En Torrearévalo, os digo, nació Julián Sanz del Río. Este año 2014 se celebra su bicentenario. Torrearévalo es un pueblecito soriano situado a resguardo de la Sierra del Alba, junto al acebal de Garagüeta. Allá he acudido yo en varias ocasiones, por distintos motivos. Recuerdo dos. Una, siguiendo las huellas de su hijo más ilustre: filósofo, jurista y pedagogo español. En la fachada principal de su Ayuntamiento vi una lápida de mármol, colocada en 1906, con esta inscripción: “En memoria de don Julián Sanz del Río, filósofo y Maestro en la Universidad de Madrid, nació en Torrearévalo el 14 de marzo de 1814 y murió el el 28 de octubre de 1869”. La costearon sus discípulos. Otra vez acudí con Inés Tudela y trepamos por tapias para acceder a su casa natal, la que antes visitara Ortega y Gasset, junto a su padre José Tudela, para rendirle homenaje.
La vida de Julián Sanz del Río es una historia de superación. Como de cuento. De familia humilde, a los 10 años quedó huérfano de padre y marchó a Córdoba con su tío materno Fermín, un canónigo que lo crió y le dio carrera, doctorándose en derecho canónico en 1836. Completó estudios en la Universidad Central de Madrid, trasladada desde Alcalá de Henares. Gracias al también soriano y ministro Pedro Gómez de la Serna, viajó en 1843 becado a Alemania, en cuya universidad de Heidelberg contactó con los discípulos del filósofo Krause. Al regresar, en 1844, –por morir su tío– se retiró a meditar y escribir a la villa de Illescas (Toledo). Incorporado a su cátedra madrileña inició la evangelización krausista. De 1857 es su discurso inaugural del curso académico y en 1860 publicó su refundición del Ideal de la humanidad para la vida de Krause. Si bien en 1867 el ministro Orovio lo separó de su cátedra, el Gobierno nacido de la Revolución de 1868 lo reintegró, poco antes de morir. Sus restos reposan en el cementerio civil del Este, de Madrid.
Fue todo un movilizador de conciencias. El ministro socialista Fernando de los Ríos señaló que animó la Primera República, como maestro que fue de Gumersindo Azcárate, Francisco Giner de los Ríos y Nicolás Salmerón, maestros a su vez de la mayor parte de los prohombres de la Segunda República como Azaña, Carner, Albornoz y él mismo. Giner de los Ríos, fundador de la Institución Libre de Enseñanza, dijo que a Julián Sanz del Río le debían su verticalidad muchos de los españoles que entonces andaban en dos pies.
José María Martínez Laseca
(3 de julio de 2014)
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