En este cuatro de abril / –día de tu cumpleaños–, / esperando que estés bien, / te escribo muy emocionado. // Y te remito mi carta, / con las alas de los pájaros, / para que llegue deprisa, / desde mi mesa a tus manos. // Todavía eres pequeño, / tan solo cumples tres años, / aunque tú ya te das cuenta / de que ocurre algo muy raro. // No vas a la guardería / con tus amigos del barrio, / ni a corretear por el parque, / quedando en casa encerrado. / (Duna, tu tata chiquita, / de nada se está enterando). // ¡Cuánto te echo de menos: / nuestros paseos diarios, / tus travesuras de niño / y tus ocurrentes diálogos! //
Cuando hablamos por teléfono, / me dices que un bicho malo, / llamado coronavirus, / está haciendo mucho daño. / Porque es mortal, contagioso, / y se va multiplicando / por los países del mundo, / sin que puedan remediarlo. // Tu madre también se asusta / al ver los telediarios: / crecen la cifra de muertos / y la curva de infectados. // Dicen que los hospitales / se encuentran ya desbordados / por la afluencia de enfermos / y no pueden dar abasto, / porque les faltan recursos / de materiales y humanos. // Y, por eso, al dar las ocho, / al personal sanitario / y a cuantos gremios nos cuidan, / desde el balcón, asomados, / les dedicáis vuestro aplauso, / agradeciendo su esfuerzo / generoso y arriesgado. // Tu padre no va al trabajo. / Para cortar los contagios / se ha cerrado casi todo / y solo abre lo más básico. // Y esa destrucción de empleo, / que tiene un terrible impacto, / como suele ocurrir siempre, / afecta a los más precarios. // Me dicen que les preguntas / muchas veces por tus yayos. / Por saber que estamos bien, / que nada nos ha pasado. // Pues corren noticias trágicas, / de residencias de ancianos, / que angustian a sus familias / al no poder visitarlos. //
Yo espero que pronto acabe / cataclismo tan aciago. / Y que encuentren la vacuna / científicos aplicados. // Para abrir el tiempo nuevo, / hemos de ser solidarios / y así reducir al mínimo / los muchos perjudicados. // Entretanto, tú, resiste, / juega y ríete, Gonzalo: / ¡la vida no se detiene, / sigue su curso marcado! // Y aprende a diferenciar / a los buenos de los malos, // ya que estos para engañarnos / suelen ir bien disfrazados. // Besos de chuches: ¡te quiero! / ¡Y que cumplas muchos años!
José María Martínez Laseca
(4 de abril de 2020)
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