domingo, 2 de noviembre de 2014

Robagallinas

Sé bien que esta palabra no aparece registrada en el nuevo diccionario de la lengua española (el DRAE), pero la anoto aquí porque, hace poco, la pronunció Carlos Lesmes, a la sazón Presidente del Tribunal Supremo y del Consejo General del Poder Judicial, para referirse a que “tenemos una Ley de Enjuiciamiento Criminal pensada para robagallinas”. Puesto que traba la lucha contra la indignante corrupción, que gira, cada día, como un carrusel, dada la extendida infección. Resulta así que cualquier pobre desgraciado, aunque se haya saltado la ley por poca cosa, da con sus huesos en la cárcel, mientras que tanto ladrón de corbata, como hay actualmente en este país (Trincópolis), se va de rositas.
Alega Lesmes que nuestro marco legal, además de cojo, carece de medios en los tribunales para poder enfrentarse con la defensa de los corruptos por poderosos bufetes de abogados, que saben aprovechar los resquicios de una ley garantista para entorpecer o dilatar los procesos en el tiempo. Además está el recurso al indulto, usado a su antojo por los Gobiernos de turno y que les ha permitido corregir con descaro las decisiones condenatorias de los tribunales. En consecuencia, habrá que modernizar nuestro anticuado sistema procesal, para que la justicia, mejor dotada, sea justa (menos lenta, barata y más eficiente), ya que “si la justicia no funciona no hay regeneración democrática”.
Todo lo dicho es condición necesaria, pero no suficiente. Para la lucha contra la corrupción y el latrocinio es imprescindible un cambio de mentalidad. Con el fin de que dejemos de pensar mayoritariamente como la madre de “La Chelito” que le decía a su hija: todos los que no tienen dinero son unos sinvergüenzas. Así que los remedios son, también, una cuestión de educación en valores: empezando por el respeto a lo público, que quiere decir que es de todos y no de los mafiosos, golfos y mercenarios que solo piensan en sus cajas fuertes. Porque, “el hombre de deseos insaciable es como un tonel agujereado: se pasa la vida intentando llenarse, acarreando agua en un cubo igualmente agujereado”.
José María Martínez Laseca
(30 de octubre de 2014)

No hay comentarios :

Publicar un comentario