jueves, 6 de junio de 2013

Lo que mueve el mundo

Querido diario: hasta aquí nos llegan los ecos de la 72 edición de la Feria del Libro de Madrid. Juega el sol con las sombras en el parque del Retiro. Nuestra querida prima Vera, pese a anunciarse, todavía no se ha dignado visitarnos. Tarda. Cae la venta de ejemplares en las librerías. ¿También hay decadencia en el número de lectores? Según su certero eslogan: El libro es la respuesta. Y, en consecuencia, la apuesta decidida se debiera centrar en crear nuevos lectores, en el fomento de la lectura. Leer nos hace más libres y vivir mucho más, porque residimos otras vidas, las que se añaden a la nuestra cual mágico sortilegio de reencarnación. Todo parece complicarse en estos tiempos que corren de crisis de valores éticos, donde el mundo no se preocupa de la solidaridad y cada uno busca salvarse a sí mismo en una supervivencia primaria más propia de la teoría de la evolución de las especies de Darwin.
Por contrarrestarlo, me regalo el libro del escritor vizcaíno Kirmen Uribe, en el que relata a su mejor amigo la proeza de uno de esos héroes desconocidos. Una novela sobre la amistad, el amor, el compromiso y la lealtad. Su título: Lo que mueve el mundo. ¿Qué es ello? El autor apunta en tres direcciones, acorde con tres grandes pensadores. Así, para el filósofo Friedrich Nietzsche es el poder. Basta fijarnos en derredor: poder político, religioso, etc. Observamos que todo se basa en la asunción del poder y menos en su reparto; en relaciones de dominio y sumisión. Y el miedo es un medio eficaz. Al decir del comunista Karl Marx, sería la economía. Su pensamiento sobre el capitalismo lo sustentaba en la existencia de dos clases sociales con intereses opuestos: la burguesía o dueña de los medios de producción; y el proletariado, solo poseedor de su fuerza de trabajo. Ahora, puro austericidio; por los duros recortes a los de abajo. Para el neurólogo Sigmund Freud, el motor del mundo era el amor. Algunos lo confunden con el sexo.
En verdad que se trata de tres reyes de la baraja, que siguen ejerciendo su influjo. ¿Algo que objetar? Sí, que siempre nos quedará la lectura. Egocéntrica pero no egoísta. El disfrute del conocimiento.
José María Martínez Laseca
(6 de junio de 2013)

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