Entramos
expectantes en el nuevo año 2020. Queda atrás el viejo de 2019 con sus
incertidumbres. La vida se vive hacia adelante, pero se comprende hacia atrás.
Conviene reflexionar sobre el pasado y tener proyectos de futuro. Porque,
mantener el entusiasmo por vivir, las ganas por descubrir nuevas cosas y el
deseo de aprender supone beber en la
fuente de la eterna juventud. Somos miembros, por ende, de una colectividad y
tenemos una historia en común. Empero, es la pasión por la literatura lo que
nos hace tan humanos, dada su capacidad de sanar y de hacernos soñar. Frente a
urgencias de satisfacción inmediata con el mínimo esfuerzo, las grandes
desigualdades, el trabajo indecente y el pernicioso vicio de algunos por
permanecer en el poder.
Este que estrenamos es el año
Galdós. En su recordatorio. Va a hacer 100 años de aquella madrugada del 4 de
enero de 1920, en que Benito Pérez Galdós (Las Palmas, 1843-Madrid, 1920) moría
en su casa de la calle de Hilarión Eslava. Tenía 76 años y estaba casi ciego.
Escritor realista, de producción prolífica y variada. Con sus 46 Episodios
nacionales; novelas de tesis como “Doña Perfecta”; contemporáneas como
“Fortunata y Jacinta” o “Miau” y espiritualistas, cual “Misericordia”. Y sobresaliente
en los campos del arte dramático y del periodismo. Equiparable a los grandes
narradores europeos del XIX. Nominado al Nobel varias veces. No lo ganó por
envidias. Somos así. “El garbancero”, lo apodó Valle-Inclán.
En 1909 –cuando Machado
se casa con Leonor y Schulten excavaba en Numancia–,
Galdós publicó una curiosa novela: “El Caballero encantado”. Va de Don Carlos
de Tarsis y Suárez de Almondar, marqués de Mudarra y conde de Zorita de los
Canes, terrateniente y oligarca, que mantiene su tren de vida golfa gracias a
la explotación de los campesinos. La Madre (Clío, España), lo transforma, en
jornalero miserable, y le hace peregrinar por Castilla la Vieja, en busca de su
propia purificación y de su enamorada, la maestra Cintia. Desencantado y regenerado,
Carlos-Gil, junto a su amante, luchará por desencantar y regenerar al país
entero. Ocurre por la provincia de Soria. En ella se dice: “Ya no hay mozas en
el pueblo, que se han ido a Soria y al Burgo, a ser criadas o pior cosa” o
nuestra agricultura “es y será siempre servidumbre”. Trabajo y cultura redentores. Trabajo para
realizarnos como personas. Cultura para ser. ¡Leamos a Galdós!
José
María Martínez Laseca
(2
de enero de 2020)
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