A nadie se le oculta que la
provincia de Soria tiene en la despoblación su más acuciante problemática.
Desde 1950 se han superado las 60.000 pérdidas demográficas, como consecuencia de la sangrante
emigración hacia otros lugares. Además, ha caído la fecundidad Así que tan solo
alcanzamos los 93.291 sorianos. Y se mueren muchos más de los que nacen, por lo
que el saldo vegetativo es negativo. De otra parte, el envejecimiento de sus
moradores es cada vez más acusado. En consonancia con lo antedicho, la
debilidad de su sistema de asentamientos -hasta 513 núcleos de población- es
manifiesta. Apenas 13 municipios superan los mil habitantes y la capital, que
concentra más del 40 % del total, sigue succionando gente del medio rural.
La institución que debe velar
especialmente por su porvenir es la Diputación Provincial,
que, ahora, inicia una nueva era, ya que
su gobernación cambia de signo político, al pasar de las manos del PP a las del
PSOE, con la abstención de C´s, que ha exigido, entre otras cosas, un Plan
Estratégico de Desarrollo Provincial. Reflexiono sobre el siguiente texto: “Artes.
El retraso en que se encuentran en un país, que por la multiplicidad de sus
brazos está llamado hacia este objeto, será uno de los puntos en que más se
fije la atención de la Empresa. Cuando
por su esterilidad, temperatura y otras causas, un suelo no es capaz de
sostener con sus productos agrícolas a sus habitantes, la ley de economía
natural dicta que las artes, el comercio y las demás clases de industria deben
ser los objetos preferentes a que se dedique. La empresa presentará sus pensamientos,
señalará los recursos que ofrece la provincia a favor de las artes, el modo de
fomentar las existentes y de introducir y plantear otras de necesidad y
utilidad para el país”. Fue escrito en Soria un 28 de mayo de 1841. Han pasado
casi 175 años desde entonces. Y siguen las buenas intenciones formuladas en
diferentes Planes de Desarrollo Provincial que nunca llegaron al buen puerto de
hacerse realidad. No es patria el suelo que se pisa, sino aquel que se labra y
se cultiva. Si gobernar es repoblar; aquí, hasta la fecha –acaso por los malos
gobiernos- se ha producido el efecto contrario.
José María Martínez Laseca
(25 de junio de 2015)
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