La migración estacional con los rebaños de ovejas para acceder a mejores pastos repuebla de ecos las tierras altas de Soria. “Ya se van los pastores a Extremadura, / ya se queda la sierra triste y oscura”, entona la canción. Cuestión de supervivencia. Y, por aquello del trasiego, porque nos gusta viajar por los caminos; de tanto ir y volver, acaso muchos de nosotros nos veamos reflejados en aquel proceder. Cual Ulises, en su Odisea, de regreso a Ítaca. Como en el mito del eterno retorno.
Este frontispicio justifica que nuestro paisano escultor, Eduardo Mazariegos (Soria, 1952), dedique su original exposición a “La nueva trashumancia”. Lo hace en época estival, cuando todos somos trashumantes-veraneantes. Puede verse en el escaparate e interior de Monreal, El Collado, 32. Son obras de pequeño formato, que conviven con las joyas del establecimiento animando el cotarro. Así, tras el cristal, pueden verse: un dragón chino; una geisha; a Josefa y Ana; a dos sorianos que se fueron a Bilbao; una pájara pinta; la velocidad (dual): a la Tetuanera o Jurada -que estuvo en el Teatro Español y en el Centro Cultural Dulcinea-; a Machado y Leonor -tan del agrado del director artístico de cine Gil Parrondo-; a una trashumante gitana y folklórica; a una mujer y al hombre olímpico; a Olga, trashumante pelirroja; a Esmeralda; a otra trashumante perdida y a Jaime. Ya dentro de la tienda, se encuentran, entre otros, un guerrero numantino y el Unicornio del Talo. Están hechas en piedra, bronce, estuco y madera policromada, puesto que el dominio por Mazariegos de las diferentes técnicas se lo posibilita.
Sobre estos tiempos de tanta precariedad -de economía financiera y de crisis generalizada- el arte permanecerá. Y la misión del artista recobra su sentido redentor, al asear el ambiente con su creatividad. Conviene no olvidarlo, porque el territorio de todo creador radica en la frontera, buscando el equilibrio entre la pasión y la armonía. Acudan, pues, ustedes, las gentes trashumantes, a contemplar la exhibición escultórica de Mazariegos y saquen sus propias conclusiones: las de todo curioso y reflexivo espectador.
José María Martínez Laseca
(26 de julio de 2012)
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