacobo. Después Trogir, la “ciudad museo” situada en un islote, cuyo casco antiguo remite a un pasado medieval. Y seguido, Split, con su ciudad antigua construida en torno al palacio romano edificado por el emperador Diocleciano en el siglo IV. El 25-J cruzamos a Bosnia-Herzegovina, hasta Mostar, con sus mezquitas y su zoco y su puente emblemático, que sangró en 1993. Y tras ello llegamos a Dubrovnik, “la perla del Adriático”. El día 26-J la repasamos despacio desde el mar y pisando sus calles de mármol. Contemplamos sus bonitas murallas de “Juego de tronos” y sus edificios barrocos. El 27-J pasamos a Montenegro adentrándonos en la bahía de Kotor y disfrutamos de la preciosa Budva. Un eclipse total puso roja a la luna en la última noche.
José María Martínez Laseca
(9 de agosto de 2018)
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