miércoles, 26 de junio de 2019

Contra incendios

No hay un tiempo marcado para los incendios, similar al de la vendimia, por ejemplo. Así, el fuego, agazapado felino, puede sorprendernos con furia inusitada en cualquier tiempo y lugar, si bien su mejor caldo de cultivo lo encuentra tras llegar el verano (meses de junio a octubre), cuando las plantas herbáceas, semileñosas y leñosas son más proclives a convertirse en yesca. Las igniciones pueden producirse por causas naturales como un rayo, o responder a descuidos y negligencias (fogatas, cigarrillos, etc.), aunque muchas son intencionadas, por mano del hombre, debidas a intereses diversos o venganzas. De un tiempo acá, vemos por televisión como se quema vivo el estado de California. También, arder Portugal de norte a sur en sus plantaciones de eucaliptos. O distintas partes de España. 
       Nuestra provincia de Soria es sitio privilegiado, toda vez que su masa forestal ocupa el 47% de su superficie. El mayor entre las nueve de Castilla y León. Y es la más arbolada con un porcentaje del 32% de su suelo. Hay montes de encina y robledal, con otros singulares de valor ecológico como los sabinares de Calatañazor y Cabrejas del Pinar, los acebales de Garagüeta y Castilfrío, los hayedos de Diustes y Oncala. Empero, lo más característico delimita dos zonas: la noroeste, de pinares altos o Tierra de Pinares con sus pinos silvestres destinados a producir madera, y la central, de los pinares bajos con el pino pinaster, productor de madera y resina. El tradicional aprovechamiento comunal de esta riqueza con los trabajos de limpia durante el invierno y el reparto de la denominada suerte de pinos ha posibilitado su mejor defensa, al considerarlo patrimonio de todos. Frente al chiste de El Perich: “¡Cuándo un monte se quema, algo suyo se quema… señor conde!”. Pese a ello, en el año 2000 un voraz incendio devastó 2.500 hectáreas de pino resinero en la comarca del río Izana, tiñéndola de luto y ceniza. Por eso, en los bosques quemados resuena el verso del poeta: “son malas gentes, que incendian los pinares”. 
       La Junta habilita fondos para tratamientos silvícolas. Pero, el cambio climático y el éxodo rural aumentan el riesgo. De ahí que se hable de cambiar el paradigma de la lucha contra incendios, centrando la prevención en la gestión del paisaje. Generando mayor conciencia y compromiso en la conservación del medioambiente. Y todo para evitar sobrevenga el temido desastre.
José María Martínez Laseca
(20 de junio de 2019)

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