jueves, 21 de agosto de 2014

Precariedad laboral

Cuando llegué, al mediodía, al bar “El Cielo” de la céntrica plaza de Herradores de Soria, ya se encontraba “El Chismoso” en su interior. Posesionado en la barra, con su caña de cerveza sin alcohol al alcance de la mano, mientras ojeaba el “Diario de Soria”. “Mira, me dijo señalándome con su índice el titular en negrita de la primera página, “La mitad de los contratos de julio fue inferior a treinta días”. (Cierto es que el paro había bajado de los 6.941 de principios de año a los 5.600 actuales. No obstante, de los casi 3.500 formalizados, tan solo 150 fueron indefinidos). Y luego nos vendrán con la cantinela de que estamos saliendo de la crisis, de que ya ha comenzado la recuperación económica y de que todo va viento en popa a toda vela, cuando el poco trabajo que se está creando es muy precario y de ínfima calidad. Los números son tan fríos y calculadores que no reparan en las emociones y sentimientos de las personas, dada la situación dramática que atraviesan todas esas familias que cuentan con algún parado entre sus miembros. Y no digamos ya las que tienen a todos ellos en paro.
También se había incorporado al local “El Espabilao”, quien, a propósito del tema en cuestión, intervino presto. “Por cuanto estás diciendo, tener un puesto de trabajo no significa hoy precisamente dejar de ser pobre. Muchas empresas, para mantener determinados márgenes de beneficios, reducen los salarios a cifras increíbles, por debajo de los mil euros al mes. Esta reforma laboral ha conseguido que por el mismo precio de un trabajador de los de antes, contraten ahora dos e incluso tres. Nos han inculcado tal terror en el cuerpo, que somos capaces de aceptarlo todo dentro de esta nueva forma de esclavitud, por un salario ínfimo y renunciando a todos nuestros derechos y dignidad. Este Gobierno del PP no se parece en nada a lo que prometió y la desigualdad está afectando a muchas capas sociales”.
“Hay que tener en cuenta –apunté yo– que todavía las entidades financieras siguen impasibles, más preocupadas por ajustar sus balances y en consolidar sus beneficios, que en conceder créditos a las PYMES, que son las que crean riqueza y generan el mayor número de puestos de trabajo. Y por eso se encuentran con las manos atadas. De brazos cruzados”.
José María Martínez Laseca
(14 de agosto de 2014)

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