Del mar Mediterráneo / -famoso “mare nostrum” / de civilizaciones- / justo por esa esquina / que es el Oriente Medio, / -cuna de religiones / monoteístas, sagradas- / escucho por la radio / que ha estallado la guerra / de nuevo entre vecinos: / Palestina e Israel. / Parece que la hormiga / molestó al elefante / haciéndole cosquillas / en tan sensible piel / y entra en cacharrería / llevando por delante / a todo cuanto pilla: / inmuebles y familias...
Aviones bombardean / la tierra desde el cielo, / los soldados invaden / esa franja de Gaza / bajo la coartada / de buscar terroristas. / Escombros por doquier. / Y las gentes sencillas, / huyendo de sus casas / en trágica estampida, / inundan mi retina. / Escucho en las noticias: / las víctimas del lado / débil se multiplican / cual cabe suponer. / Hay muchos niños muertos: / daños colaterales / de un conflicto sangriento / dirán por disculparse: / en guerra, ya se sabe, / bien puede suceder. / Pongamos por ejemplo: / unos niños jugaban / en la playa al balón / y hubo gran confusión: / pareció la pelota / arma de destrucción. / En tal situación / un soldado judío / murió por fuego amigo. / Todo, en la guerra, cabe / que nada se respeta: / ni la sagrada biblia / ni el día del Shabat. / Y en esta circunstancia / de violación total / las potencias mundiales / se quedan sin mediar / el alto el fuego o tregua / lavándose las manos / como Poncio Pilatos. / ¿Dónde la diplomacia? / ¿Dónde se queda Europa? / ¿En dónde la ONU está? / Si no hay humanidad. / Si se niega el auxilio. / Si no cabe hacer nada / por ser conformidad / que son las consecuencias / de una cuestión de estado / difícil de cambiar. / Si así las cosas digo: / ¿solo queda rezar? / Rezad por Palestina, / lo está pidiendo el Papa. / Por los muertos, ¡llorad! / Hago estas reflexiones / mientras leo un ensayo / filósofo político / del gran Immanuel Kant.
Leo “La paz perpetua” / que trata esta cuestión: / ningún estado debe / abusar de la fuerza / e imponer su razón. / Ya van más de dos siglos / que este se publicó. / La gran revolución / francesa, por entonces, / había removido / los pilares del mundo / con sus principios nobles: / libertad, igualdad / y justicia política. / Ya antes más pensadores / habían meditado / la paz universal. / ¿Es un sueño de ilusos?
José María Martínez Laseca
(20 de julio de 2014)
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