sábado, 22 de junio de 2013

El rapto de Europa

Me piden los representantes de los sindicatos sorianos de UGT, CCOO y USO (integrados en la Confederación Europea de Sindicatos) que os dirija unas breves palabras, con motivo de esta manifestación unitaria reivindicativa de una Europa más social y democrática. Y lo hago con gusto. Ello pese a que ahora me resulte difícil hacer un relato atractivo sobre Europa. Ahora, precisamente, que el euroescepticismo va en aumento, parejo a la desafección de la política por parte de muchos ciudadanos. Trataré, pues, de hacerlo de forma concisa, precisa y estimulante.
Lo he titulado el rapto de Europa. Pongamos que el protagonista se llamara Antonio (como el santo de Padua), de 28 años, con estudios universitarios y en paro. Suya es la palabra:
“Mi padre me hablaba mucho y bien de Europa. De aquello que fue siempre, para los intelectuales españoles, como Unamuno y Ortega y Gasset, un claro referente. Un viejo sueño que pretendían convertir en realidad para España. Entonces -¿lo recordáis, amigos?- se decía que África comenzaba en los Pirineos. Como también se diría, después, que si llovía en Europa en España granizaba. Todo eso porque:
-Europa era el espacio de paz y seguridad. El ejemplo de democracia, libertad y solidaridad imprescindible para superar los nacionalismos excluyentes e intolerantes.
-Europa era el marco de progreso superador de los límites nacionales de la economía al hacer uso de las posibilidades que ofrecía un gran mercado interior.
-Europa era garantía del Bienestar y y la protección social. El marco donde mejor podía defenderse el Estado de Bienestar, garantizándose los niveles de protección social.
-Europa era un espacio para la igualdad. Con políticas que profundizaban en la igualdad de oportunidades entre hombres y mujeres y que garantizaban la mayores niveles de empleo para nuestros jóvenes.
-Y Europa era un ámbito de solidaridad.
Tras una larga travesía en el desierto de la dictadura, al recuperar nuestras libertades, por fin ingresamos en Europa. Alcanzamos la tierra prometida.
Son momentos para recordar. Curiosamente, el 12 de junio se celebró el 28 aniversario de la firma del tratado de adhesión de España a la Comunidad Europea.
Se cumplen además, este año 2013, los 20 años de la aprobación del Tratado de Maastricht, que dio carta de naturaleza al concepto de ciudadanía europea, haciéndonos sujetos de derechos. Como el del voto, la libre circulación, la defensa como consumidores, etc.
Sin duda que son muchos los beneficios que hemos recibido de la Unión Europa durante estos 28 años. Los que han incidido de un modo decisivo sobre nuestras propias vidas cotidianas. Inversiones de fondos comunitarios como los FEDER, PRODER, LIDER, de la PAC, etc., que han favorecido el desarrollo de nuestras ciudades y de nuestro ámbito rural. Equiparándonos en los niveles de riqueza y prosperidad con los países más avanzados. Que hasta yo mismo he podido estudiar con una beca Erasmus en Salzburgo (Austria).
Pero ahora, todos esos logros, ante esta maldita crisis en la que nos encontramos, los damos por descontados.
Y es que estamos viviendo, con preocupación, como el sueño de la razón Europea está generando monstruos. Con esas políticas neoliberales de derechas, de austeridad a ultranza exigidas por el gobierno alemán de la canciller Ángela Merkel. Con una troika fantasmagórica, tan insensible como opaca, campando a sus anchas.
Sin el menor aprecio al sistema democrático vigente. Alarmantes políticas de la brutalidad sin ninguna empatía para con los ciudadanos. La austeridad como dogma está teniendo terribles consecuencias en todos los países del Mediterráneo. Sangrante es el caso de Grecia, donde no cesa la exigencia de sacrificios humanos para los dioses del capital y los mercados.
También aquí en España la poda del estado de Bienestar ha dejado sin apenas savia al frágil árbol de nuestro sistema de protección social. Haciéndonos retroceder más de 40 años en Educación, Sanidad, Pensiones, servicios de dependencia, atención a mujeres y niños, etc. En unos derechos conquistados por la clase trabajadora tras mucho sudor y muchos años de lucha.
Cabe pensar que hay algo más que solo reconvenciones y exigencias. Que hay voluntad de ayudar a un país como el nuestro. Para salir de la recesión y recuperar el crecimiento y el empleo con la revitalización de las empresas. Para conseguir que no caigan los salarios por los suelos. Que los pobres no sean cada vez más pobres mientras que los ricos son cada vez más ricos. Para evitar que las personas se vean excluidas y marginadas.
Para que los ajustes y recortes no se ceben subiendo tasas y reduciendo becas, con el conocimiento (I+D+i+e) puesto que la formación de nuestros jóvenes es nuestra mejor apuesta de futuro. A ver si por tratar de arreglar el presente estamos estropeando el futuro.
Quedan muchas preguntas en el viento: ¿Saldrá la UE reforzada tras estos años de crisis? ¿Creemos que hay verdadera solidaridad entre los estados miembros de la Unión? ¿Perjudicará la crisis por igual a todos los países de la UE?
El próximo año de 2014 habrá elecciones al Europarlamento. “Tenemos que construir nuestra casa europea en colaboración los ciudadanos, no construirla y preguntarles después si quieren vivir en ella.” Que la economía debiera de estar al servicio de las personas y no las personas al servicio de la economía.
A mí me gustaría que, en un día como el de hoy, reflexionarais sobre todo esto conmigo. Mis palabras no pueden ser sino un grito dolorido, puesto que la situación en que nos encontramos es realmente dramática, tanto en lo económico como en lo social. Y ante ello solo caben dos posiciones: o resignarse o reaccionar. Y yo apuesto por la segunda.
Debemos tener conciencia clara de lo que somos. Porque cuando uno no sabe bien a dónde va, debiera pensar primero de dónde viene. Yo sí que sé de dónde procedo y por eso milito en la izquierda.
Y entiendo que solo lo que se conquista con el propio esfuerzo vale realmente la pena. Ya que nadie nos regala nada. Más bien al contrario, a poco que nos descuidemos nos lo quitan. Sigamos, en consecuencia, luchando por la dignidad de la clase trabajadora. Que con las cosas de comer no se juega.
Por todo eso yo os pido trabajadores, parados y parías de la tierra: Por una Europa más social y democrática: ¡Uníos!”
José María Martínez Laseca
(16 de junio de 2013)

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