sábado, 22 de junio de 2013

Del toro en nuestras fiestas

Lo que importa es el ceremonial. Al final lo que nos sostiene es la liturgia, el ritual. Y el mito es su relato. Tras el Catapán (5 de mayo), resolviendo la intendencia con la posesión de de sus Cuadrillas por los 12 Jurados, los sanjuanes de 2013 requerían la presencia de su principal protagonista: el toro. Aquí multiplicado por 12, conforme con las partes hechas de la ciudad. Toros que llegaron a las 8 horas del sábado 1 de junio a la plaza de toros y a las 10 a los corrales de Valonsadero en la Cañada Honda, donde se procedió a su Desencajonamiento. El juego hombre-toro siguió durante el Lavalenguas (9 de junio) y la tan simbólica Compra (16 de junio), en la fase previa. De todos estos desplazamientos al monte sagrado restará el jueves La Saca -ya en fiestas- para traer al tótem mágico del campo a la ciudad. A la víctima propiciatoria del ritual de sacrificio que se oficiará públicamente el Viernes de Toros. De cuyo cuerpo, hecho tajadas, el Sábado Agés, y sangre, hecha vino, comulgaremos el Domingo de Calderas. Todo para que en la romería junto al Duero, el Lunes de Bailas, que es ritual de fecundidad, surjan promesas de amor que generarán nuevos sorianos.
Tan sencillo como profundo es el relato de nuestras fiestas de San Juan, que rinden culto al toro. En toda el área del Mediterráneo, el toro era el animal más poderoso. Superaba en fuerza al león y al oso. Por ese motivo era emblema de los dioses creadores que se manifestaban con su forma, y de todas las cosas poderosas, desde las ciudades santas hasta los ríos que bramaban. Una tiara hecha de cuernos de toros superpuestos distinguía a los dioses de los humanos. En la antigua Mesopotamia, los toros vagaban por las marismas y deltas. Su potencia sexual era legendaria. Se decía que los dioses creadores, en forma de toro como Enki, habían llenado el curso de los ríos Tigris y Eúfrates con su semen. La tierra daba sus frutos cuando los toros tiraban del arado: su paso por la tierra mágicamente la fertilizaba.
En San Juan muere el dios hecho toro. Lo hace a favor de la hembra que trae la vida. Y su relato merece ser contado.
José María Martínez Laseca
(20 dejunio de 2013)

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