viernes, 12 de julio de 2019

Manos


Forman parte de nuestro cuerpo. Son lo que conocemos como extremidades superiores y se localizan al final de los antebrazos. Surgen desde las muñecas. De carácter prensil, tienen cinco dedos cada una de ellas. Junto con la cara, las manos constituyen otra de las partes del cuerpo humano que resultan más difíciles de pintar. Dada su complejidad: veintisiete huesos, músculos, tendones… Por añadidura, pueden adoptar múltiples posiciones. Para dibujar una mano hay que observar su anatomía y practicar mucho. Un modo fácil de hacerlo es fijar la mano sobre un papel y repasar su contorno con un bolígrafo. Otro, impregnarse la palma de la mano con pintura y sellarla sobre el soporte correspondiente. Así ocurrió en la prehistoria con algunas pinturas rupestres que nos  han llegado intactas. Concretamente, se ven improntas de manos humanas en las cavernas españolas de Maltravieso (Cáceres), Atapuerca (Burgos) y Altamira (Cantabria). Hay quienes les atribuyen un componente mágico, mientras que otros deducen de su plasmación una reafirmación del individuo, o afán de perpetuar su memoria. En todo caso, el culto misterioso tributado a las manos desde el Paleolítico hasta hoy se justifica en que suponen el instrumento que posibilita al hombre vencer a la naturaleza que le rodea.
Manos, se titula la exposición de dibujos que el conocido pintor adnamantino Jaime del Huerto expone durante estos días (del 5 de julio al 4 de agosto) en el Kiosco de la Dehesa de San Andrés o Alameda de Cervantes de Soria capital. Un total de 19 cuadros colgados se ponen al alcance de los ojos de los curiosos espectadores. Allí se ven dibujos a grafito y a tinta. En blanco y negro y en color. Ejecutados con diferentes técnicas. Manos separadas y manos integradas. Alguna junto a rostros. Hay manos de piel clara europea y de piel negra africana, con una visión multirracial. Manos distintas, como diversos son los pueblos y diversas las lenguas.
            Las manos, que interpretan la lengua de signos, resultan expresivas en cualquiera de sus posados. También muy sugerentes. En las manos está el tacto y por ende el contacto. Se puede “llegar a las manos”, ya que hay manos que abofetean y maltratan, pero es mejor “echar una mano”, en clara muestra de solidaridad con el otro. Hay manos que se estrechan en el saludo y en el acuerdo. Manos que acarician. Cóncavas manos que siempre comunican.
José María Martínez Laseca
(11 de julio de 2019)  

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