domingo, 15 de julio de 2012

Cuestión de principios

Gusto de leer teatro. Releo “La visita de la vieja dama” (1956) del suizo Friedrich Dürrenmatt. Don poder corrupto, en manos de unos pocos sin complejos y sin escrúpulos, insaciables de dinero -pues para ellos “no hay don sin din”-, que es lo que nos ha llevado a la situación de crisis actual, me movió a ello. Les cuento de lo que va. La multimillonaria Clara Zachanassian, tras larga ausencia, regresa a Güllen, su pueblo de infancia, donde sus habitantes se encuentran ahora arruinados y cargados de deudas. Y les ofrece mil millones de libras con una sola condición: alguien deberá matar a su respetable vecino Alfred, que la dejó embarazada cuando era su novia, motivo por el que Clara se vio expulsada del lugar.
De entrada, todos rechazan su propuesta por inmoral. Pero, muy pronto descubrirán lo “caro” que eso les sale y optan por comprar a crédito en el almacén de Alfred a la espera del anhelado asesinato, que tanto les repugna cometer. Al retrasarse tan rentable desenlace, la comunidad opta por celebrar un juicio popular contra Alfred. A fin de cuentas, él fue injusto con Clara en su día y debía, por ello, purgar su culpa. Se produce un tumulto sobre el escenario a oscuras. Vuelta la luz, Alfred yace muerto sobre el suelo. El médico certifica su óbito por un ataque al corazón, y el alcalde cobra la recompensa. Vuelve la riqueza a la ciudad y todos son felices…
En este proceso, tan solo el maestro de Güllen mantuvo por algún tiempo su dignidad frente a la pretensión de Clara, reafirmando el principio de justicia, pero sucumbiría también al comprobar que le resultaba más fácil defender sus principios de palabra que vivir de acuerdo con ellos. La dignidad humana establece un claro vínculo entre moralidad y existencia Vivir dignamente es poder comer, tener trabajo, casa, sanidad, educación, etc. y vivir con dignidad supone no tener que existir en la afrenta, en la humillación o la ignominia a causa de la pauperización como efecto de la explotación y la opresión o la tiranía. No siempre el fin justifica los medios. Miren a su alrededor.
José María Martínez Laseca
(12 de julio de 2012)

No hay comentarios :

Publicar un comentario