jueves, 23 de noviembre de 2017

Violeta Parra

Estoy convencido de que vosotros os habéis emocionado, igual que yo, al escuchar cantar por boca de su autora esta letra: “Volver a los diecisiete después de vivir un siglo / es como descifrar signos sin ser sabio competente / volver a ser de repente tan frágil como un segundo /…”. Aunque el tiempo de los cantautores parezca estar ya caducado, por pertenecer a aquella época pretérita de rebeldía y juventud que se nos fue para nunca más volver. Hablo de una de las cantautoras más destacadas del ámbito hispanoamericano: Violeta del Carmen Parra Sandoval. Nacida el día 4 de octubre de 1917 en la provincia de Ñuble, al sur de Chile. Hija de una modista y de un bohemio profesor de música, muy frágil desde niña, creció en el seno de una familia numerosa donde se cultivaba el amor por las bellas artes y en especial por el canto y la música. No es de extrañar, pues, que primara en casi todos ellos la dedicación a la música folclórica (Hilda, Violeta, Lalo, Roberto y Lautaro), pero también a la poesía (Nicanor) e incluso al circo (Oscar). Pasó su niñez en el campo. A los 9 años aprendió a tocar la guitarra y a los 12 compuso sus primeras canciones. En 1927 murió su padre y Violeta viajó a Santiago de Chile con su hermano Nicanor, pero abandonó la escuela porque ya tenía clara su vocación de cantante desde su compromiso político de izquierdas. Este año, con motivo del centenario de su nacimiento, le han tributado homenajes populares y publicado biografías. ¿Acaso tiene que pasar un siglo para acceder definitivamente al panteón de los inmortales? Empero, su personalidad sigue siendo enigmática. Su hermano Nicanor, flamante Premio Cervantes 2011, en el poema “Defensa de Violeta Parra”, le dice: “Bailarina del agua transparente / Árbol lleno de pájaros cantores / Violeta Parra. // Has recorrido toda la comarca / Desenterrando cántaros de greda / Y liberando pájaros cautivos / Entre las ramas. // Preocupada siempre de los otros / Cuando no del sobrino / ............... de la tía / Cuándo vas a acordarte de ti misma / Viola piadosa”. Se suicidó en 1967. Pese a ello, nos dejó una de las canciones más hermosas del mundo: “Gracias a la vida que me ha dado tanto / Me ha dado el sonido y el abecedario / Con él las palabras que pienso y declaro / Madre amigo hermano y luz alumbrando // …”. Inolvidable.
José María Martínez Laseca
(23 de noviembre de 2017)

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