domingo, 5 de noviembre de 2017

Ezequiel Solana

Tradicionalmente, la actividad productiva de las gentes asentadas en nuestra provincia de Soria ha estado vinculada a la agricultura, la ganadería y la selvicultura. Tareas duras, sin duda. De ahí que muchos padres encontraran en la educación de sus hijos la mejor de las inversiones para que estos escaparan de su destino agrario y aspiraran así a un futuro mejor. Ello justifica la gran cantidad de maestros que se formaron aquí. En la Escuela Normal, único centro universitario de Soria durante mucho tiempo. Por eso cuando estos llegaban a cualquier pueblo de España los lugareños exclamaban al verlos: ¡que viene el soriano! 
Figura paradigmática al respecto resulta la del pedagogo y periodista Ezequiel Solana Ramírez, de cuya muerte (Madrid, 5 de septiembre de 1932), se cumplen ahora 85 años. Había nacido el 10 de abril de 1863 en Villarijo (Soria), pueblo de apenas 130 habitantes. Tras terminar la escuela, becado por la Diputación, obtuvo el título de maestro superior con 16 años. Por oposición, regentó las Escuelas Graduadas de Gotor, Calatayud y Zaragoza, donde rigió la revista “El Magisterio Aragonés” y en cuya Universidad inició los estudios de Filosofía y Letras. Los concluyó en Madrid, a donde se trasladó para administrar su Escuela nº 1. También en varias ocasiones fue pensionado por el Estado para realizar estudios en escuelas de Francia, Suiza y Bélgica. Desde 1885, fue copropietario, con Victoriano Ascarza, de la revista “El Magisterio Español” que dirigió hasta su muerte. Una revista profesional dedicada a la pedagogía y la enseñanza, difundida por toda España y que resultaba familiar a todos los maestros que preparaban a sus alumnos en la adquisición de principios y valores que les permitieran interesarse y transformar su entorno. A la vez que a todos aquellos que, sin ser docentes, sentían como propios los intereses de la educación pública. 
Así mismo, con idéntico fin, escribió numerosas obras escolares, como “Lecturas de oro” (1900) o “Cervantes educador” (1914), etc.; y aun otras poéticas, cual “Alboradas” (1893). Este soriano, modesto y sabio, consagró toda su vida a la escuela, el niño y el maestro. La historia de la educación en España y América elogia su biografía. Y su nombre figura en sendas calles de Soria y de Madrid, como reconocimiento a su valioso legado.
José María Martínez Laseca
(2 de noviembre de 2017)

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