Nada extraño resultará, estando el particular patio de esta España nuestra como está, que yo haya reparado en el libro “Noticia de Cataluña”, de Jaime Vicens Vives, al ser la obra de referencia para entender la construcción de su identidad. Y donde se subraya que las ilusiones son indestructibles, ya que todo se justifica en función de una ilusión. Aquí se nos han presentado las bravuconadas nacionalistas con tanta alegría que ahora sorprende, a quienes no saben distinguir entre la realidad y la propaganda, la contundente reacción por parte del Estado de derecho. Continuará el monotema, cual el rayo que no cesa, de cara a las próximas Elecciones Autonómicas del 21-D. Y lo que te rondaré morena, puesto que esto es como el cuento de la media pipa que nunca se acaba. Conviene, pues, que no dejemos que el árbol de lo que acontece en ese levantisco rincón de España nos prive de ver el bosque de la realidad cotidiana de nuestras vidas. Que el espectáculo nos impida reflexionar sobre lo importante. Todos los otros problemas que padece el conjunto del país. Como son el paro y la precariedad laboral, los bajos salarios, el deterioro de la atención sanitaria, educativa, de las pensiones y de la dependencia, junto a las desigualdades y la corrupción. Porque la llamada “nueva política”, parece estar basada en un pragmatismo absoluto que esconde la inescrupulosidad del engaño y la ambición sin límites. Una política más caracterizada por el márquetin y las estrategias empresariales que por la defensa de principios y valores. Como refiere Claudia Piñeiro en su libro “Las maldiciones”.
Por una maldición se tiene el pagar impuestos, aunque si no existieran los impuestos y la libertad de prensa nos convertiríamos en depredadores y en esclavos. No obstante, debiera acometerse una recaudación fiscal más justa, en aras a hacer sostenible nuestro frágil Estado de Bienestar. Pagar más los que más tienen. Que no recaiga el mayor peso de la carga fiscal sobre las familias (hasta el 80 %), cuando, como denuncia Oxfam, la contribución de las grandes empresas ha descendido a la mitad (y solo aportan un 12%) debido a la existencia de paraísos tributarios, el fraude y la rebaja de impuestos de sociedades. Recaudar sí, para atender las necesidades básicas de la población y no para despilfarros ni prebendas.
José María Martínez Laseca
(9 de noviembre de 2017)
Por una maldición se tiene el pagar impuestos, aunque si no existieran los impuestos y la libertad de prensa nos convertiríamos en depredadores y en esclavos. No obstante, debiera acometerse una recaudación fiscal más justa, en aras a hacer sostenible nuestro frágil Estado de Bienestar. Pagar más los que más tienen. Que no recaiga el mayor peso de la carga fiscal sobre las familias (hasta el 80 %), cuando, como denuncia Oxfam, la contribución de las grandes empresas ha descendido a la mitad (y solo aportan un 12%) debido a la existencia de paraísos tributarios, el fraude y la rebaja de impuestos de sociedades. Recaudar sí, para atender las necesidades básicas de la población y no para despilfarros ni prebendas.
José María Martínez Laseca
(9 de noviembre de 2017)
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