jueves, 25 de abril de 2019

En memoria de Manuel Alcántara

En su casa de Málaga falleció el 17 de abril, a los 91 años, Manuel Alcántara (1928). Devoto del boxeo, había pronosticado: “El combate se podrá perder por KO, pero nunca por abandono”. Así aconteció, ya que un constipado que se le complicó acabó tumbándolo en la lona. Fue un excelente escritor, poeta y maestro de periodistas, en un tiempo de bulos en el que el periodismo tiene dudas.
        Entre la poesía y el periodismo repartió su vocación. A la poesía se la convoca, pero llega cuando ella quiere, decía. En su poemario inaugural “Manera de silencio” (1955) incluye el soneto “Carnet de identidad”, o autorretrato: “Nadie avisó. Más tarde o más temprano / se supusieron que lo aprendería. / Nadie me dijo: riega a la alegría, / los muertos son terreno de secano. // Todo lo que me importa está lejano. / Si yo hubiera sabido a qué venía / os juro que vivir -yo qué sabía- / no me hubiera ganado por la mano. // Me dijeron vivir a quemarropa: / siglo XX —acordaron—, en Europa, / en Málaga, en Enero y en Manolo. / Todo lo dispusieron: // hambre y guerra, / España dura, noche y día, tierra / y mares… luego me dejaron solo.” Tradicional en la forma y siempre respetuoso con las herencias recibidas de Quevedo, Manuel Machado y Blas de Otero. Pero llevándose el agua a su propio molino, con elegancia, garbo y emoción. Premio Nacional de Literatura por “Ciudad de entonces” (1961), su legado poético entronca con la Generación del 50. 
       Escribió una columna diaria durante 30 años (de 1989 a 2019) para los diarios del Grupo Vocento. Según David Torres, en España el género del columnismo periodístico limita al centro con Umbral, al norte con Alvite y al sur con Alcántara, tres ríos principales de una hidrografía amplia y caudalosa que viene de Larra, de Mesonero Romanos; pasa por Camba, por González-Ruano; y desemboca en los tres grandes deltas de finales del siglo pasado. Para Alcántara el periodismo se basa en la curiosidad, puesto que siempre hemos tenido interés en saber cómo son los demás. Y el periodista era un salvador de instantes y un cantor de lo cotidiano.
         Nos recordaba que el periodismo había mutado sustancialmente, desde el viejo gacetillero con su bloc de notas, pero lo que no había cambiado era la condición humana. El periodismo le permitió buscar la verdad y estar siempre alerta. Desde la inteligencia, para verlas venir y sospechar sus consecuencias. 
José María Martínez Laseca
(25 de abril de 2019)

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