Es el krausismo –junto al erasmismo
que le precedió– ese movimiento filosófico y cultural que hizo participar a
nuestro país en el pensamiento y en la esperanza comunes de la humanidad
civilizada. Lástima que el franquismo se empeñara en aniquilarlo. Su promotor en
España había sido Julián Sanz del Río (1814-1869), nacido en el pueblecito de
Torrearévalo, asentado en plena sierra soriana. Y tal vez por ello, en acertada
frase, Giner de los Ríos dijo de él que le “debían su verticalidad la mitad,
por lo menos, de los españoles que andan hoy en dos pies”. Precisamente,
Francisco Giner de los Ríos (Ronda, 1839-Madrid, 1915) se cuenta entre sus discípulos
predilectos, dentro de la denominada segunda ornada, junto a Nicolás Salmerón,
y Gumersindo Azcárate. Ellos tres se unieron al gran maestro soriano y a
Fernando de Castro en el interés por formar a la juventud española fuera de
“los estrechos y enmohecidos moldes de la escolástica” e impulsar así una
profunda moralización de la sociedad española a partir de la renovación
pedagógica y científica. De una buena educación.
Giner, en su condición de
Catedrático de Filosofía del Derecho, será de este modo el divulgador y cabeza
señera del Krausismo. Fundador de la Institución Libre
ee Enseñanza (1876) e impulsor asimismo de proyectos complementarios tan
relevantes como el Museo Pedagógico Nacional (1882-1941), la Junta para la Ampliación de Estudios (1907-1938),
la Residencia
de Estudiantes (1910-1939), las Misiones Pedagógicas (1931-1937) o las
Colonias Escolares. En su planteamiento de la universidad ideal, Francisco
Giner propuso que, como tal institución, fuera “no sólo una corporación de
estudiantes y sabios, sino una potencia ética de la vida”.
Este año 2015 se celebra el
centenario de su muerte. “Es muy difícil acostumbrase a carecer del calor de
aquella llama viva”, escribió José Castillejo con motivo de su entierro, el 20
de febrero de 1915. Debemos recordarlo, en tanto que referente moral. Se le
conoce por el “Sócrates español” y conviene que releamos los “Elogios” que le
dedicó el poeta Antonio Machado, alumno suyo, agradecido por la educación de él
recibida siendo niño. “¡Sed buenos y no más!”, decía que era su lema.
José María Martínez Laseca
(5 de marzo de 2015)
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