viernes, 28 de noviembre de 2014

Va de cultura

Habrá bucólicos que piensen lo contrario, pero yo encuentro sosiego en el bar “El Cielo” de la neurálgica Plaza de Herradores, donde me refugio del mundanal ruido cotidiano. Tan sobresaturado de temas político, económico o deportivos. Ahora trufados con los escándalos de corrupción a los que no escapan miembros de la Casa Real, políticos, empresarios, banqueros, sindicalistas, folclóricas, etc. Cual en “La Mesa de los pecados capitales” pintada por El Bosco, donde la avaricia muestra un juicio, cuyo juez dictará sentencia en función de los regalos ofrecidos por los litigantes. En “El cielo” yo disfruto los exquisitos placeres de la amistad y la buena conversación, regados con una copa de tinto “don Enrique”. Es una suerte de “casa y de cultura”, como la mítica taberna de Demetrio Mandarria que se abría en la Calle Real.
Un jueves, entro en “El Cielo”, ya pasadas las 13,30 h., y “El Espabilao”, que me espera, sorbiendo una caña y ojeando la prensa del día, me espeta: “La cultura en España está ninguneada. ¡Casi igual que en Francia, en la que un creador es lo más! Aquí se menosprecia el talento o buen uso de la inteligencia. La cultura es I+D, industria creativa, y tendría que estar subvencionada como comprar un coche y, sin embargo, se grava con el 21% de IVA. Sin duda, se trata de una cuestión ideológica. A este Gobierno no le mola la gente que piensa por sí misma, que tiene sentido crítico y que busca la verdad. Lo peor es que la cultura y la educación perdidas son difícilmente recuperables”.
“A este Gobierno –añade presto “El Chismoso”– parece que solo le interesa vender la manoseada marca España, junto con magnos festivales y grandes premios, cuando la verdadera marca que imprime carácter es la cultura”. Yo me sumo al debate y les digo que: “Cultura es cultivo y empieza por uno mismo. De ella hay que distinguir entre los valores de habilidad, los éticos y los morales. La cultura es, pues, personal y siempre un regenerador democrático, como advirtiera Machado, pero las instituciones tienen sobre ella una responsabilidad especial. Aunque Savater, ya algo harto, exclamó: yo no os pido que subvencionéis la cultura, sólo os pido que recéis por ella”.
José María Martínez Laseca
(20 de noviembre de 2014)

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