¿Cuándo
y cómo saldremos de esta? son las dos pregunta que todos nos hacemos ante la
que nos está cayendo encima con la dichosa crisis del coronavirus o Covid-19.
En su triple impacto: sanitario, económico y social. ¿Quién nos iba a decir,
hace apenas dos meses, que un bichito invisible iba a sacarnos de nuestra área
de confort y libre albedrío para confinarnos en nuestras casas y obligarnos a
ser cosmopolitas domésticos? A través de las pantallas. Sin poder interactuar
con nuestros cuerpos. Ni intercambiar palabras en la plaza pública como la
mejor afirmación política (polis = ciudad) de civismo. El poeta Ángel González
escribió: “Habrá palabras nuevas para la nueva historia / y es preciso encontrarlas
antes de que sea tarde”.
Leo que el coronavirus también ha
infectado la lengua. Su uso, el habla, sigue siendo uno de nuestros principales
recursos vitales, y, por ende, todavía gratis. Por ello, acaso, buscando esas
palabras que nos salven, consultamos el diccionario de la RAE para entender las
acepciones de términos como: “pandemia”, “resiliencia”, “triaje”, “morgue”,
“cuarentena”, “desescalada” o “desconfinamiento” y “nueva normalidad”, entre
otras. Y saber a qué atenerse. Dado que la salud, además de física, es también
mental y psicológica.
De actualidad, sin duda, es la palabra
desescalar, que, según el Diccionario de uso del español de Manuel Seco,
Olimpia Andrés y Gabino Ramos, quiere decir: disminuir la extensión, intensidad
o magnitud de algo. En este caso de la enfermedad del coronavirus. Recién, el Gobierno
de España ha presentado un plan de desescalada en cuatro fases, que
comprende un período entre seis y ocho semanas, hasta junio. Coincide con
los de otros países en ser gradual, por territorios y en que se irá revisando
por si se produjera algún retroceso. La oposición ha salido despotricando
contra el mismo, antes lo hacía diciendo que el Gobierno no tenía ningún plan.
Ahora quejándose de que no se ha contado con ellos. ¿De qué tratan entonces en
sus videoconferencias los presidentes autonómicos con Pedro Sánchez y los
consejeros con el Ministro de Sanidad? Cargan todos los muertos al Gobierno
central, olvidando que es suya la nefasta gestión de las residencias de
mayores, donde más víctimas se han producido, y suyas son las competencias en
sanidad, donde han mermado a la pública favoreciendo el negocio de la privada.
El Gobierno, sin tener la varita mágica,
frente a la ansiedad de algunos, como los “covidiotas” que, frente al
sacrificio de la mayoría, solo piensan en su yo, está aplicando el arte de
prudencia para no correr un riesgo superior a aquel que se pueda evitar.
Además, en plena lucha contra la pandemia, ya anticipó la necesidad de un plan
de reconstrucción. Los denominados nuevos pactos de La Moncloa. Buscando el
consenso de todas las fuerzas políticas y agentes sociales para mejor despegar
del parón que se ha producido en nuestra actividad económica, a lo que cabe
añadir el importante gasto para que las familias, las empresas y autónomos
puedan sobreponerse a la crisis. La peor desde nuestra guerra civil en sus
dimensiones. Y que requerirá de la solidaridad de la Unión Europea a la que
pertenecemos. A ver qué ocurre en la Comisión especial del Congreso de los
Diputados en que ha derivado. Es la prueba del algodón para saber si es
verdadero el patriotismo que algunos tanto invocan o si en realidad lo único
que les interesa es el cuanto peor mejor, para así obtener sus réditos
electorales.
Demostrado está que no existe ningún
“partido angelical”, como ya advirtió G. A. Bécquer. Y por eso es más
importante que nunca disponer de una información veraz para saber discernir lo
que es relevante de lo qué no lo es. Máxime, ante los rumores y bulos
interesados que tanto abundan hoy en
día.
No nos engañemos. Este coronavirus ha
venido para quedarse. Aquí no se ha abierto un paréntesis que se cierra a la
vuelta de la esquina. Ni con el hallazgo de la vacuna u otro remedio
terapéutico. Tardará mucho tiempo en llegar, si es que llega, la vieja rutina.
Aquella que apenas apreciábamos en toda su valía y que, ahora conscientes de
que la hemos perdido, miramos con nostalgia. ¿Qué nos va a pasar? ¿Qué va a ser
de nuestras vidas? No hay certezas. Empero, no cabe duda de que van a cambiar
muchas cosas y nos tendremos que volver a readaptar a un nuevo tiempo. El de la
nueva normalidad.
José
María Martínez Laseca
(1
de mayo de 2020)
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