viernes, 15 de junio de 2012

Con cajas destempladas


Estando yo en la plaza Mariano Granados, junto al parque y jardín botánico de la Alameda de Cervantes (que otrora fuera dehesa boyal), un viajero, tratando de saber, se dirigió a mí: -¡Lástima que este gran inmueble, ubicado en pleno centro de la ciudad se encuentre en desuso! Cual casa palaciega de noble venido a menos. Clara metáfora de estos tiempos de crisis, tras la opulencia vivida con el ladrillazo. -Ahí donde lo ve usted -le respondí- fue la tercera sede central de la Caja de Ahorros de Soria, todopoderosa en tiempos de “San Alejandro”, su mítico director y que ahora, cabizbaja, está enclavada al lado, en lo que fuera Hotel Comercio. La primera se abrió en la calle Ferial, 7 y pasó después a la plaza de San Esteban, donde queda el centro cultural “Gaya Nuño”, también huero y desvirtuado.
-En verdad -prosiguió conversando el viajero- que las cajas de ahorro han sido esas entidades financieras semipúblicas, muy queridas en nuestros municipios y provincias. Eran algo nuestro, las gentes más humildes les confiaban sus ahorros familiares, éstas prestaban a un bajo interés a los emprendedores autónomos, comerciales y de pequeña y mediana empresa, Al final, los beneficios repercutían en poner en valor lo nuestro y en actividades de su obra social, tan importantes para la sociedad, pero que ya ha marcado su fin de ciclo.
-Así es -le contesté- la Caja de Ahorros de Soria se fundó el 14 de octubre de 1912 a iniciativa de la Sociedad Económica de Amigos del País, mediante la conferencia: “Monte de Piedad y Caja de Ahorros, su origen y desarrollo en León: modo de construir una obra semejante en Soria” y pretendía acabar con la usura vigente en la época y tan gravosa para los campesinos sorianos. Este año cumpliría un siglo; y, mira por donde, ha vuelto a León con Caja España, en ese proceso seguido de fusiones, confusiones y bancarización.
-Está claro que se han hundido como el Titanic -sentenció. El paradigma de tal caos es Bankia (Caja Madrid y Bancaja, que ha engullido a Caja Ávila y Caja Segovia) con el quebranto de su intervención. Cierres de oficinas, prejubilaciones y pérdida de muchos puestos de trabajo. Descarada politización y una pésima gestión. La zorra metida en el gallinero. Sueldos multimillonarios y luego a socializar las pérdidas. Una vez más la corrupción ha hecho que el Estado de Bienestar no llegue al pueblo. ¡Que paguen los culpables!
José María Martínez Laseca
(14 de junio de 2012)

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