Las navidades
comienzan con un cuento de redención. Para inaugurarlas, yo elijo “Canción de
Navidad” (1843) del escritor inglés Charles Dickens (1812-1870). Lo protagoniza
Ebenezer Scrooge, un viejo comerciante, egoísta y amargado, que detesta estos
festejos. No obstante, transcurridos siete años, en la víspera del día de
Navidad se le aparece el espíritu de su también avaro y codicioso socio Marley,
muerto en ese mismo día, con el fin de informarle de la visita que le iban a hacer
esa noche tres espíritus: el de las navidades pasadas, el de la navidad
presente y el de las navidades futuras. Así pues, acompañado, sucesivamente,
por cada uno de ellos, recorrerá distintos lugares, donde se encontrará con
conocidos suyos del pasado, del presente y del futuro, que le mostrarán escenas
de sus vidas cotidianas. Eso le llevará a reflexionar y volver a la realidad
completamente trasformado.
Dickens se inspiró para escribirlo en
dos momentos históricos relevantes: la guerra civil inglesa (1642-1651) y la
revolución industrial. En el primer caso, la toma del poder por Oliver Cromwell
propició la supresión de ritos y festividades católicos entre los que se encontraba
la Navidad. Lo apoyaron los puritanos protestantes, convencidos de que si trabajan duro en vida y no disfrutaban
de placeres por el mero placer, serían bienvenidos en el cielo. Y aunque tal
decisión fue mal acogida por el pueblo, la fiesta no se recuperaría hasta 1660,
con Carlos II en el trono. De otra parte, la revolución industrial, (en pleno
auge en 1880), causó al proletariado unas deplorables condiciones de trabajo en
las fábricas, dado que eran usadas por la clase dominante y poderosa de la
industria como un telón de caridad para tapar las injusticias en que cimentaba
su riqueza. Con muchos niños obreros. Dickens lo padeció en sus propias carnes
y lo denunció como periodista. El masivo desplazamiento de la gente del campo a
la ciudad hizo que se fueran perdiendo estas tradiciones.
Contra el capitalismo feroz,
“Canción de Navidad” nos trae un mensaje de amor y confraternidad universal. Estamos
en un tiempo de excepción, el del Solsticio de invierno o Nacimiento del sol,
equiparado por la iglesia con la Natividad de Jesucristo. Ahora los días crecen
y las noches menguan. Es el triunfo de la luz sobre las tinieblas. Del bien
frente al mal. La ilusión y la magia de
la imaginación lo cambian todo.
José María
Martínez Laseca
(26 de
diciembre de 2019)
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