Lo de “Nuestro señor Jesucristo
nació en un pesebre / ¡donde memos te piensas salta la liebre!”, que invocaba
“el Avelino”, proviene de la
Biblia en verso, de José Mª Carulla (Igualada, 1839-Granada,
1912), quien puso en ripios 4 de los 62 textos del sagrado libro. Decir, pues, “La Biblia en verso” es aludir
a algo farragoso, difícil de digerir. Aquí, entre nosotros, esa liebre
saltarina es la idea de “Numancia 2017” ,
cuadratura del círculo en cuanto a la celebración de su 2150 aniversario, que
se asemejaría a lo de tomar el rábano por las hojas. No obstante, aquí también
yo estaría adentrándome en materia resbaladiza por sacra, al menos para los
sorianos acérrimos que han venido haciendo de ello –dado lo de que cualquier
escusa es buena– un tema recurrente desde mucho tiempo atrás hasta la fecha,
sin reparar en ideologías y sin el menor escrúpulo, siempre y cuando sirviera a
sus intereses. ¿Cabe acaso conjeturar algo respecto al glorioso aguante frente
a la conquista de Roma y su heroico final? Gesta fue aquella que simboliza la
lucha por la libertad y la defensa de un pueblo-David como el numantino por
mantener sus formas de vida, sus costumbres e independencia frente al Goliat invasor.
Y de ahí el universal dicho de la
“resistencia numantina”. Así, Soria-Numancia o al revés,
que tanto monta, han dado lugar al denominado “sorianismo” y “numantinismo”,
como actitud que se adopta para enfrentarse a los problemas que afectan a los
pobladores de la provincia a la hora de considerar su pasado para mejor acometer
su futuro. Y es que el mito de Numancia, sobre todo a partir del siglo XIX ha
jugado un importante papel en cuanto a crear una identidad propia. Pese al paso
del tiempo, todavía continua ese comportamiento victimista de los sorianos por
entender que los más de los males de su patria chica tienen menos que ver con
su dejadez que con el olvido institucional de los sucesivos gobiernos.
Y como no hay evento que se
precie sin vísperas, recuerdo que va para 100 años justos que murió Ramón
Benito Aceña (Valdeavellano de Tera, 1830-Madrid, 1916), diputado y luego
senador casi sin interrupción, que supo hacer de la dádiva virtud entre su
electorado. Amor filantrópico a su tierra y mecenazgo que posibilitó el
Monumento a Numancia y el Museo Numantino. A celebrar.
José María Martínez Laseca
(3 de marzo de 2016)
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