Alberto Pancorbo es el pintor que hunde sus raíces en la Calle Real de la histórica ciudad de Soria. Un buen ejemplo de la pasión por la pintura. Su forja de rebelde, en tanto que artista hecho a sí mismo, arranca del primer asombro ante el arte pictórico, después ratificado por un firme afán de superación y autoexigencia. En más de una ocasión ha recordado, agradecido, a Juan Chuliá, su profesor de dibujo en la vieja Escuela de Artes y Oficios de Soria, al tiempo que sus muchas horas de copista con el fin de asimilar la técnica de los grandes maestros. Si quieres algo tienes que ir a por ello. Solo así ha conseguido convertirse en el pintor virtuoso que es, dada su ejecución del trazo y del color, cuidando del detalle en los matices. Todo para crear, como dijera Eugenio D´Ors, un cosmos propio. De original belleza.
Después de larga ausencia, y de exposiciones exitosas por diversas ciudades del mundo, Pancorbo, residente en Miami, regresa, para “oxigenarse”, a su ciudad natal. Sabedor de que quien niega sus orígenes pierde su identidad. Reencontrándose así con la familia, sus amigos y sus paisanos. Y lo hace con una generosa exhibición de 30 lienzos que cuelga en la Galería Cortabitarte. Repartidos en dos bloques. Uno figurativo, de 14 óleos integrados dentro de su faceta más conocida del denominado realismo fantástico. De temática variada: paisajes, personas y bodegones. Sin que falten iconos sorianos, fijos en su memoria, como Machado o San Saturio. Con elementos recurrentes, cual las palomas blancas o las rojizas granadas abiertas, entre otros. Cargados de un claro simbolismo lírico. No olvidemos que la pintura, como la poesía, entraña una profunda mirada. Un lenguaje diferente que nos acerca a la realidad de las cosas por perseguir su auténtica verdad. A veces mediante la oposición de contrarios como hacía René Magritte o bien adentrándose por los laberintos de su alma, tratando de encontrarse. El otro conjunto con 16 acrílicos, de nueva experimentación a modo de divertimentos, muestra sugestivas rarezas abstractas que, desde sus tonalidades casi monocromáticas, saltan a los ojos del espectador repoblándolos de luz.
Vale la pena acercarse a verla. Porque Alberto Pancorbo, tenaz en su pintura, hurga en el continente de la materia y del pensamiento. Cual místico alquimista, busca un albor a los arcanos de la vida.
José María Martínez Laseca
(10 de julio de 2014)
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