Me gusta, de vez en cuando, desplazarme a Madrid. Para así disfrutar de su oferta cultural, que trato de exprimir al máximo. Con su triángulo de oro museístico: El Prado, El Reina Sofía y El Thyssen, u otras interesantes exposiciones de Mapfre, Caixaforum, Biblioteca Nacional, Museo Arqueológico, etc., donde elegir. Incluidas las lúdicas, como La Luna de Octubre, cual era el caso. Sin menoscabo, tampoco, de visitar La Cuesta de Moyano o El Rastro, tan concurridos por curiosos viandantes. Y me gusta, a pesar de los pesares que produce el recorrido de los 226 Km. que median desde la ciudad de Soria. Si en tren, porque es toda una aventura incierta, más propia del siglo XIX, cuando la implantación del ferrocarril, que del XXI en el que estamos. Si en autobús, porque en la autovía A-15 (Soria-Medinaceli) continúan las obras de reparación del firme por el tramo de Sauquillo del Campo a Radona, lo que provoca desvíos y revueltas por las cuantiosas rotondas, que acaban mareándome. Y es lástima, que estando tan cerca el viaje suponga las casi tres horas de duración.
Empero, para mí, vale la pena. En esta ocasión porque disfruté especialmente de una función de teatro representada en el céntrico latido de la gran ciudad. Prácticamente en el mimo lugar en el que durante nuestro conocido Siglo de Oro se ubicaban los celebrados corrales de comedias. Aquí serían los de La Cruz y El Príncipe, que ahora ocupa el Teatro Español. A ellos concurría el pueblo entusiasmado, junto a reyes, nobles y prelados, para conocer en vivo y en directo las propuestas de sus geniales creadores: Lope de Vega, Tirso de Molina y Pedro Calderón de la Barca. Es, curiosamente, en la calle del Príncipe donde se encuentra el Teatro de La Comedia, inaugurado en 1875 (recuperado del incendio de 1915), y que, tras larguísima rehabilitación, se reabrió en la temporada 2015-2016, como sede de la Compañía Nacional de Teatro Clásico. Bella bombonera en blanco y oro. Desde su patio de butacas presencio la puesta en escena de “La dama duende” de Calderón de la Barca. Una comedia de capa y espada, de enredo e intriga, que gira en torno al amor y al honor. Un relato con humor, tildado de feminista, protagonizado por una mujer viuda a la que se tiene encerrada para guardar las apariencias. Siempre esa encrucijada entre el ser y el parecer.
José María Martínez Laseca
(26 de octubre de 2017)
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