viernes, 28 de noviembre de 2014

Emilio Lledó

A Emilio Lledó (Sevilla, 5-11-1927), filósofo forjado en Heidelberg (Alemania), que impartió clases en institutos públicos y Universidades, ahora miembro de la RAE, le han concedido el Premio Nacional de las Letras 2014. Admiro su trayectoria intelectual, su compromiso y su apoyo a la cultura. El jurado apreció la lucidez de su pensamiento y una dilatada obra, que armoniza la filosofía del Logos, la hermenéutica, el valor estético y ético de la palabra, la defensa de la libertad y reivindica la vocación docente. Porque para Lledó la palabra tiene que ser transmisora de belleza y de verdad. Por eso se hizo profesor. “Yo he sido muy feliz siendo profesor –exclamó– y si volviera a nacer me gustaría ser maestro de escuela”. Quizás, porque añoraba a don Francisco, su maestro de Vicálvaro, que se había formado en los principios de la Institución Libre de Enseñanza. Lo recordaba llegando en autobús, cuando todos sus alumnos iban a recibirle. Era quien les mandaba leer dos páginas del Quijote y al acabar les pedía las “sugerencias de la lectura”. Cómo olvidarlo, si en esas cuatro palabras de su infancia simbolizó el filósofo los más altos principios educativos: “Dejarse seducir por algo. El aprendizaje de la libertad”. Porque la lectura es “el don más hermoso que podemos tener los seres humanos. De ahí que Lledó tenga su casa repleta de libros, que todos los días le interpelan, le cuentan su vida y le acompañan.
Se trata de un sabio. De “alguien que no solo piensa lo que pasa –como advirtiera Juan Cruz– sino, sobre todo, lo piensa bien; alguien que nunca olvida que caducan antes las malas respuestas que las buenas preguntas”. Que entiende que, en estos momentos, no estamos prestando atención a lo realmente importante. “Se trata de reelaborar –dice– y darnos cuenta de cuáles son las cosas más importantes de la vida”. Como la educación, que ha de ser liberadora, reflexiva y crítica, lejos de telarañas que “coagulan en atontamiento y en su consecuencia inmediata, el fanatismo”. Y la cultura, porque en ella y en el diálogo radica el verdadero patriotismo. Solo así llegará la ansiada regeneración, pues la característica esencial del político es que sea honesto. Con la integridad de quien hace su trabajo.
José María Martínez Laseca
(27 de noviembre de 2014)

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