viernes, 15 de junio de 2012

La diatriba del padre Butrón contra Soria (y 2)

A pesar de lo mucho que he contado hasta aquí, yo aún no me sentía satisfecho, puesto que mi especial interés se centraba en los asuntos relacionados con Soria. A tal fin me sirvió de excelente fuente de información el libro “La sátira mordaz de Butrón y Mújica. Edición de la poesía y el teatro de un poeta bilbilitano en el ostracismo” (2010) de Rubén Cristobal Hornillos, publicado por el Centro de Estudios Bilbilitanos, Institución “Fernando el Católico”.
Entre sus páginas, de la 120 a la 126, se encontraba su “Descripción de la antiquísima y nobilísima ciudad de Soria” antes citada. Casi doscientos versos demostrativos de su animadversión contra nuestra ciudad a la que tilda de: “Un aldeón indigesto / yermo, despoblado y frío”. A ello suma, refiriéndose al palacio de los Condes de Gómara: “La casa grande es lo más / que en Soria se puede ver / obra que la supo hacer / un pastor Antón o Bras, / vense aquí luego de más / en la puerta dos bestiazas, / dos salvajes con porrazas / que siempre mármol en manos / muestran bien que son soriamos / por salvajes y por mazas”.
Y añade, respecto a la casa troncal de los doce linajes, que es nuestro actual Ayuntamiento: “La casa de los linajes / con su círculo vicioso / es un infinito astroso / de cuarteles de salvajes / aquí es de ver los encajes, / los laureles y polluelos / de águilas y de mochuelos / que al vellón todo lo enloda / y cual más, cual menos toda / la lana de Soria es pelosa.”
No bastándole con afear sus monumentos, también se mete con su gente al decir: “Las damas pecan de grueso / tocante a la donosura / en el garbo y su cultura / es oscura y huele a queso, / Venus se da al Diablo de eso / que amor en cualquier legión / es salado y juguetón / y flecherito pulido / aquí es hombrachón fornido / que mata a lanza y rejón.”
A lo que se ve, tampoco le gustaron demasiado los entretenimientos y divertimentos de los sorianos “que dan ganas de llorar”. Pintando de esta manera nuestras tradicionales fiestas de San Juan o de la Madre de Dios: “La fiesta de las Calderas / diecisiete bueyes monta / y para hacerla más tonta / traen gaitas de las fronteras, / fiestas de tales quimeras / no las verá el mundo entero, / y así dijo un forastero / que se llamaba Teobaldo / que por las gaitas y el caldo / esta fiesta es de trasero.” (Está última palabra quiere decir: de mayores).
Que, de entre todos los santos de cuadrilla, escogerá una en concreto al rimar: “ Tiene Santa Catalina / una cofradía rara / donde entra tijera y bara / la estopa y la medicina, / en medio de esta bahorrina / van con tal magnificencia / que la Santa en mi conciencia / viendo tales zarandajas / otra rueda de navajas / tendrá para su paciencia”.
Una vez metidos en olor de santidad, cómo no decir algo del santo patrón que no tenga el menor desperdicio en su acidez : “… las salidas son famosas, / montes con curvas furiosas / que hacen dar diente con diente / donde el Santo Penitente / para ensayarse a morir / al monte se fue a vivir / por no vivir con tal gente.” Es evidente que el padre Butrón y Mújica no debió de sentirse muy a gusto durante el tiempo en que residió en nuestra ciudad de Soria cuando manifiesta al cierre: “vivo como un azotado / en un pueblo condenado / al desprecio más profundo / que es entedicho del mundo / y rincón descomulgado”.
Ya en la segunda de sus décimas había escrito con su tonillo insultante y chulesco: “ Ciudad, terror de romanos, / que Escipión, al pelear, / jamás la quiso tomar / por no ensuciarse las manos. / Como Fénix o gusanos, / se libraron tumba honrada / la vega quedó abrasada, / el pueblo quedó encendido, / porque Soria siempre ha sido / famosa para quemada…”
-Con tales antecedentes penales -le dije a mi buen Arturo, cuando me lo encontré de nuevo- no me extraña lo más mínimo que quién resolviera el expediente de las nominaciones para la Casa de los Poetas, lo dejara apartado y muerto en el olvido, si acaso tuvo noticia de él, cosa que ignoro.
-Cierto es que, no obstante, si que allí se ha incluido al gran escritor y crítico de arte Juan Antonio Gaya Nuño, más ripioso que poeta, con un fragmento de su polémica “Saturiada”.
-Bien dices, que yo publiqué en la prensa local, en 2003, esa obra inédita de Gaya en verso, tildada como “La Saturiada o de San Saturio, el patrón, la historia en verso ramplon”, un claro precursor de “El Santero de San Saturio” (1953), y por su tono satírico y mordaz con lo soriano y los sorianos pareciera haberse servido del padre Butrón como fuente de inspiración.
-Tengo para mí -concluyó Arturo- que pudiera ser que al padre Butrón se le negaran las gracias tanto del cielo como del reconocimiento o de la fama, pero nadie podrá negarle jamás la gracia del sano humor y de la socarronería, al estilo de los célebres Goliardos o rebeldes del medievo.
“Butrón, junto a José Villarroel y otros,-según Iris Zabala, especialista en literatura de cordel del s. XVIII- fueron los poetas que gozaron de mayor renombre al filo del siglo”.
Llegados a este punto yo me di por bastante satisfecho de mis pesquisas y concluí que el jesuita y bilbilitano José Antonio Butrón y Mújica fue, a no dudarlo, uno de los hombres más sarcásticos de su época, que refleja muy bien la sátira conceptista, que emana de Marcial y se prolonga a través de Gracián, hasta nuestros días.
No obstante, a lo que parece, se labró demasiados enemigos con su extremada mordacidad. Y por eso, también de nuestra Soria, tuvo que salir por pies.
José María Martínez Laseca
(12 de junio de 2012)

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