Cada tres años se convoca el
Congreso Internacional de la Lengua
Española. Esta vez, la séptima, ha sido en San Juan de Puerto Rico. Objetivo:
celebrar, reflexionar y educar sobre el español y la cultura hispánica. Un especial
protagonismo ha tenido el gigante de nuestras letras, Miguel de Cervantes
Saavedra (1547-1616), en el IV Centenario de su muerte. Por ende “El Quijote”,
que sigue fascinando 400 años después. Si, en su primera parte, se puede decir
que la historia de Don Quijote y Sancho no era más que un pretexto para
enhebrar relato tras relato; en la segunda se da otro planteamiento como es el
teatral, precisamente porque son ya lectores del Quijote. Y todos lo
construyen. Una de las gracias del Quijote radica en que convirtió el fracaso
en libertad. Su voz trata del margen y de la dignidad de quienes están en el
margen. Por eso, a mi me agrada sobremanera que al cuestionar el Duque el
linaje de Dulcinea, don Quijote le espete que Dulcinea “es hija de sus obras”,
y que “en más se ha de estimar y tener
un humilde virtuoso que un vicioso levantado”. Lección esta de aplicación a
nuestros días, con tanta corrupción por las alturas. Es así la lectura del
Quijote un gozo para los sentidos. Gloria y honor, pues, a Cervantes que nos
regaló esa catedral de lo humano que es toda su producción literaria.
Al cumplirse el I Centenario de
su muerte, también cobró protagonismo Félix Rubén García Sarmiento (1867-1916),
más conocido por Rubén Darío, el ruiseñor de Nicaragua. El gran poeta de “Azul”
(1888), libro fundamental del modernismo. Sergio Ramírez dice que en su poesía
se entrelazan dos mundos: mitología y música. En su viajar abrazó dos
continentes: América y Europa. A España vino en 1892 con motivo del IV Centenario
del descubrimiento de Ámérica y conoció a nuestros principales escritores. Ya
como un ídolo, regresó en 1898, sintiendo de cerca las amarguras del Desastre.
Desde 1900, como diplomático, vivió en París, ciudad del Arte, de la Belleza, de
la Gloria , y,
sobre todo, del Amor. A ella acudió en busca de Verlaine (poeta simbolista). De
allí sus brillantes ropajes verbales. Al dotar al castellano de una nueva
música, atrevida, briosa y resonante, con una nueva estructura verbal, hizo
escuela.
Dicho lo cual, es todo un
privilegio hablar la lengua de Cervantes y Rubén Darío.
José María Martínez Laseca
(24 de marzo de 2016)
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